martes, 23 de octubre de 2018

Ganar sin el mejor coche




                                  Es posible








Pero no es lo que va a pasar este año, por mucho que algunos se empeñen, no, pero sí es algo que ha pasado con anterioridad, y que volverá a pasar.
No es momento de repetir las evidencias de por qué el Mercedes ha sido el mejor monoplaza este año, y para que vean no me cebo con Lewis, es de justicia reconocer que él mismo es el último campeón con un coche inferior, al lograr el título en 2008. Claro que en 2016, con el mejor, tuvo que ceder ante el empuje de su compañero Rosberg.
El caso es que para ganar un título con un coche inferior, aparte de ser un grandísimo piloto, has de tener un pelín de suerte y, sobre todo, que la diferencia respecto al mejor coche, no sea muy grande. Algunas veces, la diferencia la hacen el equipo y la fiabilidad. En caso contrario, ni el mejor de los mejores tiene nada que hacer.
Una manera sencilla de ver quien ha ganado el título sin tener el mejor material es ver si coinciden el coche del campeón con el campeón de constructores. Claro que de sencillo que es, no siempre resulta acertado. Incluso a veces se dan casos opuestos. Otras veces la cosa es tan ajustada, que realmente no se sabe. ¿Quien marcó la diferencia final? ¿Coche o piloto?
Empezando por lo primero, un caso opuesto -el ganador del título de constructores no tenía el mejor coche pero el de pilotos sí- lo tenemos en 1999, dónde el Mclaren era el mejor coche. Y así todo, perdieron el título de pilotos pese a que el Kaiser se perdió séis carreras por lesión. Claro que esa temporada hubo muchas averías e infortunios. De ahí que pasase lo que pasó.



Alonso dispuso de buenos coches en Renault, pero sus rivales no se quedaban cortos. 



Respecto a casos dudosos, hay muchos. Los dos títulos de Fernando Alonso con Renault muchos dicen no los ganó con el mejor coche, sin embargo, Renault también se llevó los títulos de constructores. ¿Como se come eso?
Bueno, en ambos casos tenemos una Renault que empezó fortisima y que luego fue administrando la ventaja adquirida. En 2005, el Mclaren muchas veces fue más veloz, pero no hacía más que romperse (y sus pilotos han demostrado estar a un nivel inferior al del “Nano”), sin embargo, en 2006, ante un rival formidable, Schumacher, dónde nadie duda de que Alonso se enfrentó al más duro de los oponentes, triunfó.
Algo parecido podríamos decir de Senna en 1990 y 91. Al igual que Fernando -en realidad Fernando al igual que él- empezó la temporada muy fuerte y luego vivió -es un decir- de las rentas. Con tanta pole que marcó en esos dos años -18- se hace difícil pensar no tuviera el mejor coche, pero es que él era muy bueno. Así todo, pensar que el Ferrari en 1990 o el Williams en 1991 eran mejores, es pasarse. La cosa andaba muy igualada y, al margen de las poles, Senna sacó mucho partido -sobre todo en 1991- de la fiabilidad de su coche frente a la de sus oponentes.
Y es que la fiabilidad que ahora se da por supuesta, antaño no. Los coches rompían y llegar a meta en óptimas condiciones no era algo sencillo. Los controles de calidad hacen los coches de hoy día casi a prueba de balas, pero antes el piloto debía cuidar la mecánica. Y así todo... Que se lo digan a Renault en 1981-82.



Prost tuvo que tirar de astucia en 1986 frente al poderío Williams-Honda.



Piquet fue campeón en 1981 y 83 pero su equipo no optó al mundial de constructores. Sin embargo, decir que su coche era inferior al de sus rivales, no parece cuadrar mucho viendo la temporada, a diferencia de Prost en 1986, dónde sí parecía tener un pequeño handicap respecto a sus rivales. Claro que la lucha fratricida entre Mansell-Piquet le vino muy bien, al igual que a Piquet en 1981 entre Reutemann y Jones. Curiosamente, los cuatro eran pilotos de Williams...
La fiabilidad hizo arrasar Ferrari a Mclaren en el año 2000 -eso y Schumacher- ya que el Mclaren fue generalmente más veloz.
De modo que juzguen uds. mismos, desde 1958 hay título de constructores y para los ocho años anteriores, “hacerse” uno, no es nada difícil. A partir de hay, uno puede sacar conclusiones. Y para eso, cuantos más datos, mejor. En ese caso lo ideal es poder ver las carreras -algo en algunos casos imposible- o leer crónicas fiables.
Como fuere, hoy igual que ayer, el coche es lo más importante. Por eso Alfa ganó todas las carreras en 1950 -la Indy no cuenta- y Ferrari en 1952 -se le escapó una en 1953-, Lotus arrasó pese a su poca fiabilidad en la F1 de 1,5 litros y luego en 1978, Mclaren en 1984 y 88-89, Williams en 1992-93, etc... Y antes que todos ellos, en los tiempos de preguerra, cuando no existía el campeonato del mundo de F1 pero sí los Grandes Premios, Alfa dominó en los años 20 y principios de los 30 hasta que una Mercedes todopoderosa financiada por el tercer Reich a modo de propaganda política -vendían la superioridad germana-, tomó el relevo junto con Auto Unión.
Lo que quiero decir es que menos milongas con “la F1 de antes” dando por supuesto que “antes” contaba más el piloto. Naranjas de la china. El coche ahora y siempre lo más importante.
A pesar de eso, el piloto cuenta, y mucho, de ahí que pueda revertir, como he dicho, la situación, siempre y cuando la diferencia mecánica sea salvable.



Ford Cosworth liberalizó la F1 con su versátil motor. Quien se lo hubiera dicho a Lotus, su impulsor.



Al margen de todo esto, en la década de los 70 y principios de los 80, la F1 vivió una edad de oro irrepetible en la que equipos pequeños podían ganar gracias, entre otras cosas, a unos costos relativamente contenidos y sobre todo, por el mejor motor de la historia de la F1, el mítico Ford-Cosworth DFV (Double Four Valves), que bien podría haberse denominado BBB (Bueno, Bonito y Barato) que estaba al alcance de todo aquel que lo quisiera. Esos tiempos, no se engañen, no volverán.


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