Los últimos títulos de Tyrrell
Jonathan Palmer y el Tyrrell DG 016 Cosworth camino de los trofeos Jim Clark y Colin Chapman respectivamente. |
O mejor dicho trofeos, que es así como
se denominaban. Eran una especie de premio de consolación dentro del
campeonato del mundo de Fórmula 1 de 1987, el único año que
estuvieron vigentes.
Dichos trofeos se crearon para premiar
a los equipos que disputaban el campeonato del mundo con motor
atmosférico ya que, mientras se esperaba la vuelta de este tipo de
motores de cara a 1989, los que no pudiesen disponer de un turbo,
poco o nada podían hacer -luego veremos que hicieron mucho más de
lo esperado- porque con una diferencia de unos 300CV en carrera y
400 en calificación, no se podía esperar de ellos mucho más que
llenar las parrillas, que era su principal objetivo. Ese, y evitar su
desaparición.
Sin llegar a lograr lo que algunos
coches de F2 -a los que se permitía su inscripción en algunas pruebas de F1
en los 60- que en circuitos como el viejo Nürburgring llegaron a
mezclarse con los F1 de cabeza, los F1 atmosféricos de 1987
cubrieron el expediente sino con nota, con solvencia.
Su déficit de potencia hacía que las
velocidades máximas en trazados veloces como Austria y Monza fueran
del orden de 50 km/h menores que las de los mejores turbo y de 30
respecto de los peores.
En tiempos por vuelta la cosa se
quedaba en 10” más lentos en circuitos como Hockenheim y Austria,
y algo menos en Silverstone, más que nada por ser más corto. En
circuitos virados como Mónaco y Hungría, la cosa bajaba a 5”.
Claro que en carrera la diferencia era menor, ya que los turbo, por
motivos de consumo y fiabilidad, perdían del orden de 100CV. Así
todo, sólo en Alemania, España y Japón logró el mejor de los
atmosféricos perder sólo una vuelta respecto del ganador, siendo la
norma perder entre dos y tres... y hasta cinco, como en Silverstone.
Puede parecer mucho, y lo era, pero
también hay que recordar que en 1983, con los turbos dando “sólo”
entre 100-150CV más en carrera y 200-250 en calificación, ya
lograban meter en alguna pista 6” al primer atmosférico en
calificación. Ese fue el caso de Hockenheim, y nada más ni nada
menos que al actual campeón del mundo: Keke Rosberg con el Williams.
Es decir, que se lo estaban metiendo a un equipo puntero, en tanto
que en 1987 se lo hacían a Tyrrell, Lola, March, AGS y Coloni, que
no eran punteros precisamente. Aunque Tyrrell sí era un buen e
histórico equipo con escasos medios.
Philippe Alliot con el Lola -al final de año se le unió Yannick Dalmas- pese a su ardor, nada pudo contra los Tyrrell. |
El equipo Tyrrell era el mejor
preparado de todos, y fue gracias a ello que de dieciséis carreras
ganó once, logrando cinco dobletes, sumando más puntos que el resto
de equipos juntos, llevándose con autoridad el “Trofeo Colin
Chapman”. Claro que el hecho de ser el único equipo de este trofeo
que dispuso de dos monoplazas a lo largo de todo el año, influyó de
manera decisiva. Solo Lola pudo, a su vez, alinear dos monoplazas,
pero solo para las tres últimas carreras.
Jonathan Palmer, con siete triunfos,
ganó el “Trofeo Jim Clark” sin mayores problemas a su compañero
Philippe Streiff, que logró cuatro; en tanto que Philippe Alliot
(Lola), a menudo por delante de los Tyrrell en los entrenamientos, se
tuvo que conformar con tres. La por entonces promesa Ivan Capelli
(March), cerró la lista con dos.
Como muestra de que los atmosfericos lo
hicieron mejor de lo esperado, hay que señalar que salvo Coloni, todos
lograron puntuar “de verdad” en al menos una ocasión, destacando
los cuarto y quinto lugares de los Tyrrell de Streiff y Palmer en
Alemania, en un GP plagado de abandonos en el que el incluso el
Minardi Motori Moderni del español Adrián Campos tuvo posibilidad
de puntuar.
Tyrrell, de hecho, acabó en una más
que honrosa sexta posición del mundial con once puntos superando a
varios equipos equipados con motor turbo, entre ellos nada más y
nada menos que Brabham y Ligier. Se debe recordar que por entonces el
sistema de puntuación era otro, otorgando 9 puntos al ganador, 6 al
segundo, 4 al tercero 3 al cuarto, 2 al quinto y 1 al sexto.
Y esta es, brevemente, la historia de
este campeonato dentro del campeonato, algo inédito en F1 y que solo
pasó ese año. En 1988 ya no hubo estos trofeos.
Estos trofeos son una “anomalía”
dentro del mundial de F1, pero no así en otras disciplinas como los
rallyes, GT y Sports, que la mayoría de las veces han disputado el
campeonato con coches de diferentes categorías, ya sea divididos en
clases (por cilindrada), o en grupos según el grado de preparación
o tipo de vehículo.
Ivan Capelli dio muestras de su calidad al volante del modesto March |
Destacar que ese año se modificó un
poco la normativa para dar más cancha a los coches con motores
atmosféricos, que pasaron de 3000cc a 3500 y cuyo peso mínimo bajó
de 540Kg a 500 sin limitación de carburante, a diferencia de los
turbo, que aparte de seguir pesando lo mismo que antes (540Kg), sólo
disponían de 195 litros para cubrir la distancia. Y estamos hablando
de motores de 900CV...
Todos los participantes de ese trofeo
montaron el mismo motor, el Ford Cosworth DFZ, evolución del mítico
DFV con la cilindrada aumentada a 3500cc que rendía sus buenos
580CV.
Un bonito recuerdo estos títulos para
Palmer y Tyrrell. Algunos dirán, y parte de razón tienen, que
ganaron los trofeos casi sin oposición, y que uno es más o menos
bueno en relación a la competencia a la que se enfrenta, pero no hay
que olvidar que a Tyrrell no se le regaló nada y que se permitió el
lujo de superar a menudo en carrera a coches mucho más potentes. Y
eso no se consigue de casualidad. Hicieron un gran trabajo con los
medios que disponían.
¡Enhorabuena!
No hay comentarios:
Publicar un comentario