jueves, 10 de diciembre de 2015

Temporada 1994

                                    De película





Si John Frankenheimer hubiese realizado su película de F1 –que no sólo es una obra maestra, sino que es la única película dedicada al automovilismo que merece ser considerada como tal- en 1994 en lugar de en 1966, la realidad habría superado a la ficción.
En dicha temporada hubo de todo, emoción hasta la última cita -con choque incluido- drama, descalificaciones, cambio de reglamentación en plena temporada, etc…
La temporada  se inició sin dos de sus máximas estrellas, Prost y Mansell. El francés había colgado definitivamente su casco mientras que el inglés seguía haciendo las Américas tras su salida –vía Renault, vía Prost-  de Williams en 1992 como campeón.
De modo que Senna aparentemente se quedaba solo, sin rivales de cara al título, ya que además  se había agenciado el mejor monoplaza, el Williams arrollador de las dos temporadas precedentes que tanto anhelaba. Pero eso era porque aparentemente nadie contaba con el Benetton de Michael Schumacher y su modesto motor V8 Ford HB.
El caso es que Schumacher marcaba maneras y si bien Senna antes  tuvo rivales, sobre todo Prost, nadie dudaba de quién era el mejor. Pero con Schumi las cosas estaban cambiando, era un piloto, seguramente el primero, al que Senna podía considerar como su igual.
Al igual que Senna y Schumi, Williams y Benetton estaban igualados. Contra todo pronóstico, Williams había perdido su ventaja y pese  a los 80CV de más que daba su motor V10 Renault, el chasis del Benetton lo compensaba. De modo que ambos coches eran igual de buenos, es decir, los dos mejores.



Ayrton Senna era el claro favorito al título de 1994.



Y así empezó la temporada, con Senna, el rey de la pole, en la pole, y con el Kaiser acechándolo. Senna no pudo ganar en casa, haciendo un trompo cuando perseguía a Schumacher que lo obligó a abandonar. 10-0 para Schumi.
En la segunda cita, en el GP del pacífico se repitió la historia en entrenamientos, no así en carrera, al abandonar Senna en la primera curva. 20-0
El carismático y espectacular Jean Alesi no tomó parte en esta cita –ni en la siguiente- por una lesión de espalda que tuvo al accidentarse cuando probaba el Ferrari. Nada del otro mundo, pero ya eran varios los accidentes de pilotos en los que aunque salían por su propio pie, tenían que estar de baja. Eran avisos por lo que estaba por venir, pero nadie lo supo –supimos- ver. Quince días después toda la suerte pareció abandonar Imola, quedándose en ese circuito la fatalidad campando a sus anchas.
Ese dramático fin de semana de Imola empezó con un serio aviso, el tremendo accidente en la variante bassa de Rubens Barrichello –que quedó inconsciente-  y su Jordan el viernes, causando baja para el resto del fin de semana. Un augurio de lo que estaba por venir.
El sábado ocurrió lo impensable, un piloto perdía la vida, algo que no sucedía en un GP desde Ricardo Paletti en Canadá 1982, aunque el último piloto fallecido en F1 hasta la fecha era Elio de Angelis en unas pruebas privadas en Paul Ricard (Francia) en 1985



Roland Ratzenberg tuvo una breve carrera en la F1 que terminó de la peor de las maneras.



El debutante austríaco Roland Ratzenberger, con el modesto Simtek era quien perdía la vida al desprendérsele un alerón en el Tamburello estrellándose en Villeneuve. El luto volvía a la F1, pero las cosas no iban a acabar ahí, en ese fin de semana negro de Imola.
En la arrancada el Benetton de Letho se queda parado y Pedro Lamy con el Lotus, no lo puede evitar, estrellándose contra él y obligando a salir al coche de seguridad. En la reanudación unas vueltas después y en su segunda vuelta lanzada Senna se salió en el Tamburello, al igual que Piquet en 1987 y Berger en 1989, debido a la rotura de la dirección. El impacto no fue nada espectacular en comparación a los dos anteriores –uno mortal- de ese mismo fin de semana, ni siquiera respecto  a los de Piquet y Berger en esa misma zona años atrás. Todos esperábamos verlo salir por su propio pie, pero ya saben lo que pasó. Una pieza de la suspensión le atravesó el casco causándole la muerte.
La carrera se detuvo y se reanudó más tarde, usándose la norma ahora en desuso de la suma de tiempos. Por eso en los cuentavueltas aparece Schumacher primero cuando era Berger  quien lideraba físicamente en pista hasta su parada primero, y abandono después.



Senna dejó este mundo como más le gustaba: en cabeza de una carrera de F1.



Para rematar el dramático  fin de semana, en su última parada en boxes, el Minardi de Michele Alboreto perdió una rueda, la cual arrolló a dos mecánicos de Ferrari y a otros dos de Lotus, llendo a parar a la grada, esta vez sin consecuencias.
La carrera la ganó Schumacher flanqueado en el podio por Larini, el sustituto de Alesi en Ferrari, y Hakkinen. 30-0, sólo que lamentablemente iba a dar igual ya que Senna no iba a poder disputarle el título. Un título al que era claro favorito antes de iniciarse la temporada.
Este negro fin de semana provocó, de facto y al estilo de lo acontecido en el mundial de rallyes tras el accidente mortal de Toivonen y Cresto en el Tour de Córcega 1986, un cambio repentino en la reglamentación con la temporada en curso.
Para empezar, se estableció un límite de velocidad en boxes en carrera, diciendo adiós a las espectaculares salidas de boxes. Gerhard Berger con el Ferrari 412T fue él que nos brindó la última salida de este tipo realmente espectacular en ese mismo fin de semana. Los coches tuvieron que aumentar la altura respecto al suelo y se les incorporó un patín de madera bajo el fondo para, aparte de elevarlos, reducir su efecto suelo. A eso habría que añadir la sicosis de los pilotos a partir de entonces respecto a las medidas de seguridad de los circuitos. Su asociación, la GPDA, adquirió fuerza de nuevo, e impusieron ciertas condiciones, algunas de ellas totalmente absurdas, como los conos  colocados antes de la curva Campsa en el circuito de Montmelo.



La absurda chicane implantada en Montmelo.



15 días después casi se repite el drama con el gravísimo accidente de Karl Wendlinger a la salida del túnel de Mónaco, quedando en coma, logrando  recuperarse plenamente tiempo después pero perdiéndose el resto de la temporada.  Schumacher logró en Mónaco su primera pole y se hizo con la cuarta victoria consecutiva. Ya había campeón 1994, el primer alemán…o eso creíamos.
La quinta prueba del mundial celebrada en Barcelona no vio la quinta victoria del Kaiser porque su Benetton se quedó clavado en quinta velocidad a partir de la vuelta 23, tras su primera parada. Pese a tener que hacer otra parada (arrancando en quinta) y tener que cubrir más de 40 vueltas en esa marcha, acabó la carrera en una más que brillante segunda posición, en una exhibición de pilotaje inmensa. En Williams, sorprendidos por la hazaña –que no acabaron de creerse- le dieron a Benetton una caja llena de piñones de quinta velocidad…
A destacar que David Coulthard hacía su debut en F1 como sustituto del insustituible, Ayrton Senna, ocupando el puesto hasta final de temporada y ganándose la renovación. Eso sí, en Francia, Jerez, Japón y Australia sería el espectacular y emotivo Nigel Mansell, el piloto más laureado en la historia de Williams, el que se haría cargo del Williams número 2, y en su caso, rojo.
Schumi ganó de nuevo en Canadá y Francia, donde Mansell se hizo cargo del Williams número 2 mostrando una rapidez envidiable en los entrenamientos, casi logrando la pole.



Mansell retornó con éxito a la F1.



Y así llegamos al GP de Gran Bretaña, en Silverstone, punto de inflexión de la temporada.
Y es el punto de inflexión no sólo porque ya el Williams era el mejor coche, sino porque Schumacher va a liarla de manera  innecesaria y estúpida, siguiendo los acontecimientos  un rumbo dantesco que  le van a suponer a Schumacher la exclusión de tres GPs. Unido eso a que Hill va a tener un coche mejor con el que plantarle cara. El campeonato que parecía muerto, fue artificialmente revivido.
Schumacher, en segunda posición en parrilla, adelantó por dos veces al poleman, Damon Hill durante la vuelta de reconocimiento con la excusa de: “refrigerar el motor” la realidad era incordiarlo. Eso estaba prohibido por el reglamento De modo que le sacaron bandera negra y Schumi la ignoró porque el equipo le pidió –vía radio- que siguiera en pista mientas hablaban con los comisarios a ver si se replanteaban el castigo. Y así fue, en lugar de la exclusión le metieron un Stop and Go de 5 segundos en boxes. Y tras cumplirlos, acabó segundo. Sin esa tontería hubiera ganado. Pero la cosa no acabó ahí. Después de la carrera la FIA anuló la decisión de los comisarios, desclasificó a Schumi de la carrera (adiós segundo puesto y 6 puntos) y le metieron una carrera de sanción por ignorar la bandera negra, ¡cómo si no bastase ya con la descalificación!



Damon Hill fue profeta en su tierra.



La carrera la ganó Damon Hill, que empezó ahí su recuperación de cara a luchar por un título que daban por perdido meses atrás.
Al margen de que la sanción la debía cumplir en el GP de Alemania, siguiente GP, y que era un  lugar propicio al ser el GP más desfavorable para el Benetton por su inferior potencia, apelaron para, al menos, que Schumi se luciera en casa. No se lució, ya que abandono, al igual que Damon Hill y otros tantos, pero Ferrari, con el motor más potente de todos –y el más violento- se hizo con Berger con la pole y la victoria, cerrando una sequía de triunfos que duraba tres años. Aunque  ese GP también se lo recuerda por cómo ardió en boxes el Benetton de Jos Verstappen. Se decía que Benetton había quitado unos filtros de las mangueras para así repostar más rápido…claro que también decían que tenían control de tracción, lo cual era absolutamente falso.



Verstappen antes de...
...y durante.
Gerhard Berger puso fin a la sequía de triunfos en Maranello 3 años y 58 GPs después.



Schumacher ganaba de nuevo en Hungría y en Bélgica, cobrando más ventaja en el campeonato, pero al finalizar la carrera belga, los comisarios lo descalificaban por excesivo desgaste del patín de madera, causado quizá, por un trompo que efectuó durante el transcurso de la carrera. Esa falta ya se dio en otros coches en carreras anteriores –como en el Ferrari victorioso de Berger- pero se pasó por alto por ser una pieza incorporada durante el transcurso de la temporada y a  la que se le permitían ciertas tolerancias de desgaste. En este caso no.  El beneficiado fue Damon Hill, que se hacía con un nuevo triunfo.
Respecto a la sanción que le quedaba por cumplir de un GP a Schumi, la FIA no sólo declinó la reclamación del equipo Benetton al respecto, sino que aumentó el castigo de uno a dos GPs.  Schumacher se quedaba sin correr los GPs de Italia y Portugal que eran ganados por su máximo rival, Damon Hill, que redujo la ventaja a un solo punto y que ya se mostraba como un candidato más que serio de cara al título, de hecho, era como si el campeonato empezara de nuevo.
El GP de europa celebrado en Jerez fue ganado por Schumacher  seguido de Hill mientras que el siguiente, en Japón, fue ganado por un sensacional Damon Hill por delante de Schumacher bajo la torrencial lluvia, en toda una exhibición de pilotaje por su parte. Estaba claro que Damon Hill no era ni Schumacher ni Senna, pero no era para nada un pelele, era un grandioso piloto.
Así que se llegó a la última cita, Australia, en el insuperable Adelaida, con Schumacher líder por un solo punto frente a Hill.
El Williams estaba en plena forma, como lo corroboraba el hecho de que Mansell se hiciese con la pole con autoridad por delante de Schumacher y Hill, los candidatos al título. Sin embargo, si bien Nigel era rapidísimo a una vuelta, en carrera ya no era el que era, y flaqueaba un poco, como se vio en las citas anteriores que corrió con el Williams (aunque lo hizo mejor que Coulthard)
La carrera fue un mano a mano entre Schumacher y Hill que finalizó en la vuelta 36 cuando Schumacher se salió de pista, tocó contra un muro, dañó la dirección de su coche, se reincorporó y cerró el paso a Hill cuando este lo adelantaba, causando el abandono del inglés y se proclamaba campeón del mundo.



Michael Schumacher estaba eufórico con su primer título, ganándolo con lo que sería marca "de la casa"



Mansell heredó el liderato, y tras luchar con Berger, se hizo con la victoria cuando el austríaco se pasó de frenada dejándole la carrera en bandeja.
Mucho se habló de este incidente, el primero de muchos por parte del Kaiser, en una larga carrera llena de claroscuros. A Schumi, también conocido como “cara de galleta” o “Schummel Schumi”  (Schumacher el tramposo) público y periodistas en general no  le pasaron ni una, lo cual estaba bien, lástima que no actuasen igual con el resto.
El caso es que Prost, tal vez acordándose de su actuación en Japón 89 lo justificó como una maniobra defensiva, y tal vez pudo serlo, aunque las actuaciones posteriores de Schumi invitan a creer lo contrario.
Pero lo que nadie comenta es  el por qué de esa situación. Tal vez Schumi actuó por desesperación al ver cómo se le escapaba un título que parecía suyo, y es que no debe olvidarse que por una imbecilidad, como es el adelantar  en la vuelta de reconocimiento, le cayeron  tres GPs de sanción, más un cuarto por una irregularidad que ese mismo año, a otros se la pasaron por alto. Huelga decir que hubiera llegado no a Adelaida, sino a Suzuka como campeón. No descubro nada si digo que pilotos y constructores, por cosas infinitamente más graves, se fueron de rositas.
En mi opinión la FIA quedó encantada, ya que de ese modo Renault ganó de nuevo el título de constructores con Williams. Y es que a la FIA le encanta tener contentos a los grandes fabricantes,  no  sea que se vayan y dejen sola a Ferrari, en cuyo caso los de Maranello partirían con mucha ventaja.
En cuanto a Benetton-Ford, contentos por el título de pilotos y un pelín decepcionado por el de constructores. Hay que decir que Ford, que siempre ha realizado grandes coches y motores, es de lo peor promocionándose. Casi parecía un secreto que hubiesen ganado el título. Y cuando arrasaban con el mítico Cosworth DFV, más de lo mismo. ¿Se imaginan el partido que le hubiera sacado a semejante éxito cualquier otro constructor?  Y lo penoso de Ford es trasladable a los rallyes, con excelentes vehículos pero con equipos muy mal organizados.
Pero volviendo a la temporada 1994 de F1, esta fue sin duda una temporada de película. No confundir de película con: “de ensueño”, no tiene nada que ver. El drama está muy bien en la ficción, pero en la vida real no tiene ni pizca de gracia.



 
Damon Hill, el subcampeón, no tuvo que esperar a peinar canas para convertirse en el primer hijo de campeón del mundo que emulaba a su padre.







2 comentarios:

  1. Si la maFIA hubiese utilizado la misma vara de medir con todo el mundo como con Schumacher, a algunos se les habría reducido la temporada a la mitad....

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  2. Sin duda. Y lo mismo para los aficionados y periodistas, que si midieran a todos bajo el mismo rasero se caerían unos cuantos mitos...

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