martes, 26 de febrero de 2019

Vettel, luces y sombras




                              En el punto de mira








A nadie se le escapa que Vettel no es querido, y por tanto, vilipendiado. Haga lo que haga, nunca va a estar bien. Si gana es porque dispone del mejor coche -sólo él, su compañero no, claaaro- y si pierde, entonces es porque no sabe aprovechar el material que dispone, aunque haya quedado por delante de su compañero, lo que no deja de ser una contradicción.
Muchos, para criticarlo, hablan de 2014, cuando Ricciardo fue mejor que él -la única vez que lo superó su compañero de equipo- y olvidan todas las demás. Por supuesto, cuando ganó sus cuatro títulos, lo hizo con el mejor coche cosa que, pese haberle sucedido a muchos otros, sólo es molesto cuando a él -y otros que, como él, tampoco gustan- les ocurre. Nadie habla de Clark con su imbatible Lotus, o de los Mclaren de 1988-89 de Senna -y Prost- que, con menor margen, siguieron siendo los mejores dos años más, etc...
Cierto que es posible ganar con un coche que no es el mejor -siempre y cuando la diferencia con este no sea mucha- o con uno que no sea el más rápido pero que lo compense con fiabilidad, como hizo Lauda, por ejemplo, en 1977 -lean el artículo anterior-, cosa que le sucedió, pero a la inversa, a Seb en 2010 y 2012.
En 2010 Seb tuvo el coche más veloz y además, era el niño mimado en el equipo. Esto tampoco es inédito, por ejemplo, muchos de quienes lo criticaron por ello, no decían nada de cuando Alonso lo era también en Renault y Ferrari.
En 2010 Seb se dejó dos victorias por la falta de fiabilidad de su coche: Barhein y Corea, siendo estas heredadas por Alonso. Eso quiere decir que Seb se dejó 64 puntos. Vamos, que se habría proclamado campeón con una cita de antelación. Es por eso que veo más dolorosa la derrota de Alonso en 2012 que la de 2010, aunque a priori parezca lo contrario. Y es que en 2012 el Mclaren del tan aclamado Hamilton fue tan rápido o más que el Red Bull y el Ferrari era la tercera fuerza. El título fue para el alemán a causa de los incidentes que tuvo Alonso en las salidas de los GGPP de Bélgica y Japón a causa de terceros: los Lotus de Grosjean y Raikkönen. Vettel nunca tuvo que abandonar por un incidente que no fuese culpa suya, de su coche, o de su equipo, pero Alonso sí, dos veces. Es por eso que pienso Vettel mereció tanto como Alonso el título de 2010, pero en 2012, no. El que lo mereció más que nadie fue el “Nano”.



Los primeros pasos de Vettel en F1 fueron con BMW-Sauber, lo que era Sauber y hoy es Alfa Romeo.



Aclarado esto, quisiera comentar el año 2011, en la que Vettel tuvo el mejor coche de largo -aunque no tanto como los Mercedes de 2014 a 2016- en la que muchas veces salía disparado y luego se limitaba a mantener la distancia. En Canadá eso le costó la victoria ya que por no aumentar la ventaja con facilidad cuando podía, cometió un error al final bajo asfalto delicado cuando Button lo presionaba.
Luego, en La India, estuvo toda la carrera controlando a Button con un margen de 2 a 4 segundos mientras los comentaristas de la “secta” -creo era la sexta, entonces- decían que, de querer, Vettel le metería un mundo. No lo niego, pero yo pensaba que habiendo dos paradas en boxes por medio, no era muy inteligente comandar por tan escaso margen, ya que en caso de un fallo en los repostajes, perdería el liderato y, dadas las enormes dificultades para adelantar, la victoria. Por suerte para él, no llegó la sangre al río.
En 2013, cuando su coche estuvo a punto, encadenó nueve victorias seguidas, entre ellas la de Singapur, lograda de modo tan insultante, que muchos -como yo- se quedaron con la mosca detrás de la oreja. Su supremacía fue tal, que pasará a los anales como una de las mejores demostraciones de pilotaje de todos los tiempos, como la de Jim Clark en Monza 1967, o la de Jackie Stewart en esa misma pista, pero en 1973, por ejemplo.
Giancarlo Minardi, uno de los críticos, afirmó de Vettel -que momentaneamente llegó a girar entre 2 y 3 segundos más rápido que sus perseguidores- aceleraba 50 metros antes que sus rivales y que su motor Renault sonaba “raro”, dando a entender que disponía de un control de tracción.
Yo no lo creo, por varias razones, a saber: porque el control de tracción era la cantinela de siempre cuando alguien destacaba, porque nunca más volvió a mostrar tal superioridad esa temporada y, sobre todo, porque no tiene ningún sentido hacer un coche ilegal para una sola carrera. O para todas o para ninguna. Pero también podría ser que vieran les podían pillar y lo dejasen correr. Que cada cual piense lo que considere oportuno. Yo creo que no hubo nada ilegal y que fue una demostración de conducción de esas que rara vez se ven. Y como son tan raras, a veces se ponen en tela de juicio.



Su gran victoria en Singapur 2013, fue puesta en tela de juicio por algunos, como Giancarlo Minardi.



También hubo quienes no dieron crédito a las declaraciones de Minardi, pero en lugar de rebatirlas con razones, se limitaron a descalificarlo, diciendo cosas así como: “¿que sabrá él, cuyo equipo nunca hizo nada en F1?”, y cosas así. Bueno, por esa regla de tres, pocos podrían opinar, ¿no? Ya que ese patético argumento viene a decir, que si no has triunfado en aquello de lo que hablas, estás desautorizado a dar una opinión fiable. Bueno, pues entonces eso se aplicaría al 99% de los que opinamos. Otro ejemplo para los duros de entendederas: nadie pude criticar a Schumi en F1, porque nadie tiene más títulos que él. Estúpido, ¿verdad? Pues eso.
La “relación” Vettel-Minardi era anterior, ya que él pilotó para el equipo de Faenza años antes, lamentablemente cuando ya no se llamaba así. De todos modos, en otra demostración de pilotaje, lo llevó a una emotiva victoria en Monza en 2008, la primera del equipo y la primera de un motor Ferrari en otro chasis; única victoria en ambos casos.
Yo a Vettel lo considero, desde la retirada de Michael Schumacher, uno de los tres mejores pilotos de la parrilla junto a Hamilton y Alonso. Claro que desde entonces ha habido más que puedan considerarse casi al nivel, o al nivel, de estos tres, pero eso depende de quien juzgue. Ricciardo -que superó a Vettel en 2014- y Verstappen, son dos de ellos. Nico Hulkenberg, al que tengo en gran estima, podría ser otro. Este año, como compañero de Ricciardo, se podrá ver si estoy en lo cierto o, si como muchas otras veces, estoy equivocado.






Vettel es un piloto que tiene cosas que me gustan y otras que no -como todos- pero en este caso, de forma quizá más acusada.
Me gusta que sea, al igual que Karun Chandhok, un verdadero apasionado a la F1, sepa de su historia, estadísticas, etc... Fue a Ferrari para seguir los pasos de su ídolo, Michael Schumacher, además de querer formar parte de la escuadra más mítica del automovilismo mundial -donde se ha integrado de maravilla-, lleva una vida sencilla fuera de las “redes” y su mujer es su novia de “toda la vida”. Por si esto fuera poco, le cerró la boca al periodista independentista catalán, Josep Lluis Merlos, que le dijo: “yo no soy español, soy catalán” y Vetttel, riéndose a su cara le espetó: “oh, sí, es una gran diferencia, como ser de Baviera y Alemán”.
Por la parte negativa, no me gustó como le robó la victoria a Webber en Malasia 2013, aprovechándose de que el australiano estaba conservando porque las órdenes era mantener posiciones tras la segunda parada. De no haber sido así, Vettel no lo habría cogido desprevenido y no lo habría podido poder pasar. ¡Pero si se le emparejó a mitad de recta! Eso no lo hacen ni con un doblado, por favor.
Para rematarlo, una vez campeón, no tuvo el detalle de devolverle lo “robado”. Hubiera sido genial lo dejase ganar a Webber en su despedida en Brasil. Pero creo que ahí pesó mucho también las ganas de Vettel de igualar el récord de Ascari de 9 victorias consecutivas, cosa que hizo.
En Turquía 2010 provocó el accidente con su compañero -Webber- que sacó a este de pista -el acabó tercero- siendo incapaz de reconocer su error. Y que se uniera a la lista de papanatas que apoyaron al desgraciado de Rossi cuando tiró de una patada a Márquez en Malasia 2015... lamentable.
Como ven, luces y sombras en el carácter de Vettel, al menos para mí. Seguro que para otros todo serán luces y para otros, sombras. Pero en definitiva, un gran piloto eclipsado por la popularidad de otros, pero eso sí, con un gran talento y muchos seguidores, aunque no tantos como los de las “starlettes” de ahora - léase Hamilton y Verstappen- y sin la complacencia de la prensa, que no le pasa una.



Vettel está a gusto en la Scuderia, quizá le pueden las ganas. Pero nadie duda de su implicación. 



La llegada del joven monegasco Charles Leclerc a Ferrari, hace que muchos lo consideren acabado. Me da que no.


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