Uno de los nuestros
Nigel Mansell era, a principios de los 80, un piloto muy popular dentro de las islas del archipiélago británico y muy poco fuera de ellas. Con el tiempo eso cambió, al igual que mi percepción de él gracias a su estilo combativo, espectacular, exuberante, generoso…. y a su fichaje por Ferrari, en el cual encajó como un guante y caló muy hondo en el corazón de los tifosi pese a estar sólo dos temporadas y lograr tres victorias.
Fue el último piloto fichado por Enzo Ferrari y portó con orgullo y dignidad el legado del legendario número 27 de Gilles Villeneuve, además de sustituir con respeto a un piloto muy querido en Maranello: Michele Alboreto.
Que fuera el último piloto del Comendatore y que ganase en su debut cuando, a su vez, debutaba en F1 el cambio semiautomático, no son los motivos que transformaron a Mansell de: “The Lion” a: “Il Leone”, aunque no le vinieron mal. Ya por entonces, con sus trece triunfos y dos subcampeonatos, que muchos pensaron debían ser campeonatos, al lograr más poles y ganar más carreras que nadie, lo habían colocado como un piloto muy querido y carismático a nivel mundial, pero lo que le hizo grande de cara a los tifosi fue su llegada y comportamiento en Ferrari. Y llegar diciendo: "he cumplido mi sueño de niño, correr con Ferrari", fue una inmejorable tarjeta de presentación.
Su inesperado debut con victoria en Brasil con el novedoso Ferrari 640 de cambio semiautomático, que apenas duraba un puñado de vueltas sin pararse, fue genial, pero también estaba el furor austríaco Gerhard Berger, que venía de liderar el equipo las dos últimas temporadas con gran ardor y combatividad.
Mansell logró en Hungría 89 otro inesperado y brillante triunfo para la Scuderia. |
La victoria de Mansell en Hungría, partiendo desde atrás -puesto 12- puso al Mansell en el punto de mira de los tifosi, y su gran carrera en Portugal, ambas con espectaculares y geniales adelantamientos, dejaron a Mansell como favorito de los Ferraristas. En Hungría, su adelantamiento a Senna cuando se toparon con el Onyx de Johansson está en la memoria de todos los aficionados, pero quizá no tanto cuando en Portugal se ventiló a su compañero Berger, a Modena y a Warwick de una tacada.
De cara a 1990 ya era, sin duda, el favorito, dado su estilo, que encajaba más en el “patrón de piloto Ferrari”, creado involuntariamente por Gilles Villeneuve. Aunque Prost consiguió mejores resultados, Mansell era, el “chico”.
Nigel sólo ganó ese año en Portugal, en una carrera no exenta de polémica en la que cerró a su compañero Prost en la arrancada, pero ya estaba perdonado por los tifosi gracias a sus geniales actuaciones, sin recompensa, en las que, como escribió Javier del Arco “fue Villeneuve”. Esas carreras, esas actuaciones, fueron: Imola, Mónaco, México, Francia, Inglaterra y Australia.
En Imola, un Mansell crecido “en casa”, lo intentó todo en entrenos de cara a una pole imposible, saltándose chicanes, bordillos y lo que hiciera falta. No hubo pole, calificando quinto, alejado de las expectativas, pero con una demostración, un pundonor que compensó de sobra el resultado.
En carrera incluso fue mejor. Con su Ferrari tocado desde el inicio, remontó al estilo Villeneuve hasta su abandono, con un intento de adelantamiento a Berger, que acabó en un monumental trompo controlado magistralmente en Tamburello a más de 200km/h, cuando este lo mandó a la hierba. Y siguió atacando hasta que su coche dijo basta.
México 90, no ganó, pero su adelantamiento a Berger en la peraltada fue de lo mejor. |
En Mónaco Mansell fue eclipsado por su compañero Prost en entrenamientos, pero en carrera se convirtió en el protagonista tras remontar de décimo sexto a quinto, tras tocarse con Boutsen en la vuelta veintiuno luchando por el sexto lugar y al que acabó superando en la cincuenta y cinco tras recuperarle una vuelta, colocándose cuarto, para abandonar poco después luego de dar vidilla a la carrera.
Pero si en Mónaco dio vida, ¡que decir en México!, logrando eclipsar a Prost, que ganó la carrera, una de sus mejores, tras partir décimo tercero. Pero Mansell, que cedió, como todos, ante el Alain de los grandes días, no se conformó y dio el espectáculo en una genial batalla con Berger que recordó a la de Villeneuve-Arnoux de Dijon ´79, culminada con un exterior al austríaco en la peraltada. Y que todavía digan que el adelantamiento de Hakkinen en Spa 2000 es uno de los mejores sorpasos de la historia… Entonces este, ¿qué?
Francia e Inglaterra fueron el escenario del regreso a las poles de Ferrrari, que no lograba una desde Inglaterra ´88, rompiendo el empate a 107 que tenía por la primacía con Lotus. Nigel, de paso, volvía a las poles tras México ´87. Fueron dos grandes poles, sobre todo la de Inglaterra -esta insultante-, aunque en carrera no tuvo fortuna pese a su arrojo, sobre todo en casa.
Australia 90, no ganó, pero brilló en su última carrera en Ferrari. |
Y luego su despedida en Australia, con todo el pescado vendido y él poniendo la emoción. Tras fundir sus ruedas persiguiendo al infatigable e inalcanzable Senna, las cambió y remontó del quinto al segundo lugar; pero lo bonito no fue eso, sino su intento de adelantamiento a Piquet al final desde la nada. Por un momento pareció iba a ganar, luego la realidad nos puso, le puso, en su sitio, ya que era imposible apurar tanto la frenada. Pero fue ese intento, el no cejar, lo que emocionó, lo que gustó tanto, ese espíritu de lucha del león, que jamás se daba por vencido.
Son esas actuaciones, a mi modo de ver, las que convirtieron a Mansell en uno de los pilotos más queridos de Ferrari y, por tanto uno, de los más queridos en Italia, festejando los tifosi como suyos sus posteriores triunfos con Williams.
Como ven no incluyo su triunfo de Portugal, en el que todos se alegraron pese a que el resultado para el equipo no fue el óptimo, al perjudicar a Prost pero, como dije, estaba perdonado de antemano y, por otro lado, esa fue una carrera normal. Un buen triunfo, pero no hubo nada de especial, al contrario que en las otras carreras. Y es que ganar no lo es todo, por eso muchos pilotos de escaso palmarés son tan queridos, destacando más su entrega y generosidad que sus resultados y, en eso, el coraje de Mansell no parecía tener límites.
Los tifosi pasaron de decir: "Si Nigel es mágico, la Cicciolina* es vírgen", a: " Mansell hace soñar", convirtiéndose Nigel en uno de los ídolos de Ferrari y de Italia, convirtiéndose en: "il leone".
* Actriz porno italiana.
¡Ahí estamos!
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