viernes, 4 de diciembre de 2020

Los retos de los campeones

 



                    Abandonar a un campeón





Este artículo se lo dedico a mi hermano, que fue el que me dio la idea. La cosa va de los retos que se han puesto los campeones, sobre todo los más laureados. Entiéndase retos, en este caso, a arriesgarse a dejar el mejor equipo, o al equipo con el que han sido campeones, para intentar ganar con otro.

Dado que hay 33 campeones del mundo, me ceñiré, casi en exclusiva, a los que yo considero los cuatro mejores, que son, y cito cronológicamente: Fangio, Clark, Senna y Schumacher.

Fangio, el “Chueco”, el “genio de Balcarce” es, por porcentaje, el mejor de todos con un 47,06% de efectividad en victorias y 56,86% en poles. Por si fuera poco, ganó cuatro de sus cinco campeonatos con cuatro fabricantes: Alfa Romeo, Mercedes, Ferrari y Maserati. Nadie ha sido tan efectivo ni, digamos, polivalente. Es decir, ganador con distintos coches. Eso hace que muchos, y razones no les faltan, lo consideren el mejor de todos los tiempos. Que en 1950 perdiera, a igualdad de coche, frente a Giuseppe “Nino” Farina, el título, o que la leyenda diga en Mercedes había órdenes a su favor -en detrimento de Stirling Moss- y que en Sports no era tan bueno al no ver las ruedas, a diferencia de un monoplaza-, no le resta ningún mérito.



Juan Manuel Fangio, que ganaba con todo es, para muchos, el MEJOR.


Pero retos, lo que se dice retos, no buscó. Se limitó a buscar el mejor asiento. Si lo consiguió siempre no lo sé, pero los resultados están ahí. No tuvo tiempo de hacer competitivo un coche, pero les sacó el mejor partido. Claro que entonces eso de fichar por un equipo e involucrarse en su desarrollo años vista, en un proyecto que dicen ahora, no pasaba.

El estar ausente de la temporada 1952 por lesión -rotura de cuello- le permitió tener mejores estadísticas ya que, ese año -y el siguiente- Alberto Ascari y su Ferrari 500 eran intocables, ganando, en ese periodo, Ferrari 14 carreras y Ascari 11 de 15 posibles. (No contando las 500 de Indianápolis).

Es evidente que Ascari, con un porcentaje de 40,63% en victorias y 43,75 en poles, amén de sus dos entorchados y de que Fangio lo considerase su más temible rival, es uno de los más grandes, pero el hecho de que sus mayores éxitos fueran en el periodo de máximo dominio de Ferrari, hacen que su caché baje un poco. En mi opinión de modo injusto.



Ascari-Ferrari, un binomio imbatible.


Jim Clark, bicampeón del mundo y muerto a los 32 años, con unos cuantos años de carrera por delante, es otro de los más grandes pese a que toda su carrera la hizo en el equipo Lotus de Colin Chapman, por tanto, no buscó ningún reto. Sus inicios fueron titubeantes, siendo superado por Stirling Moss y su Lotus privado de Rob Walker. De hecho, las cuatro primeras victorias de Lotus en F1 (1) las logró Sir Stirling Moss con el Lotus privado. Como fuere, una vez acoplado a Lotus y a los inventos de Chapman, fue casi intocable. La gran rapidez de los monoplazas de Chapman le dieron múltiples victorias y poles, con un porcentaje nada desdeñable de 34,72% en victorias y 45,83% en poles. Pero los Lotus eran frágiles, y eso le quitó victorias y un título, el de 1964. Su prematura muerte le impidió mejorar un palmarés, entonces y ahora, envidiable.

Respecto a Stirling Moss, que lo superó en sus inicios, el estrellarse en Godwood en 1962 de gravedad, puso fin a su carrera y nos impidió ver al “campeón sin corona” mejor de todos los tiempos -esto es indudable- ser campeón y medirse con las nuevas estrellas encabezadas por Clark.



¡Deprisa, deprisa! Así transcurrió la vida del siempre joven Jim Clark.


Ayrton Senna da Silva es, pese a no tener ni el récord absoluto ni relativo de poles, considerado el Rey de la misma, con unas vueltas escalofriantes que dieron lugar a su apodo: “Magic”. Hacía poles sin el mejor coche y, con él, aplastaba. Todo velocidad, Senna era de lo mejor y, como Clark, su carrera se vio truncada por la muerte. Tres títulos, 41 victorias (25,47%) y 65 poles (40,37%) se hacen poco para un piloto que pudo haber ganado mucho más (2). Pero tampoco buscó retos. Lo que si hizo fue ofrecerse gratis a Williams porque quería ganar. Y para eso, por muy bueno que se sea -y vaya si él lo era-, siempre hay que tener el mejor material y entonces, el Williams lo era. Eso de que a los pilotos les gusta competir y tal queda muy bien de cara a la galería, pero si no ganan, lo de competir no les gusta tanto. Y por eso se van al mejor equipo. Punto.



Senna se dejó en Imola una ristra de récords y, lo verdaderamente importante, su vida.


Quien si buscó un reto fue Michael Schumacher, el “Kaiser”, “cara de galleta” y “Schummel Schumi” (Schumacher el tramposo). Tras ganar dos títulos con Benetton tuvo las narices, la valentía, la osadía si prefieren, de irse a una Ferrari que no ganaba el mundial de pilotos desde hacía dieciséis años y que, en los últimos cinco apenas había ganado dos carreras. Irse a Ferrari, estando así y con toda su presión mediática, la mayor de todas, no era un reto menor, sino todo lo contrario. Y no había nada que indicara la tónica iba a cambiar, salvo que él si lo creía. Para ello se rodeó de muchos de los técnicos que lo hicieron campeón en Benetton contando además, con un apoyo casi ilimitado de Ferrari, vía Montezemolo, su presidente, y Jean Todt, director deportivo. Y es que la empresa era de un tamaño colosal. Hasta que llegó el éxito pasaron cinco años, accidentes -rotura de pierna- y algún que otro sinsabor. Justo por eso, muchos lo consideraban el mejor de todos los tiempos, al bregar con el segundo mejor coche, lejos del primero, y optar al título. No había más que ver donde estaban sus compañeros. De hecho, en los cinco años que logró el título, sólo en dos dispuso de una máquina dominante. Como muestra un botón: Barrichello sólo fue subcampeón dos veces de cinco oportunidades. Así que ni caso a aquellos que decían que Ferrari jamás tuvo competencia en la era Schumi, olvidando los cinco primeros años del Kaiser en Maranello y despreciando los siguientes. Pero independiente de las marcas de Schumi -mermadas por su nefasto regreso de 2010-, siete títulos, 91 victorias (29,64%) y 68 poles (22,15%), Schumacher aceptó el reto de ir a un equipo en horas bajas dejando uno ganador. Un equipo al que todos querían ir, pero cuando ganase. Eso de jugársela, nada de nada. Y luego aceptó otro reto, volver a la F1 en Mercedes, cuando lo más sencillo habría sido hacerlo en Ferrari.



Schumacher fue a Ferrari seguro de su talento y devolvió los laureles a Maranello.


Es por ello que digo que los grandes pilotos, y los demás, lo que buscan, con sus excepciones, es el mejor asiento, no hacérselo. Por eso Hamilton, que tanto dice le gustaría ir a Ferrari, no va, porque sabe que si lo hace, dejará de ganar. Y eso no le hace ni pizca de gracia. Dice querer ir a Ferrari, pero al igual que Senna, sólo quiere hacerlo cuando esta sea competitiva o como colofón a su carrera, cuando ya haya logrado sus objetivos. Vamos, que de arriesgarse, de asumir el reto, nada de nada.

Hamilton, que atesora todos los récords absolutos -los relativos son de Fangio-, de haber seguido en el equipo Mclaren, que lo apoyó sin reservas desde los diez años y del que en su momento dijo querer hacer ahí toda su carrera, ahora mismo estaría con un solo título y, muy probablemente, Rosberg con siete. Y es que su fichaje por Mercedes no le pudo salir mejor. Pero fue un cambio de aires y además, tampoco arriesgaba tanto, ya que ni uno -Mclaren- ni otro -Mercedes- ganaban. Pero él, o bien creyó en ellos, o no creyó en Mclaren, o ambas. Y le salió redondo. Pero de haber habido otro equipo mejor, los habría abandonado. Al menos lo habría intentado. Y no es nada malo, sino un hecho. Cada cual se busca lo mejor.



Hamilton se ha hecho con todos los récords. Ir a Mercedes le trajo "estrella".


Ahora toca hablar del quinto que, al igual que en los toros, no hay quinto malo: Sir Jackie Stewart, que bien lo podría colocar en el poker de mejores pilotos de todos los tiempos que he citado al principio, dejando esta de serlo para pasar a ser un repoker.

Sir Jackie Stewart, tuvo en su momento el récord absoluto de victorias, con 27 sobre 99GGPP para un porcentaje del 27,27%, realizó carreras magistrales, sobre todo Nürburgring 1968 bajo un aguacero ganando por más de cuatro minutos sobre el segundo (Graham Hill) y Monza 1973, remontando una vuelta tras un pinchazo con un motor renqueante. Pero le pasa casi como a Alberto Ascari, que la mayoría de sus éxitos las logró en un sólo equipo, el Tyrrell, pero cuando lo hizo anteriormente en MATRA, la estructura del equipo la llevaba Ken Tyrrell. Por tanto, el gran tricampeón escocés tampoco buscó retos, ni falta que le hacía.



Jackie Stewart, el escocés volador, gano casi una de cada tres carreras en las que participó.


Y así más o menos todos, porque todos buscan el mejor asiento disponible, salvo la excepción antes comentada -la de Schumi- y alguna más, como la de Alesi, que prefería Ferrari a cualquier otra, o Niki Lauda, que harto de Ferrari y seguro de su capacidad, abandonó el equipo en 1977 tras procalamarse campeón.

Alain Prost dejó Mclaren, coche con el que ganó el título de 1989, por Ferrari en 1990, pero en su caso “huía” de Senna y Ferrari era la mejor opción, nada que ver con lo que hizo Schumi años después.

Otro que buscó retos fue Fernando Alonso que, al igual que Schumacher, dejó el equipo que le hizo bicampeón por Mclaren, que no parecía ser una opción tan buena como la que abandonaba. Por poco no le salió redondo, pero no se trata de eso, como tampoco se trata de que a Lauda no le saliese, sino de que al menos lo intentaron, por el motivo que fuera.



Jack Brabham, en la foto junto a Francoise Hardy, campeón con su propio coche, caso único.


Capítulo aparte “Jack Black” Brabham, “Il grande John” Surtees y Emerson “Emmo” Fittipaldi que, por un motivo u otro, abandonaron equipos competitivos. Brahbam para crear el suyo, con el que triunfó; Surtees, por desavenencias con Ferrari, se fue y perdió un más que posible título en 1966 -el que ganó Brabham- pensando, como Lauda más tarde, que podría ganar allá donde fuera -luego creo también su propio equipo-, mientras que Fittipaldi, dejó un equipazo como era en 1975 Mclaren para enrolarse en el equipo brasileño de su hermano Wilson, el “tigre”, Copersucar en 1976. No volvió a ganar.



Fittipaldi, el apellido más famoso dentro de los pilotos, abandonó Mclaren y con ello, el éxito.


En resumen, que menos lobos caperucita, con honrosas excepciones, nadie busca retos -el que definí al principio-, sino el mejor asiento, porque lo que quieren es ganar. Y me parece muy bien, pero luego que no vayan de guays diciendo que les gusta competir y tal, parafernalia muy bonita de cara a la galería pero que, ante la opción de ganar comodamente, se apaga como un fuego de campamento después de un aguacero.

(1) http://elsofadelaf1.blogspot.com/2017/01/victorias-totales.html

(2)http://elsofadelaf1.blogspot.com/2016/12/y-si-senna-no-se-hubiese-matado.html

4 comentarios:

  1. Y por eso mismo, tampoco quieren compañeros de equipo competitivos.

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  2. Gran artículo, aprendiendo de F1 como siempre. Un honor la dedicatoria ;)
    Gracias

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  3. Mclaren había ganado más carreras que Renault en 2005, así que Alonso fue a un gran equipo y con un gran auto, solo que se encontró con un debutante que lo volvió loco, un tal Hamilton.

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