El cuento del lobo
Eso fue lo que le pasó a Ayrton Senna
en el GP de Japón de 1989, que se cargó con todo el equipo de un
accidente en la que él fue la víctima. Pero sus anteriores acciones
antideportivas, siempre al límite, no cediendo ni reconociendo error
alguno jamás, pesaron en su contra frente a un piloto que hasta ese
día, era la corrección pura en pista (no así fuera de ella).
Al GP de japón, 15ª prueba valedera
para el campeonato del mundo, se llegaba con la lucha por el título
en liza. Los contendientes eran Ayrton Senna y Alain Prost, los dos
de Mclaren. Un equipo Mclaren que arrasaba esos años como Mercedes
ahora. De hecho, por prestaciones puras, tanto Mclaren (88-89),
Williams (92-93) y Ferrari (02 y 04) han dominado más que Mercedes
estos dos últimos años. Pero la solidez de la marca de la estrella ha batido todos los récords. No han sido tan arrolladores en
velocidad, pero apenas han fallado.
Pero al lío, que me pierdo, Mclaren
dominaba con mano de hierro ese mundial, y de no ser por averías,
accidentes y descalificaciones, hubiera ganado 14 de las 16 citas.
Finalmente “sólo” ganaron 10. Sólo en Hungría y Portugal
Ferrari fue más fuerte. Y tal vez en Jerez sí hubiese estado
Mansell...
De modo que Ayrton y Alain se jugaban
el título. Y como no tenían rival, tenían que ganar sí o sí.
Claro que al francés le bastaba con que Senna no ganase alguna de
las dos últimas carreras, esa y la de Australia. En cambio Senna no
tenía más opción que ganar. Y su único obstáculo era Prost. Un
Prost al que salvo en contadas ocasiones, había dominado a lo largo
de la temporada con relativa facilidad, a diferencia de 1988, donde
la cosa estuvo de lo más apretada. Tanto es así que Senna fue
campeón pese a sumar menos puntos que Prost, ya que entonces se
tenían descontar los 5 peores resultados.
En calificación los Mclaren no
tuvieron rival, como era de esperar, ya que lograron todas las poles
del año menos una (Patrese con Williams en Hungría fue la
excepción) y Senna se destapó con un deslumbrante 1´38”041
mientras que Prost se quedó en 1´39”771...sobran palabras. Los
Ferrari no bajaron del 1´40
En la salida Prost -que había sido el
más veloz en el warm-up- superó a Senna y se fue distanciando hasta
obtener poco más de 5 segundos. La diferencia oscilaba subiendo y
bajando a tenor de los doblados. De cualquier manera, tras el cambio
de ruedas las cosas estaban igual. Pero fue a partir de ahí cuando
Senna inició su ataque. Era la vuelta 24. se fue acercando poco a
poco a Prost hasta alcanzarlo en la vuelta 41, y en la 47 inició su
maniobra.
Atacó de lejos antes de la chicane y se llevó “puesto”a
Prost...solo que no fue eso lo que sucedió. Eso fue lo que mucho
creímos a tenor del pasado de Ayrton. La realidad es que Prost,
sorprendido por el ataque de Ayrton, cerró la trayectoria girando
antes de tiempo provocando la colisión. Los coches se quedaron
enganchados, pero mientras que Prost se bajó del coche, Senna no lo
hizo, pidió a los comisarios que lo empujaran para arrancar el
coche, salió acortando el circuito -algo totalmente normal en este
tipo de situaciones- realizó una vuelta con el alerón roto, paró a
sustituirlo, salió a pista y en un par
de vueltas se merendó al que era líder, Alesandro Nannini y cruzó la meta como vencedor.
Poco le iba a durar la alegría al brasileño, que fue desposeído de su merecida victoria por un tecnicismo, cortar la chicane. Estaba claro que lo de la chicane era la excusa para sancionarlo por lo del accidente, pero es que el accidente no fue su culpa. De hecho, aún en caso de ir pasado de frenada, no hubiera provocado colisión alguna, por tanto, no había nada que reprocharle, a diferencia de Prost, que como muy bien dijeron en televisión española los comentaristas Jesús Álvarez y Adrián Campos, había girado antes de llegar a la curva.
Al final pasó lo del cuento del lobo,
que Ayrton, de tanto armarlas y quedar impune, se la cargó con todo
el equipo justo cuando era la víctima. A eso hay que añadir que
Jean Marie Balestre, presidente de la FISA, que sentía debilidad por
Prost, en ningún momento quiso esclarecer los hechos. Lo mismo que
con Mansell en Portugal semanas antes.
Todo este rollo se habría evitado sí
Berger y Mansell no hubiesen abandonado. Ya que si Berger hubiese
estado en pista, se hubiese hecho con el triunfo facilmente porque
Ayrton no lo hubiese alcanzado en su sprint final ni de coña. En
cuanto a Mansell, la cosa era que estaba cerca de Nannini, y este
hubiese tenido que seguir tirando. Pero sin Mansell y con Patrese muy
por detrás, Nannini levantó mucho el pie durante siete vueltas,
dejándose en el camino, según él: “unos 20 o 25 segundos” que
le habrían permitido cruzar la meta en primera posición, pero...
¿Que opiné yo en su momento? Pues fui
muy injusto con Senna, haciendo oídos sordos a los hechos y
basándome en prejuicios (el cuento del lobo) aunque con el tiempo lo reconocí. En mi descargo decir que a mi me daba
exactamente igual quien de los dos hubiera tenido la culpa ni quien
de los dos se llevase el título. Yo lo único que quería era que no
ganase un Mclaren la carrera, ya que se acercaban peligrosamente al
récord de victorias de Ferrari, y el accidente y la injusta
exclusión me vino al pelo. Además, ganaba un piloto nuevo, que
siempre agrada.
Aunque hubo reclamación de Mclaren
-con toda la razón del mundo-y mucho follón, el caso es que el
accidente de Senna en Australia, dónde estaba obligado a ganar para
tener una posibilidad de ganar el título en los despachos, zanjó el
tema.
Así que Prost se proclamó campeón y
con ello eliminó el mítico 27 de Ferrari durante ese año. Una
lástima.
Senna mereció más el título, pero
estuvo muy desafortunado con averías (Canadá y Phoenix liderando) y
tuvo accidentes que lo eliminaron por esa tozudez suya de no ceder
jamás (Brasil y Portugal) y de ese modo Prost, un apagado Prost, se
reencontró con el título. Un poco injusto, sí, pero tal vez Alain
pensó lo mismo cuando en 1988 sumo más puntos que nadie...
Y que decir del gran olvidado, de
Alesandro Nannini, pues que fue una gran alegría que ganase.
No fue como el quiso, pero una victoria
es una victoria, y más si es la primera. La carrera de Nannini de
Japón fue espléndida, no hay que olvidar que salvo los Mclaren y el
Ferrari de Berger, pudo con todos, Ferrari de Mansell incluido. ¡Ahí
es nada!
Un Nannini que debutó en Minardi en
1986 y que fue compañero del español Adrián Campos en 1987 con el
Minardi Motori Moderni. Y vaya alegrón que se pegó Adrián al
narrar la victoria de su amigo.
Nannini no repitió, ya que al año
siguiente, el 12 de octubre tuvo un accidente de helipcoptero que le
segó el brazo por debajo del codo. La rápida intervención de su
padre -que recogió el brazo- y de los servicios de urgencia que lo
trasladaron al hospital de Florencia permitieron el reimplante del
brazo de Sandro, tras una intervención de 10 horas.
Curiosamente su accidente se produjo
cuando hubiese podido volver a ganar, porque de nuevo en Japón los
favoritos se autoeliminaron ese año y ganó Benetton, con doblete
incluido, de Piquet y Moreno.
Nannini no corrió más en F1 pero su
actividad deportiva no finalizó, ya que siguió corriendo en
turismos con Alfa Romeo, estando a punto de ganar el DTM en 1994,
pero diversos fallos mecánicos, y sobre todo, su grandísimo error
en la primera carera de Singen bajo la lluvia, se lo impidieron.
Su retirada forzosa de la F1 nos privó
de seguir disfrutando en el gran circo de un gran piloto -no
excepcional, pero si bueno- y sobre todo, muy simpático.