Siempre en mi memoria
¿Cómo empezar este artículo? Fue idea de mi hermano, aunque
él quería que lo incluyese en el pasado GP de estados unidos, pero para mí no
encajaba. De modo que intentaré hacerlo ahora como mejor pueda.
El tema se reduce a mi madre y a la F1. El caso es que el
pasado GP de Estados Unidos no lo vi en directo, sino que lo vi días después en
diferido. Hacía años que no me pasaba eso, creo que salvo el GP de Brasil 2009,
que me pilló de viaje entre Orense y Santander y que no retrasé –el viaje-
porque preveía una carrera aburrida con escasas posibilidades para Ferrari como
de hecho, así fue, la última vez que no
vi un gran premio en directo fue en Australia 1997. Es decir, que en 18 años sólo he dejado de ver dos grandes
premios. Pero como este último lo vi en diferido, la cosa queda reducida a sólo
uno. Aunque poco importa.
El caso es que no vi el GP de Estados Unidos porque mi madre
estaba en el hospital y, tras más de quince años desde que le diagnosticaron
alzheimer, unas pequeñas complicaciones la llevaron ahí, y lamentablemente ya
no iba a salir. Por tanto, ganas de ver la carrerita, pocas, aunque para
evadirse de la tensión y el dolor no hubiera estado mal.
Mi madre nació un 27 de marzo de 1942 y falleció el pasado 27 de octubre. Como recalcó mi hermano cuando me sugirió este
artículo, mi madre nació y murió un día 27. Para quien no haya caído –y si se
es seguidor de la F1 es para hacérselo ver-
27 es el número mágico en la F1, el número de un mito, de Gilles
Villeneuve. Un número que el as canadiense inmortalizó el 8 de mayo de 1982 al
perder la vida en Zolder con el Ferrari número 27.
Mi afición a la F1 y a Ferrari me vino sola, porque tenía
que ser así, sin más. Estaba predestinado –en caso de creer en el destino- pero
lo cierto es que mi madre siempre me apoyó en todo y en esto no iba a ser la
excepción. Ella siempre compartió y disfrutó de mis aficiones y me consoló cuando
el 9 de mayo de 1982 –me enteré un día después- me fui corriendo debajo de la
cama llorando al ver en el telediario el espeluznante accidente que causó la
muerte de mi ídolo, Gilles Villeneuve y que, con apenas 8 años, me impresionó enormemente. Esa misma
mañana desayunando, estaba viendo una foto de Villeneuve un álbum de F1 de
Panini, que a día de hoy conservo nuevecito y completo, cuando mi padre me dijo: “ese que estás
viendo se mató ayer…”, no reaccioné en ese momento, pero al ver el accidente en
el telediario me desmoroné.
Recuerdo a mi madre consolándome, como hizo antes y haría
después en tantas ocasiones, como la recuerdo avisándome para ver los grandes
premios a la hora que hiciera falta, de
madrugada o cuando fuera, o enseñándome
cualquier recorte de revista o periódico en la que se hablase de F1, o
contándome las escasas noticias -porque había muy pocas- de F1 que ella escuchaba en la radio o en la
tele, interrumpiendo lo que ella estuviese haciendo sólo para contármelo,
interesada siempre en mis aficiones.
En 1983, ella y mi padre, sin comentarme nada, me
suscribieron a la revista de F1: Grand Prix International, que era una revista
muy buena, especializada…y cara. Todo por “el niño”
Fuimos toda la familia al GP de Portugal de 1992, la primera
carrera de F1 que íbamos a ver en vivo, dónde Mansell, del que nos hicimos
seguidores por sus actuaciones “ a lo
Villeneuve” con Ferrari, ganó, para nuestra alegría.
También estuvimos en Jerez 1997, y por pelos no pudimos
disfrutar en directo de un título largamente esperado.
Y más o menos así hasta que la enfermedad llegó a ella,
llevándosela sin llevársela.
De modo que no pudo nunca disfrutar conmigo del título más
deseado. Para cuando eso sucedió, en el año 2000, ella no estaba para esas cosas. Aunque se alegraba, no podía
disfrutarlo como hubiese querido. Aún así, pese a la enfermedad, lo hacía, y
años más tarde, en 2004, cuando apenas hablaba y no sabías bien que sentía,
viendo una imagen del Ferrari de Schumacher en el GP de Hungría, se lo quedó
mirando sin saber qué era o quién, pero sabiendo que para ella significaba
algo, aunque sólo fuera porque lo significaba para mí. ¿Cuánto duró aquello? No
sé, yo no estaba y me lo contó mi padre, pero no más de unos segundos hasta que
la enfermedad la envolvió de nuevo y mandó a hacer gárgaras a Schumacher, a
Ferrari y, en definitiva, a todos.
Sólo sé que la echo de menos, cómo la echamos todos, y que ya nada será lo mismo. Pero como dice mi hermano, ahora ella ya vuelve a ser ella, sin la enfermedad ni nada, joven de nuevo y disfrutando de la compañía de los sus seres queridos que la dejaron años atrás.
Gracias Juancho –mi hermano- por sugerirme este artículo,
cabrón, no sabes lo que me ha costado escribirlo, sangre sudor y lágrimas que
suele decirse, aunque las dos primeras en realidad no. Pero la tercera sí, se
me hizo un nudo en la garganta un par de veces, al menos, y no pude contener
las lágrimas.
El artículo va dedicado a mi madre, que siempre la quise
mucho aunque - como suele pasar- nunca lo demostré como ella merecía, y a toda
mi familia y amigos de mi madre, en especial a mi hermano, por sugerírmelo.
Espero no haber sido muy cursi, no suelo serlo.
Mamá, descansa en Paz.
Muchas gracias por el artículo, Dani. He de decir que yo también estaba preparando algo, sobre todo porque quería que en tu pasado cumpleaños del Domingo tuvieras algo, aunque no he sido capaz de encajar palabras como tu lo has hecho en esta bella "crónica". Seguro que ya la ha leído por ahí arriba y como es ella, se habrá encargado de buscar a Gilles para contárselo todo.
ResponderEliminarGracias Den!
Sin duda, no lo dudes ni un momento.
EliminarMuchas gracias por el artículo, Dani. He de decir que yo también estaba preparando algo, sobre todo porque quería que en tu pasado cumpleaños del Domingo tuvieras algo, aunque no he sido capaz de encajar palabras como tu lo has hecho en esta bella "crónica". Seguro que ya la ha leído por ahí arriba y como es ella, se habrá encargado de buscar a Gilles para contárselo todo.
ResponderEliminarGracias Den!
Un abrazo ohhhhh sensei!!!
EliminarOtro para ti, Oso. Gracias
EliminarMe ha encantado. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarMuchas gracias tío.
EliminarHola Dani,
ResponderEliminarSoy Nacho un buen amigo de Juancho.
Desgraciadamente yo también perdí a mi madre hace poco y se perfectamente cómo os sentís.
Decirte que es un artículo precioso que refleja tanto el amor de una madre por su hijo, como el de un hijo por su madre.
No dejéis de pensar ni un día en ella, pero con alegría que es lo que ella quiere.
Un abrazo fuerte para los dos y mucho ánimo.
Vaya, siento lo de tu madre. Ya le preguntaré a mi hermano por tí. A ver si un día no s conocemos. Un abrazo.
EliminarDani!! Sabía "algo" del apoyo de Sara por esta afición tuya. Durante muuuchos años, he compartido vehículo con tu hermano por motivos profesionales y al final te cuentas casi todo... En fin Dani.... Pa'lante y recuerda que por muy lejos que esté.... En la próxima carrera, estará a tu lado mirándote y disfrutando de verte disfrutar como cuando eras pequeño.... Eso??? Eso sólo es vuestro!! Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Tomás. Eso espero, que esté ahí y que esté bien. Un abrazo a tí también.
EliminarDani, al enterarnos de esta noticia, la hemos recibido con estupor. Seguro que guardarás grandes recuerdos maravillosos compartidos con ella que reconfortarán tu alma y aliviarán el dolor.
ResponderEliminarMis más sinceras condolencias.
Un fuerte abrazo cálido para Ti y Juancho.
Muchas gracias por tus condolencias, se agradece. Por cierto, ahora no caigo si nos conocemos. Supongo que serás amigo de mi hermano. Tal vez hayamos coincidido alguna vez, pero ahora no recuerdo, lo siento.
EliminarYa me dijo mi hermano quién eres. Sí, nos hemos visto en tu casa de castañeda. Un abrazo.
ResponderEliminarCon tu permiso, María, público tu escrito a continuación. ..
ResponderEliminarAsí llaman a la enfermedad de Alzheimer por su descubridor, el patólogo y psiquiatra alemán Alois Alzheimer. La enfermedad puede ser un lento proceso de apagado hasta acabar en no ser quien fuiste. El alemán es doloroso tanto para el enfermo como para los familiares que lo cuidan y lo quieren, sobre todo si lo quieren hasta el final aunque ya no sea quien fue. No lo es, pero aún en esa terrible nebulosa del olvido siempre quedan resquicios como una sonrisa, una leve carcajada, una mirada de emoción...
ResponderEliminarYo no me he ido de este descacharrante rincón del sinsentido, pero mi madre -Sara, se llamaba- se me murió hace poco. Cualquier accidente que le pase a un enfermo de alzheimer se convierte en un mundo, porque estas personas son como bebés frágiles, indefensos y sin posibilidad de manifestar qué es lo que les duele y aún menos luchar contra ello, porque no pueden. Entonces, en ese momento sabes que se te van ya del todo y hay que dejarlos ir con la mejor despedida posible. Mi madre tuvo el mejor y más cariñoso adiós, pero lo más importante es que siempre la cuidamos y la quisimos en vida, que es lo que realmente importa. Nuestras vidas giraron en torno a ella durante muchos años, y ahora el vacío es tan grande como grande fue ella, tanto cuando estuvo bien como cuando el maldito alemán la condujo al reino del olvido.
Mi madre -que era inteligentísima y con un sentido del humor enorme- nos educó a mí y a mis dos hermanos, nos quiso, nos riñó, nos atizó con la zapatilla alguna que otra vez cuando éramos niños. Ella me divirtió, me enseñó a estudiar, me inculcó la afición por la lectura, por el cine, por la música y se entusiasmó por lo que me entusiasmaba. Nuestras aficiones eran las suyas. Ella construyó mi parte buena, porque la mala me la he currado yo misma, jajaja. Esto va por ella y por mi padre, que la amó y la cuidó con una dedicación infinita
Amén.
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