jueves, 15 de marzo de 2018

Los devaneos de Adrián Newey




                    Ahora me ves, ahora no me ves








Hace poco salió la noticia de que Adrián Newey dejaba Red Bull, pero por lo visto era un paso -de nuevo- atrás, exactamente como hizo a finales de 2014. De hecho, su fichaje por Red Bull de cara a 2006 abandonando Mclaren, vino motivada por su necesidad de más espacio para poder dedicarse a otros proyectos, como el famoso barco para la copa América, del que nunca más se supo.
En Red Bull encontró la libertad que tanto anhelaba y pudo pasar a un segundo plano, como dije, en 2014. Volvió la campaña anterior al frente, en lo que muchos celebraron -de manera un poco optimista- como el regreso de Red Bull a lo más alto. Y ahora, de nuevo a la sombra.
Esta noticia ha hecho que algunos volviesen al recurrente tema Newey-Ferrari, dando por sentado que los Ferraristas no sólo estamos deseosos de la entrada de Adrián a Maranello, sino que él es nuestra mejor -o única- posibilidad de éxito a corto plazo. Sin duda sería bienvenido, pero ya dejó claro que no quería ir a Italia y, francamente, tonterías las justas. Bastante se hizo cediendo en los 80 a los caprichos de Barnard, poniendo a su disposición una oficina en Inglaterra, la famosa GTO -nada que ver con el coche- de Guilford. Total, para nada.



Junto a Patrick Head, artífices ambos, de los éxitos del equipo Williams en los 90.



O sea, que si quiere venir, genial, pero de rogarle de rodillas, nada. Además, si bien me parecen muy razonables sus razones, ¿quién me dice a mí que su negativa, mas que por vivir en Italia, es por temor al fracaso, a la presión? No nos engañemos, aunque a Newey se le “perdona” todo, no es lo mismo trabajar para Ferrari, que para el resto de equipos. ¿A quién le importa que pierdan Red Bull, Mclaren, Mercedes, etc...? A nadie, por tanto, si no hay éxito ahí -o éxito inmediato- pues vale, “no problemo”. Pero en Ferrari no hay excusas, así de simple. Tal vez no quiera aceptar el reto.
Sea como sea, son suposiciones, sin más. Alguien tiene que ser crítico con Adrián, ya que pocos lo son.
Al bueno de Newey no sólo se le justifica cuando no gana -toda la culpa estos últimos cuatro años es de Renault- sino que se olvidan sus fracasos: Mclaren Mp4/18 y 19, amén de ser aplastado por el rodillo Schumi-Byrne-Branw-Todt-Martinelli, en lo que fue el mejor equipo de la historia de la F1. También se le atribuyen méritos que no son suyos, o no sólo de él, como los Williams de 1991 hasta 1997 -diseñados entre Patrick Head y él- o la suspensión activa que, aparte de no ser idea suya, su desarrollo en los Williams de los 90 corrió a cargo de Paddy Lowe.
Parece que le pasa un poco como a Colin Chapman, que se atribuía, o le atribuían, el mérito de otros: dijo que el chasis monocasco del Lotus 25 de 1962 lo dibujó en una servilleta en un momento de inspiración, pero ya en 1954 Gilbert McIntosh y Frank Costin (hermano de Mike, el de Cosworth) habían diseñado uno que él desestimó, el Lotus 72 con forma de cuña fue un diseño de Maurice Phillipe y el coche ala fue una idea de Peter Wright, lo mismo que el Lotus 88 doble chasis.
Saco esto a colación porque me parece interesante. Es bueno saber de dónde vienen realmente las cosas, más allá de los genios a las que van asociadas.



Junto al March, en el que se dió a conocer como gran aerodinamicista, a finales de los 80.



Adrián Newey, ADRIÁN NEWEY así, con mayúsculas, es para muchos, EL INGENIERO, como si no hubiera otros pero, por bueno que sea, hay otros también muy buenos y capaces, aunque no tan famosos, con tanto nombre y empaque.
El defenestrado de Ferrari, Aldo Costa, está en Mercedes, equipo que está arrasando estos últimos cuatro años, y no sólo por el motor, motor que tienen otros equipos, (Mclaren lo tuvo en 2014 y fracasó) y es de justicia pensar que él también hace algo bien. Y no sólo él, también los ingenieros de otros equipos y de la propia Red Bull -Newey aparte-, sin ir más lejos.
Le deseo lo mejor a Adrián Newey, que si quiere venir a Ferrari, sería recibido con los brazos abiertos, pero si no, no hay problema, no es el fin del mundo.


Bibliografía: Motor Clásico 354 (marzo 2018) y el libro “Colin Chapman the Wayward Genius” de Mike Lawrence.

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