Donna de la velocitá
Claro que lo de tifosi Ferrari es una
redundancia porque para mí, tifosi significa fan de Ferrari. Sí, ya
sé que no es eso lo que significa tifosi, pero me es igual. Lo mismo
que las “Velux” son tragaluces, aunque las fabriquen más marcas,
tifosi es fan de Ferrari, aunque en realidad lo puedan ser de cualquier
cosa.
Aclarado esto, nos situamos en la
estación Central de Milán el 12 de septiembre de 2010.
Tres amigos y yo estábamos esperando
el tren que os llevaría a Monza -y de ahí en autobús gratuito al
circuito- para ver la carrera.
Había un poco de revuelo a la espera
del tren. No estaba claro cual coger, y la gente deambulaba de aquí
para allá para ver cual era el correcto.
Y entonces la vi, corriendo por en
andén con su bandera de Ferrari. Parecía sacada de una comedía
romántica italiana de los 60, o de ahora, ya que parecía un cruce
entre Claudia Cardinale y Manuela Arcuri.
¿Tan bella era?
Sólo la vi apenas unos segundos, antes
de que cada uno fuese por su lado, pero ese es el recuerdo que tengo.
Tal vez no era tan guapa, tan deslumbrante, ya que de ser así, se me
habría parado el corazón. De sobra es sabido que la memoria no sólo
almacena recuerdos, sino que les da lustre.
Sin duda era muy guapa, yo creo -quiero
creer que diría Mulder- que tanto como la recuerdo, y si no
se me paró el corazón entonces fue por un mero instinto de
supervivencia.
Eso fue lo que me permitió seguir
tranquilamente -o no tan tranquilamente- hacia Monza a ver triunfar a
los Ferrari.
Alonso nos dio -a ella, a millones de
tifosi y a mí- la que es la última victoria de Ferrari en Monza
hasta la fecha.
Sin duda los dos vivimos un día
extraordinario. Además, ese día -y los anteriores- vi muchas
raggazinas muy bellas, en Milán, Bérgamo y Monza. Pero ninguna
como ella.
Morena y esbelta, tímida y seductora a
la vez, corría a por el tren con la bandera de Ferrari al hombro.
Más que cualquier otra cosa, verla me produjo ternura, deseos de
abrazarla y protegerla -como si yo pudiera proteger a alguien- ya que
estaba sola. Al menos no la vi con nadie. Entonces imaginé que
ella iría sola al circuito para ver a Ferrari porque ninguna de sus
amigas quería acompañarla.
Con gusto lo hubiera hecho yo. ¡Que
bien lo hubiéramos pasado! Incluso no me hubiera importado perderme
algunas partes de la carrera, contemplándola a ella. Como un partido
de tenis, a veces la pista, a veces ella. O siempre ella, con esa belleza eterna y su pelo negro salido de chispas de tinta azul.
Me lo pasé de maravilla esos escasos
días que estuve en Italia, y el recuerdo de ella, por extraño que
parezca, es el mejor que tengo.
Me gustas mucho, Donna de la velocitá, tifosi Ferrari, pero nunca lo sabrás. ¡Ni falta que te hace!
PD Evidentemente no hay foto de ella, y no encuentro ninguna de una tifosi que la haga justicia, de modo que he puesto estas dos bellezas morenas "de Ferrari", que pueden recordar, aunque sea timidamente, a la Donna de la velocitá, cuyo nombre, siempre será un misterio para mí.
Pese a todo, esto es un blog de F1, aquí está el ganador de la carrera: Alonso con Ferrari. |
Bonita descripción del momento y de la chica, habrá que volver! ;-)
ResponderEliminar