viernes, 11 de noviembre de 2016

Grand Prix

        Obra maestra.








La mejor película de Fórmula 1 y automovilismo deportivo de la historia no puede ser otra sino esta: Grand Prix, de John Frankenheimer.
Esta película, rodada en 1966 durante la temporada de F1, no sólo es la mejor película dentro de las de “las carreras de coches” sino una de las mejores de todos los tiempos del género deportivo, lo cual deja bien claro la enorme calidad de esta cinta, porque si la cosa se limitase a películas de “carreras de coches” la cosa sería muy sencilla, porque todo lo demás son bodrios.
Las cacareadas Le Mans y Rush, de las que tanto se habla, son bastante flojitas y, en ambos casos, lo único bueno de estos dos filmes es ver a los coches. Sobre todo en “Le Mans”, que da gusto escuchar a los 12 cilindros de Ferrari y Porsche en sus 512 y 917 respectivamente. De Le Mans destacar que es un tostón, una película tan lenta, que parece durar más que la famosa carrera, y ni siquiera su gran estrella: Steve Mcqueen, logra sacarla del anonimato. Un Mcqueen al que querían en Grand Prix para el papel de Pete Aron, el cual interpretó finalmente James Garner.
Respecto a Rush -Bluff en realidad- hablaré otro día aprovechando que esto es un blog de F1.
Grand Prix fue ganadora de tres Oscar: montaje, sonido y edición de sonido.






Teniendo en cuenta que Saul Bass realizó los títulos de crédito -en los que creó escuela- y que colaboró, asimismo, en el montaje y edición del film, no es para nada de extrañar este Oscar. Vean la película y lo entenderán. Y como al verla, no tendrán más remedio que escucharla, entenderán también el porqué de sus Oscars en sonido.
No exagero si digo que nadie que no haya visto Grand Prix, en “realidad” no ha visto un GP.
El sonido es una delicia para los amantes del mundo del motor y, en esta cinta, se metieron micrófonos en todos los coches -incluidos los Ferrari- y el resultado es insuperable. Cuando vas “dentro del coche” parece realmente que estas dentro. Mucho mejor que las cámaras subjetivas actuales, sobre todo porque en estas el sonido está amortiguado, distorsionado. En Grand Prix el sonido es auténtico.
En el caso de Mónaco, hizo falta rodar el sonido de algunos coches para su “doblaje” en la película al no haberse podido hacer in situ. Por tanto, Richie Ginther y Bob Bondurant (pilotos de F1) lo hicieron en una recta de Riverside, simulando los cambios de marcha y reducciones de la pista monegasca “de memoria” con un resultado, simplemente acojonante.



Antonio Sabato (Lino Barlini) en Mónaco con su Ferrari.



Si a eso añadimos las imágenes de las carreras, poco más que añadir.
Las imágenes mezclan realidad y ficción. Hay imágenes de los GGPP reales y otras que son puramente rodadas para la película.
Para las tomas de carrera reales el equipo fue a varios GGPP como: Mónaco, Clermont-Ferrand (Francia), Spa-Francorchamps (Bélgica), Zandvoort (Holanda) y Monza (Italia), colocando numerosísimas cámaras de cine a lo largo de estas pistas -antes no había apenas cámaras de TV en los circuitos- a lo que había que añadir un helicóptero filmando y un coche cámara, un Ford GT40 -coche que ganaría ese año y los tres siguientes Le Mans- conducido por el campeón del mundo de fórmula 1 en 1961 con Ferrari, Phil Hill.



El coche cámara era un impresionante Ford GT40 conducido -pilotado- por Phil Hill.




El coche cámara salió a pista a coger unas tomas durante la vuelta inicial de carrera en al menos dos GGPP: Mónaco y Bélgica. En este último caso, adelantando a algunos pilotos, cosa que tenía prohibida. No, no me estoy flipando, no. Hay una explicación, al margen de que un coche de Sport -lo que era el GT40- en aquellos años era casi tan veloz como un F1, lo que sucedió es que en Spa cayó un chaparrón de agárrate y no te menees y muchos pilotos -como Dan Gurney- levantaron el pie. Y no fue para menos, ya que ocho coches abandonaron en la primera vuelta, siete de ellos por accidente. Como dijo Phill Hill: “no iba a perder buenas tomas porque algún piloto se amilanase”
El helicóptero, por su parte, creo un poco de confusión en Montecarlo, ya que se quejaban de que volaba demasiado bajo. Hubo quejas pero al final se acostumbraron y lo dejaron. Al final no era para tanto.
Las tomas exclusivas para la película se hicieron con F-3 “disfrazados” de F1 conducidos por los actores. No había, por tanto, dobles. En esos coches había cámaras para primeros planos y demás.
Por supuesto, los actores no tenían que pilotar como profesionales, pero tenían que pilotar. Por tanto, fueron a escuelas de conducción.



El "reparto corse" de Grand Prix.



Yves Montand -que interpretaba a Jean Pierre Sarti- y Antonio Sabato -Lino Barlini- eran aceptables; Brian Bedford -Scott Stoddart- un desastre y James Garner -Pete Aron- un genio. Bob Bondurant, el piloto que lo enseñó, dijo que al final Garner se quedó muy cerca de sus propios tiempos y que, de haberse dedicado a ello, hubiera sido un gran piloto.
La ubicación de las cámaras, el que los pilotos-actores no fueran despacio precisamente y la magia de Hollywood obraron el milagro para obtener unas tomas de una veracidad inigualable.
Cuando Frankenheimer habló del proyecto al mundo, por entonces relajado, casi bohemio, de la F1, esta se mostró en contra en su totalidad. Enzo Ferrari también se negó: “hagan su película, pero no cuenten conmigo para nada”.



John Frankenheimer durante el rodaje.



Pero la película se iba a hacer, sí o sí, de modo que Frankenheimer y su equipo arribaron en Mónaco -primera cita del año- para filmar. Hubo quejas de todo tipo, desde los comerciantes, hasta los equipos, cuyos mecánicos se quejaban de que no podían trabajar.
Frankenheimer sorteó todos los problemas y rodó. Montó 30 minutos de película y acto seguido llamó a Enzo Ferrari y para ver si este accedía a ver lo rodado. Enzo accedió y, como no tenía proyector para visionarla, Frankenheimer se presentó a la fábrica de Maranello con proyectores y todo lo necesario. Al encender las luces, Enzo Ferrari abrazó a John Frankenheimer y le dijo que contará con él para lo que hiciese falta. De ahí los grandes planos de los Ferrari en la película, que se filmase dentro de la fábrica -inaudito hasta entonces-, la aparición de Eugenio Dragoni -director deportivo de Ferrari- en el filme, etc...



James Garner (Pete Aron) y Adolfo Celi (Agostini Manetta) en realidad Enzo Ferrari.



Frankenheimer se había ganado a Ferrari y con ello un mínimo de éxito de la película. Además, hacer una película de F1 sin Ferrari, o más exactamente, con esta en tu contra, no le favorecía. Ni tampoco era algo que Frankenheimer quisiera. Así que todos contentos.
Muchos pilotos y ex-pilotos de F1 colaboraron en la película, aparte de los mencionados, haciendo pequeños cameos. Phil Hill, el piloto del coche cámara tenía unas pocas frases y a lo largo de la película se podía ver a: Fangio, Bandini, Hill, Mclaren, Siffert, Brabham, Ginther etc...
Bandini, que según Evans Evans, esposa del director: “era un hombre encantador”, fue el que le dijo a Frankenheimer en que zona del circuito de Mónaco podría haber un accidente grave: en la curva de la herradura, donde simularon uno para el film. Lo irónico y cruel del destino, es que fue allí un año después donde Bandini tuvo el accidente que le costó la vida.



La encantadora Francoise Hardy durante un descanso en el rodaje.



Grand Prix cuenta con un reparto excepcional en el que destacan sus cuatro protagonistas, los cuatro pilotos antes mencionados: Yves Montand y Antonio Sabato (pilotos de Ferrari), Brian Bedford (BRM) y James Garner (BRM y Yamura), a los que se unían Thoshiro Mifune como Izu Yamura, jefe del equipo que lleva su nombre, Adolfo Celi como Agostini Manetta -Enzo Ferrari en realidad- así como las tres actrices: Eva Marie Saint, Jessica Walter y Francoise Hardy, que interpretaban papeles secundarios de gran importancia. Que nadie piense que son meros adornos. Francosise Hardy es quizá la que más se hace querer, ya que a ella le gustan también las carreras.
Hay que decir que el papel de Pete Aron se ofreció inicialmente a Steve Mcqueen, que lo rechazó, ya que él y uno de los productores que fue a ofrecerle el papel -Frankenheimer no pudo ir- se odiaron de inmediato. James Garner fue quien hizo el papel, lo que le sirvió además para demostrar el piloto que llevaba dentro. James Garner siempre le estuvo agradecido a Mcqueen por rechazar el papel.






La película, maravillosa en todos sus aspectos, tiene sin embargo un fallo gordo en favor de la trama que sin duda se pudo resolver mejor. Y es que el duelo entre dos compañeros de equipo es algo normal, pero no cuando uno está con vuelta perdida. Así todo, a esta gran película se le puede perdonar eso y más. Al fin y al cabo, son las imperfecciones la que nos hacen humanos.
Durante las tres horas que dura, cualquier amante del buen cine pasará un rato agradable, aunque sólo sea porque tiene una buena trama -algo imprescindible- y a que está magnificamente rodada, y fue, en muchos aspectos, innovadora. Un aficionado al mudo del motor la gozará y, si a la vez es cinéfilo, llegará al éxtasis.
La película se basa en la vida de los cuatro pilotos principales a lo largo de la temporada 1966, en su lucha por el título y sus visicitudes personales.



Francoise Hardy, Antonio Sabato, James Garner e Ives Montand con el piloto Joseph Siffert y miembros del paddock.



Jean Pierre Sarti (Ives Montand), piloto de Ferrari, es un veterano piloto francés, experimentado y tranquilo, dispuesto a llevar una vida relajada pensando ya en la retirada, aunque quiere despedirse a lo grande. Nino Barlini (Antonio Sabato) es su joven y alocado compañero, alguien que disfruta de la adrenalina de la competición y de las fiestas. A destacar que los nombres de estos pilotos -Surti y Barlini- están claramente inspirados en los nombres de los pilotos que iniciaron la temporada en la Scuderia: John SURTEES y Lorenzo BANDINI. Scott Stoddart (Brian Bedford), el inglés de BRM, es un piloto atormentado que no disfruta de la vida y que se dedica al 100% a las carreras, anteponiendo todo por ellas. Pete Aron (James Garner) es un piloto norteamericano que está en mala racha. Esta un término medio entre los tres pilotos anteriores, tal vez más cerca del primero. Y no les cuento más, que no se trata de desvelar nada. Aunque es de suponer que muchos de uds. ya la han visto, otros muchos no.



Brian Bedford (Scott Stoddart), James Garner (Pete Aron), Jean Pierre Sarti (Ives Montand) y Lino Barlini (Antonio Sabato)



Hoy día es relativamente fácil poder verla gracias a la internet, y no necesariamente pirateándola, -que luego me cierra el blog Mulder, del FBI- pagando por verla o comprándola.
Claro que lo suyo sería poder verla en pantalla grande, en el cine. Algo que yo no he podido hacer, aunque nunca se sabe, tal vez un día la pongan en una filmoteca.
En su momento se rodó con el innovador método “Cinerama”, lista para proyectarse en una gran pantalla de bordes curvos -una especie de 3D- que, entre lo ancho de dicha pantalla, y que a veces ponían varias imágenes a la vez, uno no sabía a dónde dirigir la mirada. Era como un partido de tenis.
Cuando la vi por primera vez, en los años 80, no pude apreciar el tremendo logro de la película, pero sí me pasó algo que es por lo que la gente hace cine: me entretuve muchísimo. Y es que una buena película lo primero que tiene que hacer es entretener, y esta lo consigue con creces. Sus 180 minutos se me pasaron en un santiamén, y eso que había anuncios.
La música de Maurice Jarre encaja como un guante -como un casco mejor dicho- en el filme, y es otro motivo más a destacar en Grand Prix.
La fórmula 1 era y es, un deporte europeo, pero al final tuvieron que venir los americanos para hacer una película sobre ella. Los americanos a los que tanto criticamos pero que a la vez imitamos, en sus peores costumbres eso sí, no en las mejores.



Toshiro Mifune (Izo Yamura) y James Garner (Pete Aron)



John Frankenheimer llegó en el momento adecuado para rodar una película así, cuando la F1 no estaba del todo profesionalizada y no era tan snob. Hoy día -y hace 30 años también- lo que se hizo para rodar esta película no hubiera sido posible, por razones obvias. Eso sin contar que la F1 habría pedido tal cantidad de dinero a Hollywood por dejarla hacer, que no sólo no habría sido viable, sino que hubiera dejado al estudio en bancarrota.
Como amante de las carreras que soy, no puedo más que estarle agradecido eternamente a John Frankenheimer por su película, que fue un regalo para todos los amantes del mundo del motor.
Y si a Enzo Ferrari le gustó, algo bueno -muy bueno- debía tener, ¿no creen?
Véanla.




4 comentarios:

  1. Una gran película, efectivamente. Se disfruta de principio a fin. La he visto subtitulada y en el pc., tiene que ser espectacular en pantalla grande.
    Imágenes extraordinarias, sonido fabuloso y diálogos los necesarios. Una película seria y única, de cuando se hacía cine artesanalmente, no como churros, como ahora...¡Ah! y muchas gracias por la crítica y el blog.

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    1. Gracias a tí por leerlo y, si lo disfrutas, pues mucho mejor. Un saludo.

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  2. Acabo de ver la película, muy buena! Y después vine a ver su historia. Gracias por contarla!

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