domingo, 13 de febrero de 2022

F1 vs Fútbol

 



                     Cada día más iguales




Les sonará raro que diga esto sobre deportes tan distintos, pero sin duda es así. Y no por lo bueno: audiencias, sueldos altos, etc... sino por lo contrario: falta de deportividad.

El deporte Rey, al menos en Europa y Sudamérica, el fútbol, nunca ha destacado por sus buenos modos, al menos desde que yo lo conozco. Los jugadores que fingen faltas, luego se indignan cuando el que las finge es el rival, critican por todos los lados -jugadores, entrenadores- al conjunto arbitral, un conjunto al que ellos “facilitan” su trabajo haciendo trampa ante la pasividad general, ya que todos lo dan por bueno. Cuando digo todos me refiero a los antes mencionados más prensa y aficionados. Y es que a nadie le importa esta falta de ética. Ningún equipo amonesta a sus jugadores por tratar de engañar al árbitro y, la federación, por su parte, tampoco pone unas duras sanciones para evitar esto pase.

Y uds, dirán, ¿y esto que tiene que ver con la F1? Pues mucho, porque desde finales de los 90 hasta la actualidad, cada vez la F1 más actúa de forma parecida, sino igual. De hecho, se podría ir más atrás en el tiempo con lo que se conoce eufemísticamente como “interpretaciones del reglamento”, que no es otra cosa que una violación del mismo. Cosa que iniciaron burdamente -y coló- a principios de los 80 los equipos ingleses, para que luego hablen del fair-play inglés.



El corrector de altura de Brabham -luego copiado por todos- fue una burda trampa, pero peor fue lo     que vino después: depósitos de agua para "refrigerar" frenos, cuyo fin era burlar el peso mínimo.


Pero en referencia a su parentesco con el fútbol me refiero más al juego sucio en pista, un juego sucio que ha ido en aumento en parte por la permisividad de los comisarios -los árbitros de la F1-, y en parte por la mayor seguridad de los coches y pistas que, con sus escapatorias asfaltadas, propician estos movimientos antideportivos. A esto hay que añadir un montón de reglas más, como el coche de seguridad, entrada y salida a boxes, límites de pista, etc... que dan lugar a más problemas.

Y entonces es cuando los pilotos la “arman”, saltándose chicanes, como Hamilton en Mónaco 2016 por ejemplo, o las tres primeras curvas de México ese mismo año, o sacan de pista a rivales defendiendo posición -Verstappen con Hamilton en Brasil y Arabia Saudi el año pasado- y claro, una vez efectuada la maniobra, a todas luces indefendible, el autor y sus equipos la defienden a capa y espada y, quienes son víctimas, se ofenden para, a la mínima oportunidad, hacerlo ellos y cambiar las tornas. El que la hizo se ofende y quien criticaba -con toda la razón- pasa a defender lo indefendible. Igualico que en el fútbol.






Y todo esto lo digo con una mezcla de sentimientos. Un poco de pena porque así sea, pero descojonándome cuando los seguidores de otros deportes, sobre todo los del automovilismo en general y la F1 en particular, creyéndose, como la izquierda en España, con superioridad moral, hablan muchas veces de su amado deporte diciendo: “esto no es fútbol”, y no, no lo es, pero en muchos aspectos, sí. Y no siempre en los buenos. ¿Saben por qué? Porque todo está conectado, el fútbol, la F1 y lo demás, es parte de la vida, y la vida es así. A veces genial, a veces no tanto. Y cuando todo vale para ganar, cuando justificamos todo con tal de ganar, perdemos el rumbo, los valores.

Pero sin ponerme filosófico, dedico este artículo a todos aquellos que defienden la F1 criticando al fútbol. Ni es justo, ni es necesario.

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