Medias verdades
El gran premio de España de F1 de 2001 es recordado por como lo perdió dramáticamente en la última vuelta Mika Hakkinen, dejándoselo en bandeja al Kaiser Michael Schumacher. Lo cual es cierto. Sin embargo, cuando Mika cruzó la última vuelta en cabeza con más de 42” sobre Schumacher y una vuelta sobre Montoya –y los demás- y abandonó por un problema de embrague, se tiende a pensar, erróneamente, que se produjo una gran injusticia.
Sí y no. Mika merecía
ganar, cierto, igual que Schumi, pero el hecho de llegar cómodamente en cabeza
en la última vuelta se debió a un problema con el último tren de neumáticos del
Ferrari. Lo más curioso, es que muchos de quienes vieron la carrera tienden a
olvidar esto.
Vayamos por partes. Recordemos que en esos años la F1 era
totalmente diferente a como es ahora. Se repostaba en carrera, y los equipos
decidían cuantas paradas hacer. Generalmente todos hacían lo mismo, y
generalmente, lo habitual era ir a dos paradas. Eso daba lugar a que las
carreras fuesen una especie de tres sprints de unas 20 vueltas. Todos a tope,
pero todo muy predecible también. Aunque los F1 cuando iban a dos paradas
cargaban apenas unos 70-80 litros de gasolina (entre 52 y 60 kg), lo cierto es
que cuando más veloces eran era cuando tenían el depósito vacio y gomas usadas,
ya que estas aguantaban más que bien el envite. Esto era así en todos los
circuitos, Mónaco incluido, excepto en Montmelo (España) y Magny Cours
(Francia), dónde se era más veloz a la salida de boxes con los neumáticos
nuevos pese a tener unos 55 kgs extras en el depósito.
Esto viene a cuento porque en Montmelo, ese año, Schumacher
y Hakkinen estaban a otro nivel, y nadie podía seguir su endiablado ritmo. Ni
de lejos, ni siquiera sus compañeros. De modo que la lucha por la victoria
quedaba entre ellos. Schumacher lideró hasta su primera parada con Mika bajo su alerón, nunca a más de 1”5 segundos.
Schumacher se detuvo en la vuelta 22 y Mika lo hizo en la
27, y Schumacher no sólo mantuvo el liderato, sino que aumentó el margen. Luego
Mika se le volvió a pegar. Schumacher paró por segunda y última vez en la
vuelta 43 y, de haber ido todo con normalidad, para cuando Mika paró unas
vueltas después, casi con total seguridad habría mantenido la primera posición
y, dado que el Montmelo era más difícil adelantar incluso que en Mónaco,
Schumacher habría cruzado la última vuelta liderando con Mika pegado a su caja
de cambios. De modo, que sí Mika lideraba con autoridad no era sólo por sus méritos,
sino también por los problemas que tuvo Schumacher con su último juego de
ruedas, que le causaban fuertes vibraciones. En Ferrari, con mucho margen sobre
el tercer clasificado, decidieron no parar más y hacer el último tercio de
carrera a un ritmo más bajo. De ahí la enorme ventaja del finlandés.
Evidentemente, no puedo asegurar que Hakkinen no pudiese
adelantar a Schumacher en su segunda detención en condiciones normales, pero la
lógica dice que lo más probable es que eso no hubiese sucedido.
Por otro lado, al margen de cual de los dos fuese primero,
de no haber tenido Schumacher problemas, ambos pilotos tendrían 1 vuelta sobre
los demás y en ese caso, Mika hubiera sido segundo igualmente pese a su
problema de embrague. Pero como Schumi se retrasó tanto, eso hizo que Mika
perdiese no sólo la victoria, sino también cualquier posibilidad de puntuar. Se
clasificó 9º.
Y esa es la verdadera historia del GP de España 2001, no
sólo la que parcialmente se suele comentar. Como suele suceder en estos casos, sólo
se cuenta una parte, que aunque cierta, no refleja la verdad de las cosas.
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