Me quedo con los de ayer, pero no por
ese razonamiento simplista de que los pilotos de antes eran mejores
porque eran “mas hombres” al correr “con cambios manuales y sin
ayudas” ni cosas así.
Me quedo con los de antes simple y
llanamente porque antes -antes es en mi infancia y son los 80- para
mí los pilotos eran héroes. Héroes hasta que se quitaban el casco,
claro. Entonces mi decepción era evidente, ya que sin casco eran
tipos normales y corrientes, sin ninguna aureola heroica por ningún
lado. De hecho, algunos eran bastante feos.
Pero eso cambiaba con el casco puesto,
mejor no se lo quitasen, rodeados de misterio, siendo unos auténticos
caballeros románticos del riesgo montados en sus caballos de hierro.
Cuando uno es pequeño, siempre
idealiza a sus ídolos y además, en aquella época las carreras de
F1 en España eran un deporte exótico -practicamente no había
españoles-, del que apenas se sabía y veía nada. De ahí que todo
saliese con cuentagotas, para bien y para mal.
Para bien porque al ver y oír poco de
los protagonistas, estos seguían distantes en sus torres de marfil,
y para mal, porque no sabías casi nada de ellos.
Pasa el tiempo, uno crece, la F1 se
populariza, y el mágico encanto de los pilotos -y de la F1- se va
diluyendo poco a poco, volviéndose todo más terrenal, más
natural... y más ordinario a su vez.
La llegada de pilotos españoles a la
F1, y sobre todo la de Alonso, que demostró que el éxito era
posible, desató la popularidad de este deporte en España, dándose
a partir de entonces una cobertura nunca antes vista y, como en todo,
para bien y para mal.
Para bien por razones obvias, y para
mal porque de ese modo, con tanta información, escuchabas las
paridas que tus ídolos podían largar de vez en cuando y descubrías
-aunque ya por entonces al ser adulto lo sabes- que tus ídolos no
son más que tipos de carne y hueso como tú, con las mismas
debilidades, y que en algunos casos su único valor, su único
mérito, es tomar un par de curvas rápido. Fuera de ahí, algunos no
son nada.
Los pilotos de hoy no son mejores ni peores que los de antes, pero mi percepción de ellos es menos idealista. |
Por tanto, e ahí el por qué me gustan
más los pilotos de antes, no porque fueran mejores -no lo eran, ni
peores tampoco- ni porque corrieran en unas condiciones más
precarias, jugándose muchas veces el tipo, sino porque al saber poco
de ellos, uno podía imaginárselos como le daba la gana, a un nivel
superior, nivel superior al que no estaban en realidad. Es decir, que
los idealizabas a tu antojo. Eso y, sobre todo, a que de niño todo
se ve de otra manera, de una manera más romántica, más pura. Luego
creces y te topas con la, muchas veces, decepcionante realidad.
Los pilotos de F1, al margen de su
talento, su esfuerzo y sus méritos, no dejan de ser afortunados que
hacen lo que les gusta. Ojo, que no digo que no se lo merezcan ni
mucho menos, todos ellos se lo han currado y se han sacrificado al
máximo -sin contar a los que se han quedado por el camino- pero al
final, no son más que eso, hombres que se dedican a lo que le gusta,
lo que el resto de los mortales no podemos hacer.
Los cascos de entonces eran más bonitos, y los nombres de los pilotos sonaban muy bien. Claro que eso es normal, cuando uno descubre algo, siempre le encanta, pero luego, con el tiempo, la cosa se va calmando.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, las veces que se podía ver a un piloto sin casco pensabas: "vaya careto", pero una vez con el casco puesto se te olvidaba esa "dura imagen" y volvías a idealizarlos. Ahora ya los ves hasta en la sopa y si que es verdad que pierden ese interés..
ResponderEliminarPor cierto, me gustó el detalle de llevar al niño que lloraba desconsolado al garaje de Ferrari. Y hubo una cosa que me trasladó a otros tiempos.. Y es que detrás de ese niño me pareció ver a la madre del niño, que también lloraba contagiada por ese amor y unión maternal (de otra manera seguro que la importaría un pimiento) y que me trasladó automáticamente a mis tiempos de niño en los que sentía esa compañía incondicional que aún ahora nos acompaña desde algún buen lugar...
Totalmente de acuerdo, además, el casco de los pilotos los rodeaba de misterio, como los héroes -o villanos- de las peliculas cuyo rostro no es mostrado y que, al hacerlo, nos decepciona. Muchas veces -la gran mayoría- el misterio es mejor que la realidad, ya que esos personajes misteriosos siempre son grandes. Pero luego, al verles la cara, nunca dan la talla. Lo mismo para la frase: "no es bueno conocer a tus ídolos, te expones a una decepción" y ahora, con tanta cobertura, pasa algo así.
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