jueves, 16 de abril de 2020

Patrick Depailler




                                    El arte








Patrick André Eugène Joseph Depailler, sencillamente conocido Patrick Depailler, fue uno de los muchos pilotos franceses que sacudieron la Fórmula 1 en los 70 junto a: Laffite, Jarier, Jabouille, Tambay, Arnoux, Pironi y Prost. Sucedieron a Beltoise y, sobre todo, al Príncipe Cevert, en busca de conquistar la pirámide del automovilismo mundial.
Nacido en Clermont-Ferrand el 9 de agosto de 1944, sus primeros pinitos los hizo en moto y luego, en coches, apoyado por Jean Pierre Beltoise. Corrió en muchas categorías, además de la F1: resistencia, F-5000, GTs e incluso de copiloto de rallyes de un tal Jean Todt.
Llegó a la F1 de la mano del tío Ken, Ken Tyrrell, un auténtico cazatalentos, catapultado por su triunfo en el GP de Mónaco de F-3 de 1972. Casi de inmediato fue reclutado. Debutó ese mismo año en el GP de su casa, en Clermont-Ferrand. Décimo sexto en parrilla, no consiguió acabar la prueba.
A lo largo de su carrera disputó 95 GGPP, 80 con Tyrrell, 7 con Ligier y 8 con Alfa Romeo, logrando dos victorias: Mónaco 1978 (Tyrrell) y España 1979 (Ligier), una pole: Suecia 1974 (Tyrrell) y cuatro vueltas rápidas: Suecia 1974, Mónaco 1975, Canadá 1976 y Mónaco 1979, las tres primeras con Tyrrell y la última con Ligier, más 19 podios. Su mejor posición en el mundial fue cuarto en 1976 con su querido Tyrrell P-34, el de seis ruedas.



Depailler y el P-34, pocas veces se ha asociado un coche tanto a un piloto.



En 1979 abandonó Tyrrell por Ligier, y la cosa no le iba nada mal, hasta que se fracturó las dos piernas en un accidente de ala-delta, finalizando la temporada prematuramente. Para 1980 se fue a Alfa Romeo, perdiendo la vida en unas pruebas privadas en Hockenheim el 1 de agosto de 1980, a punto de cumplir 36 años, tras haber disputado ocho carreras con el equipo del “Biscione”, con otros tantos abandonos. En contra de lo que podría parecer, la cosa iba funcionando. Su gran calidad técnica ayudaba a progresar al equipo y la victoria estaba a punto de caer, como demostró su compañero Giacomelli en Watkins Glen -última cita del año-, dominando de punta a punta con una autoridad insultante hasta su abandono. Luego no hubo apenas oportunidades, pero no deja de ser cierto que Alfa Romeo ya nunca tuvo un piloto de la capacidad de Depailler, tanto en velocidad como, sobremanera, en técnica.
Siempre asociado al Tyrrell de seis ruedas, proyecto que siempre apoyó, Depailler fue un gran piloto que se fue demasiado pronto, tenia capacidad para ser campeón del mundo y mereció más triunfos. Pero en una época de enorme igualdad, con muchos pilotos talentosos y peligro de verdad en las carreras, obtuvo lo que obtuvo, poco premio y un triste final.



Con el Ligier corrió poco, pero ganó una carrera.



Para mí, Depailler es uno de mis pilotos más queridos por mis propios -y extraños- motivos. Lo conocí por las fotos del Tyrrell de seis ruedas antes de seguir la F1 -no tenía ni cuatro años pero me gustaban esos coches- y porque era su nombre el que aparecía en ese Tyrrell que teníamos en casa de Scalextric.
Su apellido me era muy difícil de pronunciar, DepaIller -acentuado en la “I”- que malamente podía decir, hasta que una vez escuché -no recuerdo a quien ni a cuando-, “Depalier” lo que me facilitó las cosas.
Así lo conocí, pero fue a través de la revista Grand Prix International que me gustó cuando, muchos años después, obtuve esas revistas y pude leer crónicas y entrevistas en las que narraba como iba mejorando el Alfa poco a poco y como cada vez era más rápido. Y lo que ya lo convirtió en uno de mis favoritos definitivos fue cuando Javier del Arco -en paz descanse- dijo de él que: “era un gran tipo, como Jean Alesi”. Ahí ya se me clavó en el corazón, desde entonces y para siempre.
Eso, junto a sus fotos en el Tyrrell P-34, otras fumando -como los tíos duros del cine negro-, hacen de él un piloto de los más románticos y queridos de la F1.



GP de Francia 1981, René Arnoux junto a la madre de Patrick Depailler recibiendo el trofeo "Patrick Depailler".



Como anécdota, durante unos años tras su muerte, al poleman del GP de Francia se le daba el premio “Patrick Depailler”, que entregaba la madre del malogrado piloto.
Nota curiosa, el primer GP íntegro de F1 que vi, el de Holanda 1982, era el del debut de Patrick Tambay en Ferrari, piloto que acababa de conocer y que lo primero que pensé es: “se llama igual que Depailler”.
La tierra lo perdió demasiado pronto, pero el cielo de las carreras lo ganó.
Gracias Patrick, descansa en paz.

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