Tres años hacen hoy de la muerte de
María de Villota en un hotel de Sevilla, ciudad en la que se
encontraba para dar una conferencia, por las lesiones sufridas más de un año antes probando un F1. Fue un día triste no sólo para los
seguidores del mundo del automovilismo -y el deporte en general- sino
para todos, porque María era una persona muy querida, entrañable.
Me enteré de su muerte el mismo día nada más levantarme, justo antes de ver un resumen de los libres del GP de Japón, en
los que su amigo Antonio Lobato recibió en directo la noticia y la
contó -como es lógico- notablemente afectado.
Como muestra de los deshumanizada que
está la F1 actual, está el hecho de que a los pilotos no les
dejaron hacer un minuto de silencio en su honor antes de la salida. Y
eso a pesar de que Jean Todt, presidente de la FIA, estaba a favor de
ello. Lo tuvieron que hacer en un garaje a título particular. Casi
parecía que lo estaban haciendo clandestinamente.
A María la conocí tarde, algo
habitual en mí ya que no sigo las fórmulas de promoción, aunque
con ese apellido, ya sabía que “de casta le viene al galgo”
porque a Emilio De Villota, su padre, lo conocía de cuando hacía lo
imposible por correr en F1.
Como anécdota divertida un año, corrían los 80, expusieron en Orense el Williams con el que De Villota corría en F1 -¿o era
el de la Fórmula Aurora que ganó en 1980?- en un banco. Me entró
entonces la duda de si de mayor iba a ser piloto de F1 o camionero.
Justo ese día, además, vi una tractora Pegaso de tres ejes que llevaba un
semiremolque con otros tantos, algo muy raro de ver entonces, que
me encantaba y yo, inocente de mí, ¡no sabía por que decidirme!
Volviendo a María, tuve la oportunidad
de verla en TV batiéndose el cobre en ese campeonato de monoplazas,
“superleague fórmula”, en la que representaba al Atlético de
Madrid en una carrera en el Jarama. Y lo hizo fenomenal, acabando en
séptima posición con una espectacular lucha rueda con rueda al final.
Luego vinieron sus pruebas en Lotus, su paso a Marussia como piloto de pruebas...¡y su desafortunado accidente!
Porque eso es lo que fue, un
desafortunado accidente en el que lamentablemente, el equipo de lavó
las manos. Y no, no me malinterpreten, no estoy buscando culpables,
pero es que ningún piloto que se sube a un F1 puede cometer tan
fatal error en condiciones normales. Algo hubo, fallo del coche, mala información del equipo a la piloto que pudo tocar dónde no era,
etc...
Eso al margen de que el camión no
debía estar ahí, y menos con la rampa abierta.
Claro que en este mundo tan buenista, dónde no se da la cara por
temor a represalias y en el que nadie se hace responsable de sus actos, uno puede entender -que no estar de acuerdo- que Marussia callara
cobardemente.
¿Y si hubieran dicho que hubo un fallo en el coche y que éste aceleró el solito al, por ejemplo, entrarle el sistema anticalado? En ese caso tal vez alguien -la familia Villota seguro que no- hubiera querido llevar a los dirigentes de Marussia a juicio por el accidente. Y eso tampoco.
¿Y si hubieran dicho que hubo un fallo en el coche y que éste aceleró el solito al, por ejemplo, entrarle el sistema anticalado? En ese caso tal vez alguien -la familia Villota seguro que no- hubiera querido llevar a los dirigentes de Marussia a juicio por el accidente. Y eso tampoco.
Lo que quiero decir es que María se
subió a ese coche porque quiso, porque amaba ese deporte, y que el
accidente fue mala suerte, independientemente de las causas o de que
pudiera haberse evitado. Hay que averiguar las causas, sí, pero no buscar
culpables para castigarlos, ya que hay que aceptar las reglas del
juego. De esto ya hablé más veces, como por ejemplo en el artículo
de Mark Donhoue.
Por este accidente María perdió un
ojo salvando la vida de milagro.
Se acabó su carrera de piloto, pero no
sus ganas de vivir. Se casó, colaboró con Antena 3 en los previos de las
carreras de F1, se centró en mejorar la seguridad vial y escribió
un libro, del cual iba a hablar en Sevilla el día de su muerte.
Su familia, en una demostración de
entereza que todavía emociona dijo: “ queremos dar las gracias a Dios
por habernos dejado disfrutar un año y medio más de María antes de
llevársela”.
Y se le puede aplicar a ella lo mismo
que dijeron los seguidores de Nuvolari cuando este murió: “Ahora
correrá más deprisa por las carreteras del cielo”
Amén.
Impecable..
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