Me acordé hace poco de un libro
dedicado a las carreras de coches que leí de pequeño, y no he
podido resistir la tentación de transcribir parte de él, para quien
le pueda interesar. No es lo habitual del blog, pero siempre hay
excepciones. Espero les guste, sin más, les dejo en manos de GM
Fraichard.
Un servicio de competición: Ferrari
Como todas las tardes Enzo Ferrari,
acompañado por Franco Gozzi, su secretario particular, jefe del
servicio de prensa y, actualmente, director deportivo, y por Valerio
Stradi, secretario, se encuentra reunido con diez hombres de
apariencia muy diferente: su constitución física, su edad y su
medio social parecen separarlos.
Están presentes Ermanno Della Casa, de
cuarenta y tres años, director general de la firma; Frederico
Goberti, de cincuenta y nueve años, jefe de compras del servicio de
competición; Rocchi, de cuarenta y cinco años, ingeniero del
departamento de motores de la fábrica; Salvarini, también cuarenta
y cinco años, el hombre de los chasis y cajas de cambio; Caliri, de
veintiocho años, en cargado de los estudios aerodinámicos;
Jacoponi, veintisiete años, que dirige el montaje de los coches y
que se desplaza, ocasionalmente, a los circuitos con el ingeniero
Marelli, de veintiocho años, también presente, que tiene a su cargo
el equipo de Fórmula 2; Giancarlo Bussi y Gianandrea Bianchi, los
hombres de los bancos de pruebas, de treinta y siete y veintinueve
años respectivamente; por último, Mauro Forghieri, de treinta y
tres años, que acaba de ser nombrado jefe de estudios de vanguardia
y que, por lo tanto, trabaja en la oficina que Ferrari conserva en
Módena.
Franco Gozzi y Enzo Ferrari. |
Este verdadero consejo de guerra ha
sido reunido por Enzo Ferrari para discutir y tomar decisiones
importantes que conciernen al porvenir de la empresa. Sí y...no. Lo
ha sido por cuanto en la Ferrari trabajan varios centenares de
obreros que podrían verse en una situación apurada si se tomasen
decisiones que comprometieran el porvenir de la firma de una forma
errónea. No lo ha sido por cuanto se trata pura y simplemente de la
“reunión”.
La “reunión” es una manifestación
del trabajo de equipo que Ferrari desea que se realice. Se celebra
todos los martes por la tarde y tanto puede durar treinta minutos
como prolongarse hasta bien entrada la noche. A menudo, si la
“reunión” debe ser corta, Enzo Ferrari la convoca en su propio
despacho; pero, generalmente, tiene lugar en una amplia sala
especialmente acondicionada para su celebración.
En estas reuniones es donde se define
toda la actividad de la empresa Ferrari, tanto a corto como a largo
plazo.
El primer punto del orden del día
acostumbra a ser la discusión de la carrera del domingo anterior
para sacar las conclusiones que se deriven de ella y, si es
necesario, tomar las medidas que se consideren oportunas. Así,
Franco Gozzi y el ingeniero de competiciones expondrán sus
problemas; a renglón seguido se pedirá la opinión de los
ingenieros que se consideren afectados y, si parece pertinente, se
les pedirá que busquen soluciones. Estas pueden ser de dos clases;
de efecto inmediato para corregir, en la medida de lo posible, un
defecto que se haya observado y así poder correr la siguiente prueba
en mejores condiciones, o a largo plazo para arreglar definitivamente
el problema.
Casi siempre habrá divergencias entre
los puntos de vista de los diferentes técnicos acerca de la causa
que origina el bajo rendimiento y acerca de las soluciones a adoptar.
Cada uno tendrá tendencia a defender su departamento: el responsable
de la sección de motores creerá que el fallo está en el chasis o
en la forma aerodinámica, mientras que los ingenieros de estos
departamentos estarán convencidos de lo contrario.
Dereck Bell y Mauro Forghieri. |
Mauro Forghieri, aunque no sea el
ingeniero jefe del departamento de estudios, será uno de los hombres
más escuchados en este debate. Como ingeniero de competiciones, al
tener que enfrentarse con todos los problemas, intentará de nuevo
hacer una síntesis y definir el camino que debe seguirse. Si la
discusión se eterniza y no lleva trazas de aparecer una solución
válida, Enzo Ferrari entrará en la discusión bien para proponer
una solución, bien para pedir que se realice un estudio en una
dirección determinada.
Después se hará el recuento de las
fuerzas disponibles para la prueba siguiente, tanto en hombres como
en material. Se distribuirá el trabajo entre los diferentes
servicios representados en la “reunión” y se establecerá un
orden de preferencias ya que el servicio de competición de Ferrari
se mueve en campos muy diferenciados: monoplazas de Fórmula 1 y 2,
prototipos, campeonato de montaña y Can Am. Así, la escala de
cilindradas va desde 1600 hasta 6200cc, mientras los motores van
desde el V6 al V12 pasando por un 12 cilindros plano. Esto explica
que en el servicio de competición haya un tal “embotellamiento”
que las, aproximadamente, cien personas que trabajan en él lo hagan
a ráfagas; durante diez o quince días, todo el mundo está
movilizado por un prototipo que debe ser construido; después, todos
se precipitan sobre los monoplazas de Fórmula 1 antes de dedicarse a
trabajar en un coche destinado a las carreras de montaña.
Peter Schetty con el Ferrari 212E Montagna, con el que fue campeón de Europa de la disciplina en 1969 ganado todas las carreras. Su 12 cilindros plano de dos litros producía 300CV. |
Es
necesario haber franqueado, la víspera del día que debe emprenderse
viaje para participar una carrera, la puerta de la nave de montaje
-que comunica directamente con el despacho de Enzo Ferrari- para
saber lo que significa luchar contra el reloj. La última vez que
fuimos se estaban preparando dos monoplazas para que Chris Amon
pudiese participar en el Gran Premio de África del Sur en 1969;
siete u ocho mecánicos trabajaban simultaneamente en cada coche.
Éstos tenían que ser transportados a Roma, donde Chris Amon, que
debía de llegar desde Australia, tenía que probarlos antes de
embarcarlos en un avión hacia Johannesburgo.
Todo esto había sido decidido en la
“reunión”.
229 motores concebidos en veintidós años
¿Por qué se produce esta dispersión
de esfuerzos y quién la decide? ¿El director deportivo? Sí,
siempre que esté de acuerdo con Enzo Ferrari, para quien la victoria
no es lo principal; para él, lo más importante es participar. * (Lo
dudo mucho)
En 1968, la renuncia a participar en
las competiciones de prototipos no ayudó a que mejorara la situación
en los demás campos. El balance de ese año lo demuestra: treinta y
nueve carreras, nueve victorias y seis coches destrozados. Entre las
nueve victorias, sólo una correspondió a la categoría de Fórmula
1, la ganada en el Gran Premio de Francia, corrido en Rouen, por
Jacky Ickx, bajo una lluvia torrencial.
Jacky Ickx impuso el 312F1 en el GP de Francia de 1968 en el inundado Rouen. |
Así pues, es también en la “reunión”
donde se toman las grandes decisiones acerca de los programas de
competición futuros y acerca de los coches que deben participar.
En la práctica, Enzo Ferrari, que es
quien propone los programas, tiene su propia idea acerca de cada uno
de los coches que deben construirse para figurar honrosamente en cada
categoría. Es importante tener en cuenta, que el departamento
comercial -representado en la “reunión” por Ermanno Della Casa-
interviene poco, aunque se le escuche con atención cuando se trata
de competiciones en las que intervendrán, o intervienen, coches
derivados de los producidos en serie, así como tuvo parte
fundamental en el lanzamiento del programa Dino después del acuerdo
con Fiat. Por mucho que sea el propio Ferrari quien proponga los
temas que deben ser tratados, la libertad de los ingenieros para
estudiar y proponer soluciones es total. En reuniones sucesivas se
discutirán cada una de las propuestas y se elegirá una en concreto.
En general, el motivo esencial de las controversias en la casa
Ferrari es el motor.
En los últimos diez años, Enzo
Ferrari ha evolucionado mucho y, en particular, se ha dado cuenta del
papel fundamental que desempeñan el chasis y la aerodinámica, pero
su pasión continuan siendo los motores:en veintidós años se han
concebido 229 grupos diferentes y, de ellos, 154 han pasado por el
banco de pruebas.
Chris Amon con el 612 Can Am, el exito no llegó, por poco y por falta de medios al correr en muchas disciplinas. |
Se dice que existe una escuela Ferrari
basada en los motores de 12 cilindros. Sin embargo, la producción
actual de motores de competición comprende un V6 de 1600cc, un 12
cilindros plano de 2 litros y, evidentemente, los V12 de 3 litros y
el de 6200cc. Cuando Ferrari dice que él admite todos los proyectos,
no dice más que la verdad. Incluso las ideas más desorbitadas
pueden interesarle.
A este respecto existe una anécdota
célebre. El ingeniero Lampredi, en aquel entonces responsable del
departamento de motores de la fábrica, volvió de Estados Unidos muy
impresionado por la elevada cilindrada unitaria de los coches que
corrían en Indianápolis. Esto ocurría en 1955, cuando los
monoplazas europeos de Fórmula 1 corrían con motores de 2500cc, y
cuando Ferrari disponía de un sólido motor de 4 cilindros y otro de
6 recién estrenado. Pero Lampredi volvió convencido de que un motor
con 2 cilindros paralelos, que contara con pocas partes móviles y
con un par motor muy alto, sería invencible. No hace falta decir que
él fue el único que creyó en su idea. No obstante, Enzo Ferrari le
dio absoluta libertad para llevar su proyecto a la práctica. Éste
fue fabricado, puesto en el banco de pruebas y, cuando llegó a 5200
revoluciones por minuto, con un desarrollo de 160CV -mientras que a
idéntico régimen los motores de 4 cilindros desarrollaban 250CV-
estalló.
Enzo Ferrari sonríe cuando recuerda la
aventura: “los pistones eran así de grandes...”, dice señalando
su plato de postre. Cada pistón, con sus 118mm de diámetro por sus
114 de carrera, desplazaba un volumen equivalente a la cilindrada de
un Seat 124. Lampredi quedó en su cargo y el asunto fue archivado.
Más tarde, el ingeniero Lampredi pasó
a Fiat donde tomó la dirección de la sección de motores. Fue él
quién creó el bicilíndrico del Fiat 500. Enzo Ferrari nos aclara:
“la idea no era mala, pero sí la aplicación inicial que se había
hecho”.
Regazzoni con el Ferrari Dino 166 F2. |
Hoy, Ferrari se encuentra en un caso
análogo, no por los resultados, ya que el prototipo ha rodado sin
complicaciones, sino por la diferencia de puntos de vista. El
ingeniero Rocchi estaba convencido de que el mejor equilibrio entre
el rendimiento y las masas móviles vendría dado por un motor de 18
cilindros (o en último caso en un motor con tres filas de cilindros
en W). Enzo Ferrari, en cambio, creía que las pérdidas por
rozamiento debidas a la mayor cantidad de masas móviles absorbería
el aumento de potencia debido al fraccionamiento de la cilindrada
unitaria.
La discusión quedó cerrada: Rocchi
tuvo luz verde, aunque se le advirtió que razones técnicas o
comerciales podrían retrasar la salida del motor. * (Al final no
salió)
Así ocurrió, en 1967, la parte
comercial intervino para pedir que ningún motor compitiera con el V6
Dino, que se utilizaba para las carreras en cuesta; entre ellos, el
12 cilindros plano, que daba resultados excepcionales en el banco de
pruebas. Efectivamente, era la primera vez que se conseguía superar
los 150CV por litro. Enzo Ferrari debía decidir entre escoger el
mejor motor (como proponía su director del servicio de competición)
o apoyar la venta de los Dino-Fiat (como proponía el servicio
comercial). La decisión fue reservar para más adelante el 12
cilindros plano, que salió en 1969 para dominar el campeonato de
Europa de montaña.
En la casa Ferrari, lo opinión unánime
es que el patrón se equivocó al tomar aquella decisión -que,
evidentemente, retrasaba también todos los demás proyectos-, ya que
con el 12 cilindros se hubiera podido ganar a Porsche, que en 1967 y
1968 se proclamó campeón de Europa de montaña.
Primer objetivo: la investigación
La investigación es la razón de ser
de Ferrari, el cual prescindiría gustoso de su trabajo como
constructor si no fuera porque esta es la actividad que le permite
seguir investigando y aplicar a los coches de competición y, más
tarde, a los de turismo, los resultados de sus estudios. El ejemplo
del ingeniero Lampredi ilustra suficientemente la ayuda que el
deporte automovilístico puede prestar a los coches de serie por la
libertad de investigación que permite. A este respecto, Ferrari
gusta decir: “la experiencia es la suma de los errores que no deben
volver a cometerse. Estoy dispuesto a empezar de nuevo todo cuanto he
hecho mal, pero de forma diferente”.
En aquellos años las carreras de resistencia eran tan importantes para Ferrari como la F1, sino más. |
En Ferrari no existe límite al
presupuesto de investigación metalúrgica: todos los metales,
incluso los más caros, pueden utilizarse y, además, la fábrica
dispone de una máquina capaz de medir un cuarto de micra.
Pero, así como los créditos para la
investigación son ilimitados, los fondos para el pago y contratación
de corredores y para efectuar desplazamientos caros, escasean.
Entonces, se prescinde de los mejores pilotos, e incluso se pierden
campeonatos por la satisfacción de crear los mejores coches del
mundo, por permitir que los ingenieros puedan trabajar con mayor
holgura. Enzo Ferrari ha emprendido un nuevo camino al crear la
oficina de estudios de vanguardia que dirige Mauro Forghieri, que
durante muchos años fue el ingeniero del servicio del departamento
de competición y, por tanto, acompañaba al equipo a cualquier lugar
que tuviera que desplazarse, no podía realizar ningún otro tipo de
trabajo. Cuando estaba en la fábrica, sólo tenía tiempo para
revisar los coches y dejarlos a punto para la siguiente carrera. Hoy,
su plaza la ocupan varios ingenieros jóvenes, mientras que él, en
parte retirado en Módena, alejado de la barahúnda del servicio de
competición, trabaja en la consecución del vehículo del futuro.
Pero no por ello deja al margen las
competiciones que se desarrollan y, cuando se preparan las líneas
básicas de un nuevo coche, está presente para recoger todas las
propuestas y encaminar los estudios antes de que el proyecto pase a
ser llevado a la práctica en cada uno de los servicios.
Para que el nuevo proyecto se convierta
en realidad será necesario que se hagan los diseños, se fundan las
piezas, se mecanicen y se monten, lo cual representa un total de seis
u ocho meses. Transcurrido este plazo, dos ingenieros se ocuparán de
efectuar las pruebas privas y, mas tarde, un tercero lo hará correr.
Il Grande John y Enzo Ferrari. |
El funcionamiento del servicio de
competición está asegurado por un director deportivo. El cargo no
es fácil: en, aproximadamente, diez años, hemos conocido cinco
directores diferentes. En todo caso, él es el que mantiene contactos
con los organizadores y prepara, materialmente, todos los viajes
pero, de hecho, las decisiones corresponden a Enzo Ferrari. El patrón
decide lo que se debe pagar para contratar a un piloto, el número de
coches, que pilotos los conducirán; en fin, el patrón lo decide
todo. En las “reuniones” se discuten problemas técnicos y la
organización interna, y el director deportivo es quien recoge las
informaciones del exterior y hace las proposiciones, pero ningún
compromiso el válido sin la aprobación de Enzo Ferrari. Así, al
iniciarse la temporada, es Enzo Ferrari quien discute los contratos
con los pilotos después de que el director deportivo ha hecho la
labor de sondeo.
De la misma forma, aunque Enzo Ferrari
no asiste a ninguna carrera, dirige a control remoto su equipo desde
su austero despacho de Maranello. Cada tarde, después de los
entrenamientos, el director deportivo telefonea a fábrica para
informar de los acontecimientos del día; las conferencias pueden ser
más frecuentes si se plantea algún problema grave, como la amenaza
de huelga de pilotos de Spa, en 1968.
Es cierto que la visión que Ferrari
tiene de su equipo -y de los rivales- está deformada por la
interpretación del informante, pero esto forma parte del principio:
que cada cual asuma su responsabilidad. Si el director se equivoca,
su equivocación saldrá a la luz tarde o temprano.
Se dice que esta postura de Ferrari
puede provocar situaciones equívocas; no creemos que sea así por
cuanto cualquier empleado de Ferrari -y particularmente los pilotos-
tiene siempre libre acceso al despacho o a la mesa del patrón, Enzo
Ferrari, tras sus formas frías, es profundamente humano y desea
mantener relaciones francas y directas.
Los “verdaderos” constructores
Ferrari produce 700 coches cada año y
gasta, en el mismo periodo 75,000,000 de pesetas (450,000€) en los
equipos de competición. Pese a que su servicio de conpetición está
formado por una decena de ingenieros y menos de un centenar de
obreros, logra mantenerse en cabeza de la industria mundial. Ha
sufrido contratiempos -causados principalmente por Ford-, pero el
potencial técnico acumulado en Maranello permite que pueda medirse
con las mayores potencias financieras. Por otra parte, BRM, Honda, en
cuyo servicio trabajan 1224 ingenieros, y Ferrari -MATRA está
realizando un gran esfuerzo por conseguirlo- son las únicas firmas
que construyen totlmenete sus monoplazas de Fórmula 1; las demás
firmas se limitan a montar piezas. Es evidente que desde el punto de
vista financiero, Ferrari no puede luchar contra sus rivales. Por
consiguiente, debe renunciar a disponer de un gran equipo de
competición en el que figuren los mejores pilotos del momento: la
mayor parte del dinero está invertido en la investigación. En el
terreno financiero, el acuerdo firmado en julio de 1969 con Fiat ha
logrado mejorar la situación del servicio de competición.
El mítico triple de Ferrari en las 24 horas de daytona de 1967, vengándose de Ford en su casa. |
Se se comenta con Enzo Ferrari que
otros constructores, para poder contratar los servicios de los
mejores corredores, han aceptado poner en los laterales de sus coches
el emblema de una marca de cigarrillos, replica que él no es fumador
(lo cual no es verdad) y que: “nunca ha visto que sus coches echen
humo de cigarrillos, sino de aceite”. El hecho de que Ferrari se
niegue a aceptar ese dinero por considerarlo impuro, prueba nuestra
aseveración de que jamás ha considerado la competición como un fin
en si mismo o como un motivo comercial, sino como la expresión del
trabajo que se realiza en su fábrica y en su país.
Por último, conviene tener presente
una frase de Enzo Ferrari -en pleno dinamismo pese a sus setenta y
dos años- : “nunca me siento satisfecho y obligo a mis ingenieros
a investigar de cara al futuro...”
Fragmento escrito por G.M. Fraichard,
dentro de la enciclopedia Argos “Yo descubro”, en su tercer
volumen titulado: “El deporte del automóvil”
Título de la obra original: LE SPORT
AUTOMOBILE
Traducido por: Xavier Gispert
Publicado en noviembre de 1971
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