El último pionero
Tony Brooks, 25 de febrero de 1932-3 de mayo de 2022, apodado “el dentista”, sencillamente porque lo era, no estuvo en la inauguración del campeonato del mundo de F1 en 1950 ya que él debutó en 1956 en el GP de su casa (Inglaterra) con un BRM, pero si formó parte de los pilotos de la primera década de la historia del mundial de nuestra querida especialidad. Su muerte dejó esta década huérfana, ya que con él se fue el último piloto que corrió en F1 en los 50.
Su primera carrera de F1, sin embargo, no fue la antes mencionada, sino un año antes, en el GP de Siracusa (Sicilia), GP que ganó con Connaught, devolviendo a lo más alto de un Gran Premio a un coche de fabricación británica desde 1923. Claro que en una carrera no puntuable.
Para ello se hubo de esperar al GP de Inglaterra en 1957 donde Brooks, compartiendo volante con Moss -entonces estaba permitido- daban la victoria a Vanwall en la que fue la primera victoria para ambos (Brooks-Vanwall), no así para Moss, que ya había ganado antes con Mercedes y Maserati.
GP de Bégica de 1958, su primera victoria puntuable en solitario, con Vanwall. |
Tony Brooks logró cinco victorias más en el mundial, tres con Vanwall en 1958 (Spa, Nürburgring e Italia), en un todo o nada como el de Rindt en 1970 -campeón con cinco triunfos-, porque no puntuó en ninguna más aunque, a diferencia del austríaco, él no fue campeón; y dos en 1959 con Ferrari (Francia y Avus), acabado esos mundiales -sus mejores- en tercera y segunda posiciones respectivamente. Destaca, sobremanera, el subcampeonato de 1959, en el que estuvo luchando hasta el final pese a lo obsoleto de su Ferrari con motor delantero frente a los Cooper ingleses de motor central, mucho más estables, aerodinámicos y ligeros. Frente a ellos, Brooks tenía su talento y la mayor potencia del propulsor italiano. Un toque en la salida con su compañero Von Trips en la última cita en Sebring no ayudó, así todo, lo tenía muy difícil. Al respecto de los Ferrari, destacó de ellos que eran unos coches muy sólidos en comparación con los ingleses: “podías meterte en un Ferrari y pilotarlo y nueve de cada diez veces llegaba al final. Hasta que no me pasé a otros equipos no me di cuenta de la fragilidad de la mayoría de los coches de GP. Los Ferrari eran muy consistentes y potentes". Corrió dos años más con Cooper, Vanwall y BRM antes de retirarse, pero el éxito ya no regreso.
Francia 1959 (Reims), primera victoria de Brooks con la Scuderia. |
En sus inicios estuvo siempre a la sombra de Moss, su afamado compañero, aceptando ser su número dos, lo cual no le ayudó en absoluto, ya que todas las atenciones iban hacía su compañero, en detrimento suyo, cosa que no le sucedió cuando estuvo en Ferrari.
Tenía un gran talento natural, tanto es así, que ganó en su primera carrera de F1 pese a no haber disputado nunca carreras con coches de ese tipo. Muy religioso, salió indemne de dos graves accidentes -en Silverstone y Le Mans- y decidió, a partir de entonces, que no se la jugaría con coches de segunda, a la vez que nunca forzó más allá de sus límites, motivo por el cual, en circuitos tipo aeropuerto, como Silverstone o Goodwood, con más escapatorias y, por tanto, más seguros, veía a más pilotos plantarle cara, quizá porque arriesgaban más él. En cambio, en pistas peligrosas, las que separan al hombre del niño, como Spa, Nurbürgring, Monza o la Siracusa de su debut con sus muros, los dejaba atrás. Nunca comprendió como había pilotos que odiaban Spa, ya que él disfrutaba allí como nunca. Quizá era porque estos arriesgaban tanto, que no disfrutaban, afirmó.
Junto a Stirling Moss formó la mejor pareja de pilotos británicos de la historia. |
Se retiró de la F1 con apenas 29 años en parte porque la F1 de coches de litro y medio no le atraía, en parte porque como dentista podía ganarse la vida y, sobre todo, por su familia, ya que esperar a ganar un título para retirarse, con la peligrosidad de la F1 de entonces, no entraba en sus cálculos, ya que podía dejarse la vida en el intento. Logró seis victorias -siete con la de su debut no puntuable-, tres poles (Mónaco 58 y Francia y Alemania 59) y tres vueltas rápidas (Italia 57, Alemania 59 e Inglaterra 61) en 38 GGPP.
En el festival de la velocidad de Goodwood de 1997, cuando Mario Andretti lo presento a Christyn Bowen, la esposa de la leyenda de la Indy, Rick Mears la dijo: “ese es el mejor entre los mejores”. Por algo lo diría.
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