lunes, 29 de febrero de 2016

Ferraris azules

...En las carreras del mar.


Se celebraba el GP de Brasil de 2013 y en la conversación entre Antonio Lobato y Marc Gené acerca del Ferrari de 2014, este último le espetó: “sólo te puedo decir que es rojo” a lo que Lobato respondió: “ pues no sé si sabías que hubo Ferraris azules”; “ pues no tenía ni idea” respondió Gené. Más o menos esta fue la conversación que tuvieron, y si bien era evidente que Gené desconocía la existencia de Ferraris azules en F1, Lobato en realidad no iba mucho más lejos, ya que había oído campanas, pero no sabía dónde.



John Surtees con el Ferrari 158 camino del título en 1964.



De ser así hubiera explicado el dónde y el por qué de esos Ferraris azules (que en realidad eran blancos), ya que es un dato desconocido por muchos e históricamente muy interesante.
Pero no explicó nada, basicamente porque no tenía ni idea. Tal vez si leyó el comentario que le dejé en su momento, se enteró. Lo desconozco.
Sea como fuere, aquí va la explicación de los Ferraris a los que aludía Lobato.
Para empezar, como dije, no eran azules, sino blancos, como mucho se podían considerar blanquiazules, ya que el coche era blanco con un franjas azules.
Corría el año 1964 y Ferrari corría oficialmente no sólo en F1, sino también en Sports, GTs y montaña.
De cara a los GTs Ferrari había sacado un sucesor inmejorable del tricampeón 250GTO, el 250LM. Pero el CSI -la FIA de entonces- no le concedió la homologación al no haberse fabricado las 100 unidades requeridas. Se construyeron, al igual que del 250GTO, sólo 36, pero mientras que éste coló como evolución del 250GT, el LM no. El hecho de pasar su motor de delantero a central era una modificación demasiado profunda como para que alguien se tragase que era una evolución del 250GTO.




Ferrari 250LM




De modo que al no ser homologado el LM, Enzo Ferrari se pilló un rebote de madre y señor mío y amenazó con abandonar la F1. Evidentemente sólo se trataba de una pataleta y, en caso de no jugarse nada, tal vez hubiese renunciado a finalizar la temporada, pero como estaban en juego los títulos de constructores y de pilotos, no lo hizo.
Lo que sí hizo fue inscribir sus coches bajo la bandera americana del equipo NART (North American Racing Team) del importador de Ferrari para EEUU Luigi Chinetti, con los colores antes mencionados, en las dos últimas carreras de la temporada, los GGPP de EEUU y México.
Y esta es la historia de los Ferraris blancos (azules para Lobato) en F1.
Para no dejar cabos sueltos, no como otros, decir que Ferrari se llevó finalmente los dos títulos de F1 ese año, con John Surtess como piloto en un final de infarto, casi tan sorpresivo y al límite cómo los títulos de Kimi en 2007 y Hamilton en 2008.
El favorito, Jim Clark, no pudo ganar pese a dominar de punta a punta la última cita al abandonar en la anteúltima vuelta al perder el motor todo su aceite. A todo esto, Surtees, que necesitaba ser segundo, iba tercero, pero su compañero Bandini, que lo precedía, le dejó pasar, no sin antes, a media carrera, haber tenido un encontronazo con Graham Hill -otro pretendiente al título- eliminándolo de la ecuación.
Respecto al 250LM, no pudo correr como GT, y tuvo que hacerlo como Sport, enfrentándose a una competencia de otro nivel, entre la que se incluían otros Ferraris. Pero el LM era tan bueno, que pese a ese handicap, corrió más que dignamente, logrando victorias absolutas y, como colofón, ganó en 1965 las 24 horas de Le Mans con Jochen Rindt y Masten Gregory al volante, en la que fue la 9ª y última -hasta la fecha- victoria de Maranello en la cita francesa. Como detalle curioso, decir que ese LM no era oficial, sino que estaba inscrito sin trampa ni cartón, casualidad de las casualidades, por la escudería NART.
No es difícil imaginar, con semejantes antecedentes, como hubiera arrasado el LM de haber corrido en la categoría de GT, vamos, que en comparación el desierto del Gobi parecería el Amazonas.
Respecto a los Ferraris azules, y por echar un cable a Lobato, decir que sí los hubo en F1. Y verdes, y amarillos... a título privado claro, pero los hubo.
Esto sucedió en las décadas de los 50 y 60, cuando era habitual ver coches privados en F1 y todavía se pintaban con los colores nacionales.



José Froilán González (Ferrari 625) a punto de rebasar a Louis Rosier (Ferrari 500) en Nurburgring 1954




Por eso había Ferraris azules, de Francia, inscritos por la Ecurie Rosier, pilotados por él mismo y Raymond Sommer, o los verdes ingleses de Tony Vandervell, el famoso Thin Wall Special, pilotado, entre otros, por el cabezón González.



Nigel Mansell con el 125C "Thin Wall Special" durante una exhibición en Qatar 2010




Los amarillos los inscribía la Ecurie Francorchamps belga, siendo pilotados por el también belga Olivier Gendebien.



Olivier Gendebien con el Ferrari 156 en Spa 1961. Fue cuarto tras los tres Ferrari oficiales.



Y un blanco crema, un 375 que Johnny Parsons intentó calificar, sin éxito, en las 500 millas de Indianápolis de 1952, y blanquirojos -antes de que los sacase la propia Ferrari- de la Ecurie Svizzera Spadon Suiza. Seguro que alguno me dejo en el tintero.



Ferrari 375 Special Grant.
Ferrari 212 Ecurie Spadon



Siguiendo con Ferraris F1 y anécdotas, la aberración, la abominación por parte de Clemente Biondetti en el GP de Italia de 1950, inscribiendo un Ferrari 166S...¡con motor Jaguar!
Cómo debió de alegrarse Enzo cuando este engendro abandonó con el motor roto...y es que en un Ferrari lo más importante es el motor, y si se lo cambias, ya no se puede considerar un Ferrari, a diferencia de lo que pasa en la mayoría de las otras marcas, que mientras tengan su logo, lo demás poco importa.



Clemente Biondetti (nº22) con su Ferrari-Jaguar 166S en Monza 1950.




Para que se hagan una idea de la importancia para Ferrari del motor, lo que dijo Enzo: “ cuando compran uds. un Ferrari, pagan el motor, el resto se lo regalo...”

En ese sentido la más pura es Ferrari, seguida de Porsche. Y prácticamente nadie más, a los hechos me remito.

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