El arte
Patrick André Eugène Joseph
Depailler, sencillamente conocido Patrick Depailler, fue uno de los
muchos pilotos franceses que sacudieron la Fórmula 1 en los 70 junto
a: Laffite, Jarier, Jabouille, Tambay, Arnoux, Pironi y Prost. Sucedieron a Beltoise y, sobre todo, al Príncipe Cevert, en busca de
conquistar la pirámide del automovilismo mundial.
Nacido en Clermont-Ferrand el 9 de
agosto de 1944, sus primeros pinitos los hizo en moto y luego, en
coches, apoyado por Jean Pierre Beltoise. Corrió en muchas
categorías, además de la F1: resistencia, F-5000, GTs e incluso de
copiloto de rallyes de un tal Jean Todt.
Llegó a la F1 de la mano del tío Ken,
Ken Tyrrell, un auténtico cazatalentos, catapultado por su triunfo
en el GP de Mónaco de F-3 de 1972. Casi de inmediato fue reclutado.
Debutó ese mismo año en el GP de su casa, en Clermont-Ferrand.
Décimo sexto en parrilla, no consiguió acabar la prueba.
A lo largo de su carrera disputó 95
GGPP, 80 con Tyrrell, 7 con Ligier y 8 con Alfa Romeo, logrando dos
victorias: Mónaco 1978 (Tyrrell) y España 1979 (Ligier), una pole:
Suecia 1974 (Tyrrell) y cuatro vueltas rápidas: Suecia 1974, Mónaco
1975, Canadá 1976 y Mónaco 1979, las tres primeras con Tyrrell y la
última con Ligier, más 19 podios. Su mejor posición en el mundial
fue cuarto en 1976 con su querido Tyrrell P-34, el de seis ruedas.
Depailler y el P-34, pocas veces se ha asociado un coche tanto a un piloto. |
En 1979 abandonó Tyrrell por Ligier, y
la cosa no le iba nada mal, hasta que se fracturó las dos piernas en
un accidente de ala-delta, finalizando la temporada prematuramente.
Para 1980 se fue a Alfa Romeo, perdiendo la vida en unas pruebas
privadas en Hockenheim el 1 de agosto de 1980, a punto de cumplir 36
años, tras haber disputado ocho carreras con el equipo del
“Biscione”, con otros tantos abandonos. En contra de lo que podría
parecer, la cosa iba funcionando. Su gran calidad técnica ayudaba a
progresar al equipo y la victoria estaba a punto de caer, como
demostró su compañero Giacomelli en Watkins Glen -última cita del
año-, dominando de punta a punta con una autoridad insultante hasta
su abandono. Luego no hubo apenas oportunidades, pero no deja de ser
cierto que Alfa Romeo ya nunca tuvo un piloto de la capacidad de
Depailler, tanto en velocidad como, sobremanera, en técnica.
Siempre asociado al Tyrrell de seis
ruedas, proyecto que siempre apoyó, Depailler fue un gran piloto que
se fue demasiado pronto, tenia capacidad para ser campeón del mundo
y mereció más triunfos. Pero en una época de enorme igualdad, con
muchos pilotos talentosos y peligro de verdad en las carreras, obtuvo
lo que obtuvo, poco premio y un triste final.
Con el Ligier corrió poco, pero ganó una carrera. |
Para mí, Depailler es uno de mis
pilotos más queridos por mis propios -y extraños- motivos. Lo
conocí por las fotos del Tyrrell de seis ruedas antes de seguir la
F1 -no tenía ni cuatro años pero me gustaban esos coches- y porque
era su nombre el que aparecía en ese Tyrrell que teníamos en casa
de Scalextric.
Su apellido me era muy difícil de
pronunciar, DepaIller -acentuado en la “I”- que malamente podía
decir, hasta que una vez escuché -no recuerdo a quien ni a cuando-,
“Depalier” lo que me facilitó las cosas.
Así lo conocí, pero fue a través de
la revista Grand Prix International que me gustó cuando, muchos años
después, obtuve esas revistas y pude leer crónicas y entrevistas en
las que narraba como iba mejorando el Alfa poco a poco y como cada
vez era más rápido. Y lo que ya lo convirtió en uno de mis
favoritos definitivos fue cuando Javier del Arco -en paz descanse-
dijo de él que: “era un gran tipo, como Jean Alesi”. Ahí ya se
me clavó en el corazón, desde entonces y para siempre.
Eso, junto a sus fotos en el Tyrrell
P-34, otras fumando -como los tíos duros del cine negro-, hacen de
él un piloto de los más románticos y queridos de la F1.
GP de Francia 1981, René Arnoux junto a la madre de Patrick Depailler recibiendo el trofeo "Patrick Depailler". |
Como anécdota, durante unos años tras
su muerte, al poleman del GP de Francia se le daba el premio “Patrick
Depailler”, que entregaba la madre del malogrado piloto.
Nota curiosa, el primer GP íntegro de
F1 que vi, el de Holanda 1982, era el del debut de Patrick Tambay en
Ferrari, piloto que acababa de conocer y que lo primero que pensé
es: “se llama igual que Depailler”.
La tierra lo perdió demasiado pronto,
pero el cielo de las carreras lo ganó.
Gracias Patrick, descansa en paz.
Aprendiendo...
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