Contradicciones
Al acabar la clasificatoria del GP de Baku, tras cuatro banderas rojas, Fernando Alonso hizo unas declaraciones muy interesantes, diciendo, más o menos lo siguiente: que quién provoca una bandera roja al final no sale perjudicado, porque le reparan el coche y mantiene posición mientras los demás se van al parque cerrado. Claro que esto es discutible, depende de lo que se rompa, le penalizan o no. Eso por un lado, por otro, si la sesión se reanuda, o no es la última, la posición se puede perder. Ya vimos como Leclerc, pole en Mónaco y Baku con bandera roja, en la que fue causada por su accidente -Mónaco-, luego no salió por una avería que decían se podía reparar sin sanción...
Es evidente que quien comete un error en calificación puede verse beneficiado al arruinar las vueltas de sus rivales, pero eso forma parte de las carreras. Dicho esto, aunque estoy en contra de sancionar el error, ya que parto de la base de que se trata de eso, no de acciones deliberadas, también estoy de acuerdo en que los errores se deben pagar pero, en estos casos, ¿como?
Tal vez con una sanción de puestos pero, en ese caso, no sólo con bandera roja, ¿no? Si provocas una amarilla que arruina vueltas, también, y si es roja y la reparación te acarrea penalización, en ese caso no, ya que con eso debería bastar.
Alonso, crítico con los pilotos que causan bandera roja. |
Dado que se tratan de errores y que no sucede de forma habitual y que por tanto apenas influye, estoy a favor de dejar las cosas tal como están pero, si se quiere sancionar, debe ser a todos, no sólo al poleman, como se sugirió tras el GP de Mónaco. Podrían ser tres puestos en caso de bandera roja y uno en caso de amarilla. Y aún así tampoco me gusta, ya que debería sancionarse en caso de influir realmente, y es de sobra sabido que la mayoría de banderas, tanto rojas como, sobre todo, amarillas, no influyen. También es sabido que todos se quejarían por nada pidiendo sanción.
Bajo estas premisas, me mantengo en mi posición inicial de dejar las cosas tal como están.
Por otra parte, se podrían -y deberían- revisar los muchos errores cometidos en carrera, sobre todo con los límites de pista. Lo de Norris en Francia fue escandaloso. Casi pasó desapercibido, pero alguien que se pasa tres pueblos de frenada y mantiene posición cuando tiene a un coche justo detrás, está claro que ha contado con una ventaja injusta. El caso más flagrante fue el de México 2016 con Hamilton. Ahí hay que sancionar, sí o sí.
Acabado con esto, creo necesario insistir en lo de los muletos, que suponen escaso ahorro monetario, pero no así de trabajo, ya que en caso de rotura de un chasis hay que cambiar toda la mecánica, cosa que con un muleto no sería necesario, amén de que evitaríamos quedarnos antes de la salida sin pilotos. Ya ha habido dos casos: Malasia 2017 y Mónaco este año, en que el perjudicado ha sido un piloto de Ferrari y candidato al la victoria sin ir más lejos. Repito lo de siempre, como pase en la cita decisiva a un aspirante al título, todos se echarán las manos a la cabeza. Y será tarde.
Hamilton en México 2016 o como reirse de rivales y aficionados. |
Y finalizo con la reglamentación de motores. No voy a entrar en lo de la estupidez general de dicha reglamentación, ya he hablado de ello en su momento, con eso de obligar a usar un tipo de arquitectura y demás, no permitir desarrollos y esas chorradas. Me limito a decir que, si es cierto que se vuelven a congelar de cara a 2022 como dicen, lo que deben hacer es dejarlos congelados, no permitir desarrollos por fiabilidad ni nada por el estilo, porque lo mismo tocan algo más con la excusa de la fiabilidad. Otra cosa, ¿que es eso de permitir desarrollar en caso de una diferencia de rendimiento de más del 2%? Sin entrar en como miden esa diferencia, en motores de 1000CV hablamos de 20CV de diferencia, una ridiculez.
Ya puestos, que dejen motor único y que digan las cifras de potencia y par, ya que al ser todos iguales, carece de sentido ocultar nada.
Pero claro, eso va en contra no sólo del espíritu de la F1, sino de Ferrari, y Ferrari es algo a lo que la F1 no quiere renunciar. De modo que les dejan seguir haciendo sus propios motores a la vez que quieren que todos sean iguales. Otro sinsentido, otra contradicción, en esta F1 cada vez más huérfana.
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