martes, 4 de diciembre de 2018

Síntesis temporada 2018




                               Gris sobre gris








Los campeonatos fueron ganados por quienes más lo merecieron: Hamilton y Mercedes.
Ambos fueron los mejores. En el caso de Hamilton hay que matizar, ya que sus únicos rivales eran los pilotos de Ferrari, Vettel y Raikkönen y su compañero de equipo, Bottas; y por ello otros grandes pilotos no entran en la ecuación, bien sean los dos de Red Bull, bien algún otro que creamos capacitado, o Fernando Alonso, que tiene talento de sobra para batir, a igualdad de máquina, a quien se le ponga por delante.
A lo que me refiero es a que, independientemente de a que piloto consideremos a día de hoy el mejor, la verdad es que hay un puñado dónde elegir, mientras que hace unos años, nos guste o no, Schumacher y Senna eran los líderes indiscutibles. Por muchos récords que tenga Hamilton, no está, ni se le espera, a la altura de los dos antes citados. No es un secreto que muchos piensen que, en caso de haber elegido bien -y con la misma fortuna- Alonso bien podría tener unos registros similares -o mejores- a los de Hamilton.
Hamilton ha ganado cuatro de sus cinco títulos con el mejor coche, sólo el de 2008 lo logró con uno que no lo era. Pero para compensar, en 2016, con el mejor, cedió ante su compañero Rosberg pese a los dos regalitos de la FIA en Mónaco y México, donde sumó dos inmerecidos triunfos.
Hablado de Ham, de su máquina. El Mercedes fue, por quinto año consecutivo, y cada vez con menor margen, el mejor monoplaza. Sufrió en México, Austria y Mónaco, donde fue superado por Red Bull y Ferrari, teniendo casi siempre en la nuca a estos últimos, que fueron capaces de plantarles cara más a menudo que nunca, con primeras lineas incluidas.



Vettel ganó las dos primeras carreras, pero a falta de dos, el campeón era Hamilton.




Por si fuera poco, las veces que Hamilton o Mercedes fallaron, ni Ferrari ni Vettel pudieron aprovechalo, mientras que al contrario sí. La peor actuación de Mercedes y Hamilton del año fue en Austria, con abandono -donde de todas formas sólo iba a ser cuarto- viendo como Vettel apenas era tercero. Un Vettel que seguramente habría ganado de no haber sufrido una estúpida e injusta sanción de tres posiciones en los entrenos por estorbar a Sainz. Luego, por algo similar, pero peor, en Brasil con Hamilton, hicieron la vista gorda. Si a esto añadimos el fallo morrocotudo de Vettel en Alemania cuando tenía la victoria a su alcance, más la lluvia y el coche de seguridad -provocado por Vettel- que beneficiaron a Hamilton -que además se libró de una sanción por saltarse la entrada a boxes (otra...)  y que su compañero fue llamado al orden para evitar lo superase-, queda claro que la Diosa Fortuna estaba de su lado. Ni siquiera cuando Kimi lo mandó al final al tocarlo en Inglaterra tuvo mucho efecto, ya que remontó brillantemente hasta el segundo lugar, de nuevo ayudado por un coche de seguridad. Eso, y por tener, de largo, el mejor monoplaza.
Valteri Bottas no ganó, a diferencia del año anterior, carrera alguna, pero China debió ser suya. Algunos dirán también Baku, y es cierto, pero yo me refiero sin incidentes. Y sin incidentes habría sido segundo. Fue mejor que Hamilton en: Barheín, Baku y, sobre todo, Canadá y China, donde lo barrió; estando a la par en Rusia, donde lo dejó ganar, al igual que en Alemania, aunque en este caso Ham venía desde atrás tras un problema en los entrenos. Mala suerte para un Bottas que así todo, a mi parecer, mostró un nivel más bajo al de 2017. Y no por falta de triunfos, sino por su falta de ritmo en general y por los errores cometidos en su lucha rueda con rueda. Su defensa de posición en Hungría y Abu Dabhi estuvieron de más. Se pasó tres pueblos.



Verstappen maduró como piloto y estuvo, muchas veces, sublime, otras, no tanto.



Al margen de máquina, como equipo, a nivel estratégico, en Mercedes también fueron los mejores.
Con todos estos datos: mejor piloto, coche y equipo, extraña que el título pilotos se decidiera a falta de dos GGPP y el de marcas a sólo uno. Pero la realidad es que el título de pilotos quedó visto para sentencia en Singapur, y el de marcas, otro tanto, pese a que en Austin Ferrari metió presión.
Sobre un total de 21 GGPP Mercedes ganó 11, obtuvo 13 poles y 10 vueltas rápidas, por 6-6-4 y 4-2-6 de Ferrari y Red Bull respectivamente.
Lo que se dijo tras Spa, de que el Ferrari era el mejor -por poco, eso sí- monoplaza, no se sostenía por ningún lado, y mucho menos a final de temporada, donde el sprint final de los ¿germanos? (su coche es "made in England") fue arrollador. Estas afirmaciones más bien venían por parte de una prensa que no le perdona a Vettel haber ganado cuatro títulos con el mejor coche. Vamos, lo que han hecho la práctica totalidad de los campeones: ganar con el mejor coche. Pero claro, a unos se les permite todo, y a otros nada. Pues Vettel, para ganar esos títulos contó con el mejor monoplaza, sí, el más veloz -aunque muchas veces falto de fiabilidad- pero tuvo que superar a su compañero de equipo. Y lo hizo. Lo mismo que este año, pese a estar un tanto perdido y fallón, superó -por cuarto año consecutivo- a Raikkönen.
Ferrari estuvo más cerca de Mercedes de lo que las cifras dicen, sobre todo en la primera parte del año, pero al final murieron en la orilla. Tan cerca y a la vez tan lejos. Veremos el año venidero.



Checo Pérez "pilló" podio en Baku, el único de "la otra liga" que lo hizo.



La fortuna les sonrió la primera cita y, tras ganar en Barheín, se dejaron comer “la tortilla” en China -para luego ser Vettel embestido por Verstappen- mientras en Baku, el coche de seguridad les perjudicó, al revés que en Australia. En su afán por recuperar, Vettel pasó de segundo a cuarto, y ahí se quedó. A eso añádanle los fallos de pilotaje de Vettel en Francia, Alemania, Monza y Austin -más alguno que otro táctico del equipo- y ya pueden ver con claridad meridiana que los primeros enemigos han sido ellos mismos.
Red Bull tuvo muchos altibajos. La temporada comenzó con fallos de pilotaje y averías para Verstappen, que luego se irían para el lado de un Ricciardo que, tal vez menos brillante esta vez, cometió menos errores. Verstappen pareció a mitad de temporada haber adquirido una madurez propia de los grandes campeones. Realizó grandes carreras siendo agresivo pero justo, lo que no quiere decir que no le vayamos a ver en el futuro “armándola” de nuevo. Hay cosas que no cambian. Pero ya no va a ser tan, digámoslo así, irresponsable.
Lo peor por parte de Max fue no dar su brazo a torcer en Baku ante su compañero, que tenía más ritmo. Su defensa de posición llegó a tal extremo, que provocó el accidente y abandono de ambos. Y eso que días antes se había llevado puesto a Vettel... Claro que en ese GP -China-, ganado por su compañero Ricciardo a base de táctica, el holandés fue sacado de pista por Hamilton , sin que nadie tomase medidas al respecto... y es que como hemos venido viendo estos últimos años, Mercedes y Hamilton parecen tener carta blanca. Dicho lo cual, Max tampoco debe quejarse, porque para las que ha liado, ha salido muy bien parado, ya que a casa deberían haberlo mandado alguna que otra vez para que se calmase. Su afán por ganar lo llevó a autoeliminarse en Mónaco, donde podría haber sido el poleman mas joven de la historia. Su siguiente oportunidad -y última en condiciones normales- fue en México, pero claudicó ante su compañero Ricciardo, y no le hizo ni pizca de gracia.
Este, Ricciardo, harto del ambiente enrarecido en el equipo, que está claramente a favor de Verstappen, decidió tomar las de “villadiego” e irse a Renault, en lo que es una decisión arriesgada. Se va de un equipo que gana carreras y que en 2020 -o antes- puede optar al título, a uno que difícilmente ganará carreras hasta 2020. Lo bueno de su llegada será, entre otras cosas, comprobar el verdadero nivel de Nico Hulkenberg, al que muchos consideramos tan bueno como el que más.



Kimi volvió en Austin a los más alto, 5 años después, para alegría de todos.




Una Renault que este año se colocó como primera del resto. Hulkenberg y Sainz cuajaron grandes actuaciones cuando su coche se lo permitió, eso sí, sin llegar al podio, cosa que ambos pilotos merecen y que en el caso de Hulkenberg, con 156 GGPP a sus espaldas, merece de sobra.
Haas-Ferrari, que para muchos en un Ferrari B -eso mismo podrían decir, con más razón si cabe, del Sauber- acabó quinto en la tabla, que hubiera sido sexto de no haber cambiado de dueño Force India, perdiendo esta los puntos acumulados hasta Hungría. Claro que, en mi opinión, tanto Grosjean como Magnussen, no estuvieron a la altura del material de que dispusieron. Demasiados errores y carreras poco sólidas. Creo podrían haberlo hecho mejor y, en ese caso, Haas podría haber sido cuarta. Pero tal vez no sea así, porque los dos han sido renovados.
Sus pilotos tienen “tela”. Grosjean no es, a mi parecer, sucio, pero comete demasiados errores y causa accidentes, en tanto que Magnussen es, sencillamente, de lo peor. Un estilo Verstappen pero sin el talento de éste.
Mclaren acabó el año como sexto equipo, más que nada por la superclase de Alonso que, en opinión de algunos, como Emerson Fittipaldi, es el piloto más completo de la F1 actual. Este año y con motores Renault, Mclaren se quitó la máscara viéndose sin trampa ni cartón sus carencias. Algunos nos dejamos engañar el año pasado -la mayoría, siempre-, cuando el Mclaren se arrastraba en recta y luego era igual de veloz en curva, pero ya habíamos dicho que Mclaren, en sus dos últimas temporadas con motor Mercedes, una de ellas con el mejor motor de largo, no había hecho nada. Las excusas con Honda, que sólo los equipaba a ellos, se acabaron este año con Renault. Lo que es verdaderamente grave, no es que el coche no fuera bueno, sino que tras tres años con Honda, no supiesen en realidad que no lo era. Eso, o se autoengañaban. Las excusas pueden valer, pero has de saber en qué fallas para mejorar, y parece que Mclaren no lo sabía. Y ahí la culpa es de todos, Alonso incluido. Un Alonso que se retiró con palabras bonitas de todos, Hamilton y Vettel incluidos. Seguro que de estar en un coche competitivo el Español, no lo echarían sus rivales tanto de menos, al contrario. ¡Que más que competir, nos gusta ganar, que no engañáis a nadie! E incluyo a TODOS.



Alonso abandonó la F1 harto de sinsabores. Malas y muy malas elecciones apartaron del éxito a uno de los mejores.



Force India fue séptimo, que hubiera sido quinto, de no habérsele quitado los puntos conseguidos hasta Hungría, cuando el equipo cambió de dueños. Con escasos medios, bastante hicieron y, al igual que Haas, sin los errores de sus pilotos -que volvieron a chocar entre sí- hubieran optado al cuarto lugar. Checo Pérez por su parte, fue el único fuera de los tres equipos punteros que subió al podio, al acabar tercero en Baku.
Sauber fue octavo, luego de haber empezado como el peor equipo, fue mejorando poco a poco y se convirtió en un adicto a la Q3, aunque su rendimiento bajaba en carrera. Ericsson y, sobre todo, su flojo inicio, les pesaron de cara a una clasificación final mejor. El año que viene, con más experiencia y con Kimi Raikkönen y Antonio Giovinazzi, una sólida pareja de pilotos, sólo deberían mejorar.
Toro Rosso tuvo, al igual que sus hermanos mayores, muchos altibajos, en este caso en parte por hacer de “conejillo de Indias” del motor Honda para Red Bull, que lo usará el año que viene. Brendon Hartley no cumplió las expectativas, a diferencia de Pierre Gasly, que lo hizo tan bien, que se ganó el pase a Red Bull. Una Red Bull que había dicho, poco antes de ascenderlo, que en caso de irse uno se sus pilotos, subirían a Sainz. Pero claro, a Verstappen no le apetece tener a Carlos a su lado, de modo que suben a Gasly y asunto resuelto. Gasly brilló en Barhein y Hungría, dónde fue cuarto y sexto respectivamente. Luego, el equipo no pudo mantener ese nivel.
Por último, Williams, en la que es su peor campaña desde su debut. Vale que Sirotkin y Stroll no son los más adecuados para sacar partido a un coche difícil como ha sido este año el Williams, pero un equipo de tal calibre no debería nunca haber caído tan bajo. Con el mismo motor y unos medios económicos similares -no así logísticos, que eran menores- Force India lo ha hecho infinitamente mejor.



Leclerc y Sauber causaron sensación. El primero ganó su pase a Ferrari, nada menos.



Un histórico como Williams no merece estar en esta situación. Me gustaría pensar que han tocado fondo y no pueden de aquí en adelante sino mejorar, pero no es tan sencillo, porque a peor, pueden ir, aunque no lo deseo. El regreso de Robert Kubica a su volante puede ser mediaticamente interesante e incluso atraiga patrocinadores, pero si el polaco no va, se les puede volver en su contra. Su otro piloto, George Russell es, al menos para mí, toda una incógnita.
La temporada 2019 se presenta, a priori, como la más emocionante y abierta desde 2010, con tres equipos que pueden optar al título, si bien es verdad que si Red Bull no entra en la lucha, no se les puede reprochar nada, ya que es su primer año con Honda. Pero pese a eso, o por eso, nadie debe descartarlos. Ellos no se esconden y apuntan alto, lo cual es de agradecer.
Ahora está por ver si la próxima temporada cumple las expectativas.

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