sábado, 29 de febrero de 2020

Equipos B




                            Se aclaren, ¡coño!








Los Haas VF20, Alpha Tauri -antes Toro Rosso- AT01 y, sobretodo, el Racing Point -lo que era Force India- RP20, parecen copias de los Ferrari SF90, Red Bull RB15 y Mercedes W10. No es la primera vez que esto sucede. En 2004 levantó suspicacias el Sauber C23, muy parecido al Ferrari F2003 GA y que yo llamaba, en broma, Sauber C23 GA; en 2008, cuando el Toro Rosso -lo que era Minardi- STR3 triunfó en el GP de Italia, algunos menospreciaron su gesta diciendo que era el Red Bull de ese año, concretamente el RB4 pero que, al tener motor Ferrari, superior según decían al Renault, tenía ventaja sobre el equipo oficial y en 2018, Force India y Mclaren acusaron al Haas de ser un Ferrari de 2017, es decir, lo mismo que se dice ahora de los tres coches que he mencionado inicialmente.






Personalemente me es igual, lo que quiero es que digan lo que son en realidad. Hace unos años se instaló la norma de que, para correr en F1, los equipos debían construir su propio monoplaza. Ahora bien, eso, ¿en qué consiste? ¿Ensamblar piezas de suministradas por terceros o diseñar el chasis? Es que la cosa queda un tanto ambigua, sobre todo ahora que se busca una reducción de costes y se permiten usar muchas piezas de otros equipos, e incluso, algunas son fabricadas por un proveedor único para todos.
Creo que hacer un coche es diseñarlo: chasis, carrocería y, a partir de ahí, construirlo. Claro que uno puede diseñar un coche y luego parte de este ser construida fuera, como los primeros chasis de carbono de Mclaren, que los hacía la norteamericana Hércules, o el primer monocasco de Ferrari, construido por Thompson en Inglaterra (el inefable 312 B3 de 1973), etc... También al revés, tu no diseñas nada, lo compras todo fuera y lo ensamblas, como las colaboraciones con Dallara y Lola de algunos equipos, como Scuderia Italia y HRT. Eso centrándonos en la F1, que si nos vamos fuera, las combinaciones se multiplican, con marcas dentro de un grupo que fabrican modelos propios que no son más que los de la casa madre personalizados. En esto he simplificado mucho, pero es para no enrollarme.






Volviendo a la F1, antes de dicha prohibición, los constructores podían vender, ceder o alquilar sus coches a terceros, a los llamados equipos privados, pero ahora no. Pues ya que tanto coste quieren contener, deberían dejar que esto volviese a ser posible y, de paso, despejaríamos dudas. ¿Son los coches arriba mencionados los del año anterior de sus respectivas casas madre o, por el contrario, son suyos y el parecido es por simbiosis? Creo deberíamos saberlo y dejarnos de tonterías. Si hay 6 Mercedes -por ejemplo- en pista con diferentes nombres, o con el mismo pero compitiendo bajo otros colores -escuderías- prefiero saberlo a que me tomen el pelo.
Dicho esto, a modo de anécdota, cuando antes se permitía ceder coches a otros equipos, se dio el caso de que las cuatro primeras victorias en el mundial de F1 de Lotus las consiguió el equipo privado de Rob Walker -heredero de Johnnie, el de las bebidas-, no el oficial, equipo que, además, en 1968 logró la última victoria de un equipo privado en F1. Interesante, ¿verdad?



Jo Siffert camino de la última victoria de un equipo privado en Brands Hatch 1968 con su Lotus 49B de Rob Walker.



Pues eso, que yo quiero saber la verdad, si son o no lo que dicen ser estos tres “elementos”. Y dado que andamos con tanto rollo de contención de gastos, no veo problema alguno en permitir la cesión o venta de coches a terceros. Mucho mejor eso que la estandarización y, sobre todo, que lo que están haciendo con los motores, que da verdadera pena.
Y es que esto de ceder coches, tan raro en F1, es un habitual en otras disciplinas, como la resistencia y los turismos, dando lugar a grandes carreras, hazañas de David contra Goliat y que, en más de una ocasión, ha salvado categorías. Tan malo no será, digo yo. De modo que, reflexionen señores de la F1. Vamos Ross, que tu vales mucho, seguro que estás de acuerdo.

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