sábado, 27 de noviembre de 2021

GP del Japón 1995

 



                Alesi, el más rápido entre mil




Con el título ya decidido en favor de Michael Schumacher, se llegaba a un GP de Japón sin presión. Un error de cálculo por mi parte me hizo levantarme tarde, con la carrera empezada, un tercio, la verdad es que vi su verdadero final, porque una vez Alesi abandonó, ya nada importaba. Vi la carrera en un resumen de Eurosport, los famosos “higthligts”, que yo en broma llamaba “altas luces”, y que no eran otra cosa que “los mejores momentos”.

Tras los entrenos, Schumacher se estrenaba como bicampeón con una pole en la que aventajaba en 865 milésimas al segundo, a Jean Alesi, el verdadero protagonista de la carrera. De esta, y de muchas otras donde lo que más importaba era el control puro y duro así como el arrojo, dos cualidades en las que Alesi estaba sobrado, no teniendo, en ese aspecto, nada que envidiar a nadie. De hecho, era la referencia.

La carrera se iniciaba con el asfalto mojado, en unas condiciones propias de intermedios, sólo que entonces no los había. Schumacher conservaba su privilegiada posición con Jean a su espalda. Los dos, maestros bajo estas condiciones, marcaban el ritmo y a 2” por vuelta se alejaban del tercero, Hakkinen.



Salida, Alesi, segundo, se salta la salida sin ganar nada. Penalización al canto.


No se llevaban disputadas ni tres vueltas, con Schumi liderando con 3” sobre Alesi, cuando saltó la liebre: los dos pilotos de Ferrari se habían saltado la salida. De forma inapreciable, sin ganar nada, pero saltado. Total, que les cayó un “stop and go” de 10”, mucho más de lo que les habrían puesto hoy día, y mucho menos que antes -les “calcaban” un minuto-, con lo que Schumi se quedaba solo, al parar Alesi en la vuelta cinco a cumplir su sanción.

Se reincorporó décimo y, aunque el cuentavueltas no lo registró, ya que paró de nuevo a poner “slicks” en la vuelta siete, se ventiló a Frentzen y Herbert, al primero en un exterior en las eses y, al segundo, en un escalofriante adelantamiento en la famosa 130R. Tras una parada de 7”5 -entonces repostaban gasolina- Alesi se reincorporó décimo quinto. Y comenzó la carrera, la exhibición.

En condiciones difíciles, en una pista húmeda con ruedas de seco, Alesi se “salió”, entró en fase y, mientras esas difíciles condiciones se mantenían, marcó un ritmo que hacía parecer GP2 al resto. Rodaba a más de 50” de Schumacher cuando, al ir a adelantar al Minardi de Pedro Lamy en la última curva, este no lo vio y lo sacó de pista. Monumental trompo a toda velocidad, con su Ferrari 412T2 dando brincos por la tierra y, antes de acabar esa vuelta, tal era su ritmo, adelanta a Lamy.





Acto seguido adelanta al otro Minardi, al de Badoer y eso, junto a las paradas de los pilotos que le preceden, le sitúa noveno en la vuelta diez, marcando la vuelta rápida en 1´54”4 por el 2´01”1 del líder Schumi. Le mete casi 7” en una vuelta y así empieza a recuperar el casi un minuto de desventaja que tiene frente al Kaiser.

Schumacher para en la siguiente vuelta -8”4- mientras Alesi, a ritmo de récord, ya es sexto. La parada de Coulthard, sumada a un espectacular adelantamiento a Damon Hill -que también había parado- por el exterior de la última chicane, en la zona húmeda, lo sitúan cuarto, que en la siguiente vuelta, la doce, es segundo al parar Hakkinen e Irvine. ¡A menos de 7” del líder! Schumacher, tras marcar la vuelta rápida en 1´49”6, el primero en bajar del 1´50” y 3” más rápido que Schumi.

Contravolantes y más contravolantes mientras la pista estaba delicada, rodando infinitamente más rápido que sus rivales, Alesi daba toda una lección de automovilismo puro, controlando el coche en una pista deslizante cual funambulista. Pero no iba a durar, la pista se iba secando, no había lugar para más genialidades, y su tiempo de marcar diferencias, de recortar el tiempo perdido tras un Stop and go de 10 segundos más un trompo, llegaba a su fin.



A otro nivel, con Alesi en Suzuka, esta frase jamás tuvo tanto sentido.


Vuelta 13 y nueva vuelta rápida, una décima más veloz que la anterior.

1´48”4 en la vuelta catorce y Alesi pasaba por meta en la quince a menos de tres. La demostración estaba hecha, pero el Kaiser, que no era manco en esas circunstancias -aunque ese día, en comparación, todos lo fueron-, con los neumáticos ya a tono y una pista casi seca, cortó la sangría.

Alesi aún marcó más vueltas rápidas, pero Schumi casi las calcaba. La diferencia se mantenía, aunque dependiendo de las zonas, Alesi se pegaba o distanciaba, pero ya estaba claro que las condiciones se habían estabilizado y la superioridad del Benetton-Renault del Kaiser se imponía.

Jean seguía, todo pundonor, todo arrojo, a la estela de uno de los más grandes de todos los tiempos -cómo si él no lo fuera- en una carrera en la que la suerte estaba echada. Él era el héroe, estaba escribiendo una página maravillosa -otra más- de la historia de la F1, pero el hada de las carreras, esa que siempre, salvo en Canadá ese año, lo abandonaba, dejaba la carrera vista para sentencia al romperse el grupo cónico del Ferrari en la vuelta veinticuatro, quizá dañado por su “excursión” con Lamy. Lo raro es que en esa salida de pista, no revenase la suspensión. Menos mal no sucedió y el Ferrari duró lo suficiente para que pudiéramos ver, disfrutar, del pilotaje de Jean.



Schumi, Hakkinen -a la derecha- y Herbert, completaron un podio en el que faltó el mejor.


La carrera se acabó, él caballero del corcel negro, que se batía como un diablo en inferioridad de condiciones, había caído y ya nada importaba. Schumi lideraba, por delante de su “amigo” Damon Hill, Hakkinen, Coulthard, Herbert e Irvine, este último siempre brillante en Suzuka. Que ambos Williams abandonasen por accidente, dejando en el podio, tras Schumacher, a Hakkinen y a Herbert, poco importaba ya. Alesi había sido víctima de su mala suerte, como en Nürburgring ese mismo año -otra demostración bajo el agua-, como tantas veces antes, como tantas después.

Alan Jones dijo que Alesi era uno de los mejores pilotos de carreras, rendido a la evidencia, a los hechos de un piloto que, una y otra vez, rebasaba la frontera de lo posible, haciendo soñar a todos los amantes de las carreras, fueran tifosi, o no.

Alesi se quedó con una sola victoria en su carrera, pero con muchas actuaciones estelares, casi siempre bajo el agua, con un coche inferior, haciendo milagros a base de coraje, recuperando montones de tiempo a sus rivales, muchos de ellos de renombre -Senna, Schumacher-, para luego morir en la orilla por diversas circunstancias.



Schumacher ganó por novena vez en 1995 en Japón, pero en carrera fue el "villano".


Esta, la de Japón 1995, fue una de ellas, quizá la mejor. Impagable cuando Schumi, por radio, no daba crédito que fuese Alesi quien estaba a su espalda a menos de dos segundos. En la rueda de prensa reconoció pasar dificultades hasta que las condiciones mejoraron y sus ruedas se pusieron a tono. Controló la carrera, sí, pero de no ser por los problemas de Jean, no lo hubiera hecho, habría sido segundo. Ver a Alesi en esta carrera, emociona, con su Ferrari al límite, deslizando sobre la traicionera Suzuka y manteniéndose en pista gracias a sus cualidades únicas de funambulista, rodando más rápido que nadie, más rápido que el viento, más rápido que su propia sombra, por encima de las posibilidades de su coche. Es para disfrutar... y sufrir, de impotencia, ante el resultado final. Veánlo, en Youtube hay montones de vídeos, vean a un maestro al volante y vean lo que es correr, pilotar al límite y más allá de él. Ya no se hacen pilotos como los de antes, con Alesi se fue el último gran héroe, un piloto de antaño, rápido, agresivo, pero limpio.

Estas actuaciones suyas, casi han caído en el olvido -o se recuerdan menos- que otras gestas similares de grandes pilotos, como Fangio, Clark, Stewart, Senna, o el propio Schumi, simplemente porque no llegaron a consumarse. ¿Se recordaría tanto Nürburgring 1957, la mejor carrera, según dicen, de Fangio, de no haber ganado? Seguro que no. Lo mismo que la de Dogninton 1993 de Senna.



España 1992, otra exhibición de Alesi, haciendo pequeños a los demás.


Claro que no todo es arrojo, cada gran actuación de este calibre, se da bajo unas circunstancias complejas en las que hay una combinación perfecta entre hombre y máquina. El Ferrari 412T2 era el tercer coche de la parrilla, pero disponía de un gran agarre mecánico y, en manos de Alesi, iba como un tiro bajo el agua. Su compañero Berger, sin embargo, no le sacaba ni la mitad de partido en esas circunstancias. Y eso que Berger también era bravo bajo el agua.

Total, Jean Alesi, al que la suerte siempre le fue esquiva, al no ganar en sus grandes días, días en los que eclipsaba a todos los demás, se ha quedado sólo en el recuerdo de quienes le vieron correr y vibraron con él. Y, ¿saben qué? Eso es lo que de veras cuenta.

Y cuando los amantes de la F1 recuerden grandes gestas, entre ellas aparecerá muchas veces en letras de oro -con ribetes de diamantes- el nombre de Jean Alesi, el más bravo de todos, el más valiente entre mil.

Gracias Jean, no ganaste pero, los que de verdad son grandes, no lo necesitan, curiosa paradoja. Sin embargo, nos dejaste muchos de los mejores momentos de la historia de la F1. Y es que el Alesi de los grandes días, no tiene parangón, haciendo "sentir" al espectador, emocionando como ningún otro.





2 comentarios:

  1. Buen artículo, los números y las estadísticas no le acompañan pero sólo lo recordarán los verdaderos amantes del automovilismo...

    ResponderEliminar
  2. No me salió como quise el artículo, pero bueno.

    ResponderEliminar