En el punto de mira
A nadie se le escapa que Vettel no es
querido, y por tanto, vilipendiado. Haga lo que haga, nunca va a
estar bien. Si gana es porque dispone del mejor coche -sólo él, su
compañero no, claaaro- y si pierde, entonces es porque no sabe aprovechar el
material que dispone, aunque haya quedado por delante de su
compañero, lo que no deja de ser una contradicción.
Muchos, para criticarlo, hablan de
2014, cuando Ricciardo fue mejor que él -la única vez que lo superó
su compañero de equipo- y olvidan todas las demás. Por supuesto,
cuando ganó sus cuatro títulos, lo hizo con el mejor coche cosa
que, pese haberle sucedido a muchos otros, sólo es molesto cuando a
él -y otros que, como él, tampoco gustan- les ocurre. Nadie habla
de Clark con su imbatible Lotus, o de los Mclaren de 1988-89 de Senna
-y Prost- que, con menor margen, siguieron siendo los mejores dos
años más, etc...
Cierto que es posible ganar con un
coche que no es el mejor -siempre y cuando la diferencia con este no
sea mucha- o con uno que no sea el más rápido pero que lo compense
con fiabilidad, como hizo Lauda, por ejemplo, en 1977 -lean el
artículo anterior-, cosa que le sucedió, pero a la inversa, a Seb
en 2010 y 2012.
En 2010 Seb tuvo el coche más veloz y
además, era el niño mimado en el equipo. Esto tampoco es inédito,
por ejemplo, muchos de quienes lo criticaron por ello, no decían
nada de cuando Alonso lo era también en Renault y Ferrari.
En 2010 Seb se dejó dos victorias por
la falta de fiabilidad de su coche: Barhein y Corea, siendo estas
heredadas por Alonso. Eso quiere decir que Seb se dejó 64 puntos.
Vamos, que se habría proclamado campeón con una cita de antelación. Es
por eso que veo más dolorosa la derrota de Alonso en 2012 que la de
2010, aunque a priori parezca lo contrario. Y es que en 2012 el
Mclaren del tan aclamado Hamilton fue tan rápido o más que el Red
Bull y el Ferrari era la tercera fuerza. El título fue para el
alemán a causa de los incidentes que tuvo Alonso en las salidas de
los GGPP de Bélgica y Japón a causa de terceros: los Lotus de
Grosjean y Raikkönen. Vettel nunca tuvo que abandonar por un
incidente que no fuese culpa suya, de su coche, o de su equipo, pero
Alonso sí, dos veces. Es por eso que pienso Vettel mereció tanto
como Alonso el título de 2010, pero en 2012, no. El que lo mereció
más que nadie fue el “Nano”.
Los primeros pasos de Vettel en F1 fueron con BMW-Sauber, lo que era Sauber y hoy es Alfa Romeo. |
Aclarado esto, quisiera comentar el año
2011, en la que Vettel tuvo el mejor coche de largo -aunque no tanto
como los Mercedes de 2014 a 2016- en la que muchas veces salía
disparado y luego se limitaba a mantener la distancia. En Canadá eso
le costó la victoria ya que por no aumentar la ventaja con facilidad
cuando podía, cometió un error al final bajo asfalto delicado
cuando Button lo presionaba.
Luego, en La India, estuvo toda la
carrera controlando a Button con un margen de 2 a 4 segundos mientras
los comentaristas de la “secta” -creo era la sexta, entonces-
decían que, de querer, Vettel le metería un mundo. No lo niego,
pero yo pensaba que habiendo dos paradas en boxes por medio, no era
muy inteligente comandar por tan escaso margen, ya que en caso de un
fallo en los repostajes, perdería el liderato y, dadas las enormes
dificultades para adelantar, la victoria. Por suerte para él, no
llegó la sangre al río.
En 2013, cuando su coche estuvo a
punto, encadenó nueve victorias seguidas, entre ellas la de
Singapur, lograda de modo tan insultante, que muchos -como yo- se
quedaron con la mosca detrás de la oreja. Su supremacía fue tal,
que pasará a los anales como una de las mejores demostraciones de
pilotaje de todos los tiempos, como la de Jim Clark en Monza 1967, o
la de Jackie Stewart en esa misma pista, pero en 1973, por ejemplo.
Giancarlo Minardi, uno de los críticos,
afirmó de Vettel -que momentaneamente llegó a girar entre 2 y 3
segundos más rápido que sus perseguidores- aceleraba 50 metros
antes que sus rivales y que su motor Renault sonaba “raro”, dando
a entender que disponía de un control de tracción.
Yo no lo creo, por varias razones, a
saber: porque el control de tracción era la cantinela de siempre
cuando alguien destacaba, porque nunca más volvió a mostrar tal
superioridad esa temporada y, sobre todo, porque no tiene ningún
sentido hacer un coche ilegal para una sola carrera. O para todas o
para ninguna. Pero también podría ser que vieran les podían pillar
y lo dejasen correr. Que cada cual piense lo que considere oportuno.
Yo creo que no hubo nada ilegal y que fue una demostración de
conducción de esas que rara vez se ven. Y como son tan raras, a
veces se ponen en tela de juicio.
Su gran victoria en Singapur 2013, fue puesta en tela de juicio por algunos, como Giancarlo Minardi. |
También hubo quienes no dieron crédito
a las declaraciones de Minardi, pero en lugar de rebatirlas con
razones, se limitaron a descalificarlo, diciendo cosas así como:
“¿que sabrá él, cuyo equipo nunca hizo nada en F1?”, y cosas
así. Bueno, por esa regla de tres, pocos podrían opinar, ¿no? Ya
que ese patético argumento viene a decir, que si no has triunfado en
aquello de lo que hablas, estás desautorizado a dar una opinión
fiable. Bueno, pues entonces eso se aplicaría al 99% de los que
opinamos. Otro ejemplo para los duros de entendederas: nadie pude
criticar a Schumi en F1, porque nadie tiene más títulos que él.
Estúpido, ¿verdad? Pues eso.
La “relación” Vettel-Minardi era
anterior, ya que él pilotó para el equipo de Faenza años antes,
lamentablemente cuando ya no se llamaba así. De todos modos, en otra
demostración de pilotaje, lo llevó a una emotiva victoria en Monza
en 2008, la primera del equipo y la primera de un motor Ferrari en
otro chasis; única victoria en ambos casos.
Yo a Vettel lo considero, desde la
retirada de Michael Schumacher, uno de los tres mejores pilotos de la
parrilla junto a Hamilton y Alonso. Claro que desde entonces ha
habido más que puedan considerarse casi al nivel, o al nivel, de
estos tres, pero eso depende de quien juzgue. Ricciardo -que superó
a Vettel en 2014- y Verstappen, son dos de ellos. Nico Hulkenberg, al
que tengo en gran estima, podría ser otro. Este año, como compañero
de Ricciardo, se podrá ver si estoy en lo cierto o, si como muchas
otras veces, estoy equivocado.
Vettel es un piloto que tiene cosas que
me gustan y otras que no -como todos- pero en este caso, de forma quizá más
acusada.
Me gusta que sea, al igual que Karun
Chandhok, un verdadero apasionado a la F1, sepa de su historia,
estadísticas, etc... Fue a Ferrari para seguir los pasos de su
ídolo, Michael Schumacher, además de querer formar parte de la
escuadra más mítica del automovilismo mundial -donde se ha
integrado de maravilla-, lleva una vida sencilla fuera de las “redes”
y su mujer es su novia de “toda la vida”. Por si esto fuera poco,
le cerró la boca al periodista independentista catalán, Josep Lluis Merlos, que le dijo: “yo no
soy español, soy catalán” y Vetttel, riéndose a su cara le
espetó: “oh, sí, es una gran diferencia, como ser de Baviera y
Alemán”.
Por la parte negativa, no me gustó
como le robó la victoria a Webber en Malasia 2013, aprovechándose
de que el australiano estaba conservando porque las órdenes era
mantener posiciones tras la segunda parada. De no haber sido así,
Vettel no lo habría cogido desprevenido y no lo habría podido poder
pasar. ¡Pero si se le emparejó a mitad de recta! Eso no lo hacen ni
con un doblado, por favor.
Para rematarlo, una vez campeón, no
tuvo el detalle de devolverle lo “robado”. Hubiera sido genial lo
dejase ganar a Webber en su despedida en Brasil. Pero creo que ahí
pesó mucho también las ganas de Vettel de igualar el récord de
Ascari de 9 victorias consecutivas, cosa que hizo.
En Turquía 2010 provocó el accidente
con su compañero -Webber- que sacó a este de pista -el acabó
tercero- siendo incapaz de reconocer su error. Y que se uniera a la
lista de papanatas que apoyaron al desgraciado de Rossi cuando tiró
de una patada a Márquez en Malasia 2015... lamentable.
Como ven, luces y sombras en el
carácter de Vettel, al menos para mí. Seguro que para otros todo
serán luces y para otros, sombras. Pero en definitiva, un gran
piloto eclipsado por la popularidad de otros, pero eso sí, con un
gran talento y muchos seguidores, aunque no tantos como los de las
“starlettes” de ahora - léase Hamilton y Verstappen- y sin la
complacencia de la prensa, que no le pasa una.
Vettel está a gusto en la Scuderia, quizá le pueden las ganas. Pero nadie duda de su implicación. |
La llegada del joven monegasco Charles Leclerc a Ferrari, hace que muchos lo consideren acabado. Me da que no.
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