lunes, 3 de abril de 2017

Trofeos Jim Clark y Colin Chapman

                Los últimos títulos de Tyrrell




Jonathan Palmer y el Tyrrell DG 016 Cosworth camino de los trofeos Jim Clark y Colin Chapman respectivamente.




O mejor dicho trofeos, que es así como se denominaban. Eran una especie de premio de consolación dentro del campeonato del mundo de Fórmula 1 de 1987, el único año que estuvieron vigentes.
Dichos trofeos se crearon para premiar a los equipos que disputaban el campeonato del mundo con motor atmosférico ya que, mientras se esperaba la vuelta de este tipo de motores de cara a 1989, los que no pudiesen disponer de un turbo, poco o nada podían hacer -luego veremos que hicieron mucho más de lo esperado- porque con una diferencia de unos 300CV en carrera y 400 en calificación, no se podía esperar de ellos mucho más que llenar las parrillas, que era su principal objetivo. Ese, y evitar su desaparición.
Sin llegar a lograr lo que algunos coches de F2 -a los que se permitía su inscripción en algunas pruebas de F1 en los 60- que en circuitos como el viejo Nürburgring llegaron a mezclarse con los F1 de cabeza, los F1 atmosféricos de 1987 cubrieron el expediente sino con nota, con solvencia.
Su déficit de potencia hacía que las velocidades máximas en trazados veloces como Austria y Monza fueran del orden de 50 km/h menores que las de los mejores turbo y de 30 respecto de los peores.
En tiempos por vuelta la cosa se quedaba en 10” más lentos en circuitos como Hockenheim y Austria, y algo menos en Silverstone, más que nada por ser más corto. En circuitos virados como Mónaco y Hungría, la cosa bajaba a 5”. Claro que en carrera la diferencia era menor, ya que los turbo, por motivos de consumo y fiabilidad, perdían del orden de 100CV. Así todo, sólo en Alemania, España y Japón logró el mejor de los atmosféricos perder sólo una vuelta respecto del ganador, siendo la norma perder entre dos y tres... y hasta cinco, como en Silverstone.
Puede parecer mucho, y lo era, pero también hay que recordar que en 1983, con los turbos dando “sólo” entre 100-150CV más en carrera y 200-250 en calificación, ya lograban meter en alguna pista 6” al primer atmosférico en calificación. Ese fue el caso de Hockenheim, y nada más ni nada menos que al actual campeón del mundo: Keke Rosberg con el Williams. Es decir, que se lo estaban metiendo a un equipo puntero, en tanto que en 1987 se lo hacían a Tyrrell, Lola, March, AGS y Coloni, que no eran punteros precisamente. Aunque Tyrrell sí era un buen e histórico equipo con escasos medios.



Philippe Alliot con el Lola -al final de año se le unió Yannick Dalmas- pese a su ardor, nada pudo contra los Tyrrell.



El equipo Tyrrell era el mejor preparado de todos, y fue gracias a ello que de dieciséis carreras ganó once, logrando cinco dobletes, sumando más puntos que el resto de equipos juntos, llevándose con autoridad el “Trofeo Colin Chapman”. Claro que el hecho de ser el único equipo de este trofeo que dispuso de dos monoplazas a lo largo de todo el año, influyó de manera decisiva. Solo Lola pudo, a su vez, alinear dos monoplazas, pero solo para las tres últimas carreras.
Jonathan Palmer, con siete triunfos, ganó el “Trofeo Jim Clark” sin mayores problemas a su compañero Philippe Streiff, que logró cuatro; en tanto que Philippe Alliot (Lola), a menudo por delante de los Tyrrell en los entrenamientos, se tuvo que conformar con tres. La por entonces promesa Ivan Capelli (March), cerró la lista con dos.
Como muestra de que los atmosfericos lo hicieron mejor de lo esperado, hay que señalar que salvo Coloni, todos lograron puntuar “de verdad” en al menos una ocasión, destacando los cuarto y quinto lugares de los Tyrrell de Streiff y Palmer en Alemania, en un GP plagado de abandonos en el que el incluso el Minardi Motori Moderni del español Adrián Campos tuvo posibilidad de puntuar.
Tyrrell, de hecho, acabó en una más que honrosa sexta posición del mundial con once puntos superando a varios equipos equipados con motor turbo, entre ellos nada más y nada menos que Brabham y Ligier. Se debe recordar que por entonces el sistema de puntuación era otro, otorgando 9 puntos al ganador, 6 al segundo, 4 al tercero 3 al cuarto, 2 al quinto y 1 al sexto.
Y esta es, brevemente, la historia de este campeonato dentro del campeonato, algo inédito en F1 y que solo pasó ese año. En 1988 ya no hubo estos trofeos.
Estos trofeos son una “anomalía” dentro del mundial de F1, pero no así en otras disciplinas como los rallyes, GT y Sports, que la mayoría de las veces han disputado el campeonato con coches de diferentes categorías, ya sea divididos en clases (por cilindrada), o en grupos según el grado de preparación o tipo de vehículo.



Ivan Capelli dio muestras de su calidad al volante del modesto March



Destacar que ese año se modificó un poco la normativa para dar más cancha a los coches con motores atmosféricos, que pasaron de 3000cc a 3500 y cuyo peso mínimo bajó de 540Kg a 500 sin limitación de carburante, a diferencia de los turbo, que aparte de seguir pesando lo mismo que antes (540Kg), sólo disponían de 195 litros para cubrir la distancia. Y estamos hablando de motores de 900CV...
Todos los participantes de ese trofeo montaron el mismo motor, el Ford Cosworth DFZ, evolución del mítico DFV con la cilindrada aumentada a 3500cc que rendía sus buenos 580CV.
Un bonito recuerdo estos títulos para Palmer y Tyrrell. Algunos dirán, y parte de razón tienen, que ganaron los trofeos casi sin oposición, y que uno es más o menos bueno en relación a la competencia a la que se enfrenta, pero no hay que olvidar que a Tyrrell no se le regaló nada y que se permitió el lujo de superar a menudo en carrera a coches mucho más potentes. Y eso no se consigue de casualidad. Hicieron un gran trabajo con los medios que disponían.

¡Enhorabuena!

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