sábado, 19 de mayo de 2018

Stefan Bellof




                               Carrera truncada








Cuando uno muere tan joven, en este caso sin llegar a los 28 años, es indudable que le quedaba, como suele decirse: “toda la vida por delante”, independientemente de lo que hubiera hecho o logrado hasta entonces. Es igual de triste morir a esa edad llevando una vida normal, que siendo una firme promesa, una futura estrella; en este caso del automovilismo mundial.
En el caso que nos ocupa, este brillante piloto Alemán parecía estar llamado a ser el sucesor en F1 de su compatriota Wolfgang Von Trips, que falleció luchando por el título de campeón del mundo en 1961 en Monza.
Sin llegar tan lejos, Bellof se dejó la vida también haciendo lo que más amaba, corriendo, al sufrir un accidente en Eau Rouge, en Spa 1985, al intentar un adelantamiento a Jacky Ickx “a todas luces imposible” como escribió el periodista e historiador del motor Javier del Arco en su anuario de 1985: “el libro del año del automovilismo deportivo 4tiempos”, toda una obra de arte tanto de él, como se sus excepcionales colaboradores.
Dados sus antecedes, el genial, espectacular y, ¿por qué no?, temerario piloto Alemán que nos dejó antes de tiempo, pasó a engrosar la lista de: “pudo haber sido” entre la que se encuentran muchos nombres ilustres.
En la F1 hay varios, como su compatriota Von Trips, sin ir más lejos. Su estilo a mí, personalmente, me recuerda al de los malogrados pilotos -otros que pudieron “haber sido”- Gilles Villeneuve y Ronnie Peterson. También al de Keke Rosberg y Jean Alesi, en este caso sin la muerte por medio.
Lo que hubiera podido lograr Bellof nunca lo sabremos, se fue aquel 1 de septiembre de 1985 en Spa, dejando sus posibles logros a nuestra imaginación y un vacío en nuestro corazón. Ese día el mundial de resistencia perdía a su vigente campeón.




Spa 1985, Bellof camino al cielo.




Cada cual puede sacar las conclusiones que desee, desde que sería un gran campeón, a que se quedaría por el camino. Claro que esto último, en estos casos, no se suele pensar.
Sin embargo, no es la primera vez que grandes promesas no acaban de cuajar. Mi querido Jean Alesi llegó como un torbellino la F1 y todo parecía indicar sería el sustituto natural de Prost. Sustituto en triunfos, que no en estilo. Pero ya vimos que no fue así.
Respecto de Bellof, con los fríos números, que son un indicativo pero nada definitivo, este no parecía ser un piloto súper-arroyador destroza compañeros, ya que su pulso con su compañero Brundle en Tyrrell resultó ser bastante igualado. Contra Johansson, cuando tuvo que correr con él por lesión de Brundle, lo mismo, mucha igualdad. Y ya sabemos lo que estos pilotos lograron en sus carreras deportivas. En F1 ni una victoria.
¿Quiere esto decir que Bellof no estaba destinado a ganar en F1? Ni mucho menos. Tanto Brundle como Johansson tenían talento de sobra para lograr victorias en F1, pero no tuvieron la suerte y oportunidad. Y lo mismo le pasó a un Bellof que se dejó la vida en el intento. Nunca sabremos si hubiera o no marcado una época, pero sin duda por estilo y pasión, en otros aspectos, la marcó. Los verdaderos grandes no necesitan ganar para serlo, y Bellof forma parte de esta estirpe de campeones sin corona. Pilotos -o deportistas- cuyos logros quedan eclipsados por su personalidad, carisma y “magia”. Este tipo de personas son grandes por naturaleza, trascendiendo más allá de sus logros.
Poco puedo decir de yo de Bellof personalmente. La primera vez que supe de él fue en una carrera de Fórmula 2 en el Jarama que a bien tuvo TVE a retransmitir. De esa carrera se me quedaron grabado dos nombres: Stefan Bellof y Jonathan Palmer. A Palmer luego lo vi debutar ese mismo año en F1 con Williams -Brands Hatch- y a Bellof tuve que esperar un poco más para verlo.



La mejor carrera de Bellof en F1, Mónaco 84.



Lo más destacado en F1 fue su gran carrera de Mónaco 1984 bajo el aguacero, donde fue el gran olvidado. Senna acaparó los titulares entonces y, sobre todo, después, por su enorme fama. A algunos parecía molestarles el que se recordase que en el momento de la detención de la carrera -al cabo de una hora- Bellof era el piloto más rápido en pista. Nunca sabremos como habría acabado todo en caso de no detenerse la prueba, pero todo parecía indicar “doblete” de los debutantes: Senna y Bellof. El orden nunca lo sabremos. Bellof iba más rápido en esos momentos, pero al principio Senna lo fue más. Nos quedamos sin un bonito duelo. El caso es que Senna tenía un coche de media tabla -Prost, en cambio, el mejor de la parrilla-, y Bellof de la parte baja, con un déficit en carrera de unos 200CV, más en entrenamientos. Y chasis de aluminio, por carbono de sus rivales.
Yo me pregunto si, en caso de ganar Bellof, la FISA le hubiera arrebatado el triunfo meses después cuando se destapó el secreto a voces de la trampa del peso de Tyrrell. Creo que no. Por otro lado, aunque no venga del todo a cuento de esta crónica, sin el bordillazo de Mansell, sólido líder hasta entonces, esta carrera hubiera estado más exenta de polémica porque el liderato de Mansell no correría peligro, a diferencia del de Prost.
Bellof es recordado fuera de la F1 por su récord de vuelta en Nürburgring con el Porsche 956 en 6´11”13 en 1983, récord todavía vigente, y por ser el último campeón del mundo de sports compaginándolo con la F1, título que logró en 1984. Por cierto, que en la carrera de Nürburgring iba como un tiro hasta que salió volando en Pflanzgarten y destrozó el coche, lo que le motivó un toque de atención de Porsche.






La velocidad y el talento de Bellof sin duda estaban ahí, prestos a eclosionar y de cara a 1986 tenía una oferta de Ferrari, lo que hubiera supuesto para él una verdadera oportunidad. En caso de haber ido a Ferrari, habría cambiado el caballo de Stuttgart -que dicen es una yegua- por el de Maranello.
Lo que nos perdimos.

Les dejo con unas anécdotas sobre él escritas por alguien que a diferencia de mí, lo vio correr: Javier del Arco, extraídas de su anuario antes citado.

En el viejo Nürburgring, en 1983, con ocasión de la carrera de F-2, salió en tercera posición de la parrilla, realizó una arrancada soberbia, adelantó a todos sus rivales -a algunos de ellos en lugares inverosímiles- y al final de la larga recta de Tiergarten, km 22, iba en cabeza con una ventaja increíble. Entonces se le rompió el cable del acelerador y recorrió el último medio kilómetro hasta su box -en cuesta arriba- merced a su propio impulso. Pues bien, al hacer el recuento final de la carrera se pudo comprobar que aquella vuelta con salida parada y final sin tracción fue la 12ª más rápida...”

Unas semanas más tarde, en Pau, acabó 3º a 20” del vencedor después de parar tres veces a cambiar ruedas mientras que sus predecesores no habían parado ni una vez.”

En Zandvoort 1985, poco antes del fatídico 1 de septiembre, pasó con el pie a fondo, como siempre, sobre el aceite dejado por Rosberg en la Bos Uit Kurve”.

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