martes, 13 de marzo de 2018

Ralf Schumacher




                                  El repudiado








Nacido en Kerpen el 30 de junio de 1975, disputó 180 GGPP (94 Williams, 53 Jordan, 53 Toyota), logrando 6 victorias (todas con Williams), 6 pole positions (5 Williams, 1 Toyota), 8 vueltas rápidas (7 Williams, 1 Toyota) y 27 podios (21 Williams, 3 Jordan, 3 Toyota).
Su mejor clasificación en el campeonato del mundo fue el cuarto lugar que consiguió en 2001 y 2002 con Williams.
Un buen palmarés, que sin embargo no evita un resquemor de buena parte de los seguidores que no le perdonan el ser hermano -el hermanísimo es su apodo- de Michael Schumacher, el Kaiser. Dan por sentado que llegó a la F1 principalmente por eso -y por el buen hacer de su mánager común, Willi Weber- más que por su talento.
La primera vez que supe de él fue en una entrevista en la revista Fortuna Sports, en la que su hermano, estrella emergente de la F1, hablaba de él diciendo: “no soy tan bueno, mi hermano es mucho mejor que yo”, en una clara mentirijilla fraternal.
Es evidente que no era así, pero de ahí a dar por sentado que llegó única y exclusivamente por ser “el hermanísimo”, media un abismo. Como tampoco llegó unicamente por la habilidad de Willi Weber. Sin duda su talento también tenía algo que decir.



Sus mejores años en F1 fueron con Williams-BMW.



Pero aún comprando la historia de que llegó por méritos ajenos, esta el hecho de que se mantuvo en el candelero 11 temporadas en equipos de la tabla media-alta. Es decir, que si bien pudo llegar por tener contactos, es evidente que estos no lo iban a mantener en la F1 durante tantos años a menos que él diese el cayo. Y menos en equipos que aspiraban a ganar, como Williams y Toyota. Su palmarés así lo demuestra.
Pero Ralf caía mal, así de sencillo. Aparte de la envidia de quienes no lo tragaban por estar ahí, según ellos, por enchufe, es evidente que el pequeño de los Schumacher no despertaba simpatías. No sé si era o no simpático, pero no deja de ser cierto que la expresión de su cara no tenía un gesto agradable. Le pasaba un poco como a Ron Dennis, cuyo rostro parecía estar, perdonen la expresión: “oliendo mierda”, y Ralf, por su parte, tenía una desagradable mueca que parecía ser de prepotencia, de chulo, que no le ayudaba a la hora de tener más seguidores y a ser tratado, no ya con cariño, sino con objetividad.
En Jordan, en su primer año, Físico fue mejor, pero le mantuvo bien el ritmo el año siguiente a todo un campeón como Damon Hill.
En Williams, en 1999 dominó claramente a un Zanardi que no se acabó de adaptar en su regreso a la F1, y en el año 2000 pudo con el debutante Button -futuro campeón del mundo-; fue ligeramente mejor que Montoya en 2001, y le mantuvo bien el pulso en 2002-03, aunque un poco de mala fortuna al final inclinó la balanza claramente hacia el colombiano. En 2004, sin embargo, Montoya fue notablemente mejor.



Ralf cerró su trayectoria en F1 con Toyota.



En Toyota, superó en 2005 en el mundial a Trulli, aunque este fue más veloz en calificación, pero no tuvo tanta fortuna en carrera. En 2006 anduvieron más a la par y, en 2007, Trulli fue sencillamente, superior.
Creo que si mirásemos las carreras deportivas de muchos pilotos consagrados y queridos, hallaríamos situaciones parecidas. Pilotos como Watson, Laffite, Rosberg, Pironi, Peterson, Andretti, Ickx, Regazzoni, Fisichella, Montoya, Raikkönen, etc.. por citar algunos, padecieron situaciones similares. A veces siendo los mejores de su equipo, y otras no. Incluso teniendo temporadas malas. Y no pasa nada. Pero con Ralf parece no haber tregua.
No voy a descubrir en Ralf a un gran piloto, pero desde luego no era un “manco” -como algunos lo han llamado-, con suerte, que se encontró las victorias. Era un buen piloto de F1. Podría gustar o no, ser más o menos bueno, pero un inepto no era. Muchos pilotos menos talentosos han llegado y permanecido, y nadie les tiene tanta quina.
Un poquito de respeto hacia el pequeño de los Schumacher, al fin y al cabo, yo no le recuerdo faltando a nadie.

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